Desvergonzados.
Desvergonzados.

En portada

Shame

“La longevidad no está ni en las listas de éxitos ni en la crítica, está en las entradas”

Fotos: Pooneh Ghana

17.03.2023

Shame han vuelto. Tras perderse un poco a sí mismos en su anterior trabajo, los miembros del quinteto londinense se reconcilian con su identidad en un “Food For Worms” que los ve nutrirse de sus inseguridades y miserias para emerger en una versión más brillante, más melódica y más colorista. Más espontánea, más concisa y consciente de que el contexto perfecto para darle rienda suelta es el directo. Hablamos con ellos poco antes de sus conciertos en Madrid y Barcelona, donde tocarán el 19 (próximo domingo) y 20 (lunes) de marzo, respectivamente, con They Hate Change como artista invitado.

L

as cosas no fueron como se esperaba para Shame cuando lanzaron “Drunk Tank Pink (Dead Oceans, 2021). Era su disco “ambicioso”, uno que, como confiesan, quizá pensaron demasiado. De alguna manera, respondía a las presiones que el mundo y la industria pusieron sobre los hombros de unos chavales destinados a reinventar el post-punk. Pero la vida siempre tiene otros planes. Irrumpió la pandemia y el lanzamiento se retrasó. Aún peor: los conciertos desaparecieron. Y no hay nada más destructivo para una banda que desde el primer momento ha querido construir su carrera encima de las tablas.

El tiempo para pensar se tradujo en inseguridades: nuestro interlocutor en esta entrevista, Charlie Steen, carismático y flamígero vocalista, tomó clases de canto para ampliar su rango vocal. Y el guitarrista Sean Coyle-Smith reaprendió a tocar la guitarra tras empezar a verse preso de sus propias limitaciones. Por un momento, dudaron de su identidad como grupo; se habían distanciado demasiado de su esencia. Y entraron en un duradero bloqueo creativo. Steen confiesa que tuvieron prácticamente un año de sequía, que no eran capaces de dar con una canción.

Desde el sello Dead Oceans los obligaron a volver a ponerse el uniforme: dos noches de incógnito en el Windmill londinense que los vio nacer para estrenar nuevas canciones, en febrero de 2022. Y más aún: una oportunidad para reconectar como grupo, para exhibir las nuevas capacidades adquiridas y para recuperar la espontaneidad. Son esas, finalmente, las ideas en torno a las que se construye “Food For Worms” (Dead Oceans-Popstock!, 2023), el tercer disco de Shame, unidas bajo el paraguas de la amistad como elemento reconciliador. Charlie y Sean, además de Eddie Green (guitarra), Josh Finerty (bajo) y Charlie Forbes (batería), están ahora más unidos que nunca.

Ocupados prácticamente desde entonces en una gira descomunal que los ha llevado por Europa, por Estados Unidos –en un tour como teloneros de Viagra Boys–, por Brasil y, cómo no, por todo Reino Unido e Irlanda, fueron rodando las canciones nuevas hasta que el directo se apropió de ellas. Creen que es ese su lugar natural, más allá de las grabaciones. Y por eso el disco, esta vez, lo han entendido más como un documento que como una puerta de entrada a sus conciertos. Como una foto, el retrato de una época. Un diario de la gira que devolvió a Shame las ganas de tocar y que demuestra, sobre todo, que es ahí donde el quinteto londinense quiere hacerse su hueco en la historia. En la carretera y sobre un escenario.

Charlie Steen: tiempo de diversión y tiempo de aprendizaje.
Charlie Steen: tiempo de diversión y tiempo de aprendizaje.


Escribisteis el disco en tres meses para presentarlo en el Windmill, después de un año sin ser capaces de componer. ¿Necesitáis estar bajo presión para trabajar?

Escribimos las canciones realmente en dos semanas, simplemente con la idea de tocarlas en Windmill. Y ya tres meses después de aquello nos metimos a grabarlo. Fueron tres meses, digamos, de proceso, pero las canciones las teníamos en dos semanas. Lo hicimos todo muy rápido, era lo que queríamos. Creo que la presión nos sienta bien como banda. El hecho de tener un objetivo muy claro delante, especialmente si tiene que ver con tocar en directo, que es donde realmente tienes que hacer que todo encaje.

Es la primera vez que trabajáis tan juntos, tan compenetrados para hacer un disco, ¿no? ¿Por qué?

Siempre habíamos querido hacer un disco en directo, y obviamente para eso necesitas tener a todo el mundo trabajando en lo mismo, al mismo tiempo, sumando, compenetrado. Si no, es imposible. Cuando hicimos el primer disco todo iba muy deprisa, no teníamos tiempo para sentarnos y decir “vamos a hacer el disco en directo”. Y para el segundo yo creo que no estábamos lo suficientemente conectados como banda, coincidió en parte con la pandemia… Pero esta vez sentíamos que de algún modo estábamos preparados y nos lo tomamos desde el principio como un reto. Y, claro, todos estamos mucho más involucrados en la grabación de este disco, sí. A todos los niveles.

Este álbum está grabado con la idea de capturar la energía de vuestros directos. ¿Por qué?

Creo que es nuestro punto fuerte. Somos una banda hecha para el directo. Cuando tocas en directo es muy difícil que no haya errores, las cosas siempre pueden ir mal, y este disco realmente trata temas que tienen mucho que ver con eso: fallamos, tío. La fragilidad, los errores… Es algo que tienes que tratar de abrazar, de aceptar, más que intentar ocultar o disimular. Y el directo captura muy bien esa idea: si algo sale mal tienes que seguir adelante, tienes que vivir con ello y aprender a hacer que forme parte del show.

Es un trabajo más melódico, en el que cantáis más. Tiene canciones como “Orchid”, por ejemplo, con ese estilo casi crooner. Y más medios tiempos que nunca entre toda la furia.

Era nuestra intención desde el primer momento. Queríamos hacer un disco melódico. Pero también creo que tiene mucho que ver con la manera en que hemos trabajado. Yo he estado más involucrado que nunca en la parte compositiva. Por ejemplo, vine con las líneas de bajo de “Aderall” y de “Burning By Design”… Además, también creo que es más fácil, al menos para mí, encontrar una melodía cuando la canción es más lenta, y eso te da espacio para probar cosas diferentes.

Lo sumas todo a tus clases de canto y voilà.

Claro, eso además me ha dado más recursos y he podido ampliar mi rango melódico.

¿Y esto por qué fue?

Pues fundamentalmente inseguridades mías que he tenido que ir resolviendo poco a poco.

Entiendo que todo esto también tiene que ver con el hecho de haber elegido a Flood como productor, ¿no?

Totalmente. Y creo que tomamos la mejor decisión posible, ha sido increíble trabajar con él. Teníamos claro que necesitábamos una persona extrema, que fuera capaz de grabar esto con nosotros totalmente en directo. Que es mucho más difícil, de verdad. Y él ha sido siempre esa persona.

¿Cómo llegasteis a él?

Uno de nuestros mánagers tenía su contacto y debió de llamarle o mandarle un correo o algo. Él vino a la oficina, nos conocimos y todo fluyó genial. Le enviamos las demos de las canciones pero ni las escuchó. Nos dijo que sí, que las producía, sin escuchar las demos. Imagínate. Un puto honor.

También noto más dinamismo en algunas canciones, un rollo un poco glam, como si lo hubierais compuesto partiendo del piano en lugar de partiendo de guitarras.

Pues no, tío. Tanto melódica como vocalmente, hemos partido fundamentalmente de las líneas de bajo, que es lo que nos resulta más sencillo y a la vez más directo. Sí recuerdo que Josh vino con el piano para “Fingers In Steel” y “Orchid”. Y ojalá lo hagamos más en el futuro. De verdad, ¿eh? Creo que partiendo del piano se pueden encontrar melodías vocales increíbles.


“Seguimos siendo jóvenes, entiéndeme, pero ya tienes que mantener una estructura con tus compañeros, tienes que pasar tiempo con ellos, tienes que implicarte y tienes que comprometerte con la idea de sacar la banda adelante. Tienes que saber separar el ‘cuándo es la banda’ y el ‘cuándo son tus amigos’”

Charlie Steen



En el final de “Different Person” hay una modulación rollo disco, pero os lo lleváis a algo muy ruidoso y luego baja a un medio tiempo. ¿Por qué creéis que os han salido cosas así?

Al haberlo hecho muy rápido hubo muchos momentos de ensayo y error. Experimentamos muchas cosas, probamos todo lo que teníamos a mano, y simplemente elegíamos lo que funcionaba, lo que nos gustaba. Pero, claro, era justo eso, lo que teníamos a mano. No nos podíamos poner a jugar con sintetizadores que no teníamos ni a elaborar demasiado las pistas, por ejemplo. Tenía que funcionar todo de una manera mucho más cruda. Pero sí que recuerdo que quizá precisamente en “Different Person” intentamos algo distinto, con un espíritu más de jam. Simple, pero fuera de un patrón definido.

Siempre he notado en vosotros influencias más folk, más clásicas de algún modo, y en este álbum, que es más melódico, lo veo potenciado. Por ejemplo las guitarras de “Burning By Design”, que tienen un punto de heartland rock a lo Bruce Springsteen. ¿Os dice algo?

A mí personalmente me flipa Bruce Springsteen, y creo que a Sean también. También hemos escuchado mucho a Jeff Buckley para este disco, fíjate. Y sí, quizá te doy la razón, este elepé suena un poco más americano. La americana puede ser muy melódica y al mismo tiempo sonar enorme, con muchísimo cuerpo, y para nosotros también es un reto alcanzar esa magnitud, esa expansividad.

Temáticamente, el disco va sobre celebrar la amistad, con su lado oscuro. ¿Por qué habéis sentido esta necesidad?

Porque creemos que es importante. Creo que es algo que prácticamente todos los seres humanos compartimos, que todos experimentamos de un modo u otro y que nos afecta a todos. Y hay muchos libros sobre ello, muchas películas sobre ello, pero no tantas canciones, aunque algunas sean increíbles.

Te lo iba a decir. Ahí están The Beatles o LCD Soundsystem.

Totalmente. Además, el poco tiempo en el que hicimos todo creo que también tiene mucho que ver. Al final hablas de lo que tienes alrededor, y en este momento estábamos nosotros. Si encima te conoces desde el colegio, que todo es mucho más intenso, al final tus amigos son algo que puedes relacionar con cualquier aspecto de tu vida. A veces han sido sacerdotes, confesores, terapeutas… No sé, me parece que es muy importante y muy bonito pensar en cómo influimos en la vida de nuestros amigos y cómo ellos influyen en la nuestra, cómo nos conocemos y compartimos lo bueno y lo malo. Son cosas importantes a resaltar.

Quizá la pandemia también tuvo que ver en que recordáramos este tipo de cosas…

Seguramente, sí. Creo que mentalmente afectó mucho a la gente, y eso quizá te hace más sensible con los que te rodean.

Charlie Forbes, Sean Coyle-Smith, Josh Finerty, Eddie Green y Charlie Steen: el poder de la amistad.
Charlie Forbes, Sean Coyle-Smith, Josh Finerty, Eddie Green y Charlie Steen: el poder de la amistad.


La amistad es una de las muchas caras del amor. ¿Os interesaba ahondar en esta idea?

Sí. Hay una película inglesa que se llama “Withnail And I” (Bruce Robinson, 1987), que va de la relación de dos mejores amigos que tratan de sobrevivir juntos, pero que realmente es una película romántica. La mayoría de películas situarían ahí a una pareja de amantes, incluso a dos familiares, pero es como si fuera arriesgado hacer esa relación con los amigos. Mira “Almas en pena de Inisherin” (Martin McDonagh, 2022), por ejemplo. Es una película muy romántica, un poco una historia de amor, en definitiva.

Hablando de los Óscar, es algo que trata superbien “RRR” (S.S. Rajamouli, 2022), esa delgada línea entre la amistad y el amor.

No la he visto, tío.

Es muy recomendable. ¿En algún momento se os olvidó eso, que habías montado una banda para divertiros con vuestros colegas?

Un poco, sí. Y creo que en parte es natural, ¿sabes? Este es ahora nuestro trabajo, con todo lo bueno y lo malo que implica por la naturaleza misma del “trabajo”. Es lo que hacemos, ya no tenemos 18 años. Tenemos 25. Que seguimos siendo jóvenes, entiéndeme, pero ya tienes que mantener una estructura con tus compañeros, tienes que pasar tiempo con ellos, tienes que implicarte y tienes que comprometerte con la idea de sacar la banda adelante. Tienes que saber separar el “cuándo es la banda” y el “cuándo son tus amigos”. Porque es una responsabilidad grande y la tenemos que manejar entre todos. Y sí, en parte eso significa que tocamos porque es lo que tenemos que hacer, es lo que hemos decidido. Pero lo hemos decidido porque nos divierte.

¿Cómo surgió la colaboración de Phoebe Bridgers en “Adderall”? El tema que trata la canción conecta mucho con su lírica, en general.

Sí, totalmente. En Estados Unidos llegó a haber escasez por exceso de recetas médicas, qué mejor que un americano para montarse en la canción. Pero lo que pasó en realidad es que el día que estábamos grabando la canción, casualmente, Phoebe Bridgers estaba grabando en el estudio de al lado. Se pasó por la sala a saludar porque estamos en el mismo sello y obviamente empecé a suplicarle que hiciera algo, lo que fuera. Nada, fueron cinco minutos, pero para mí representa un poco la naturalidad con que grabamos el disco. Nada fue premeditado ni muy complicado, y grabar “Adderall” fue igual pero con la diferencia de que ella estaba haciendo algunos coros. Simplemente pasaba por allí, no hubo meses de conversaciones impersonales ni de intercambiarse notas de voz para tratar de arañar algunos fans… fue superespontáneo.


“Gran parte de esa ideología punk viene fundamentalmente de esto, de empezar en una escena en la que te tienes que organizar tus propios bolos. Pero luego las bandas empiezan a crecer y cada una se marca sus propios objetivos. No entiendo que la gente te relacione tanto con ese primer álbum, me parece redundante”

Charlie Steen



¿Qué quieres decir con que este es “el Lamborghini de los discos de Shame”?

Bueno, es algo que puedes conducir por una calle rugiendo realmente fuerte… y todo el mundo quiere montarse en uno al menos una vez en la vida.

Sé que no os sentís cómodos con la etiqueta post-punk, pero ¿cómo habéis vivido, como protagonistas, la evolución del concepto “nuevo post-punk británico” en los últimos años? Porque casi todos los grupos a los que se os situó bajo ese paraguas estáis haciendo cosas muy diferentes entre sí y habéis expandido muchísimo la paleta. Hacia el britrock, britpop, o hacia influencias más americanas.

Yo creo que en un primer momento todos pasamos un poco por la misma situación. Tenemos unas influencias parecidas, estamos escribiendo y componiendo nuestro primer disco, tenemos pocos recursos y más rabia… y todo está muy orientado a tocar en directo. Gran parte de esa ideología punk viene fundamentalmente de esto, de empezar en una escena en la que te tienes que organizar tus propios bolos. Pero luego las bandas empiezan a crecer y cada una se marca sus propios objetivos. No entiendo que la gente te relacione tanto con ese primer álbum, me parece redundante. Y podríamos seguir haciendo lo mismo, encasillarnos y explotar esa etiqueta. Pero lo más importante para mí es que podamos sentirnos orgullosos, con los años, de los discos que hacemos. Quizá podríamos hacer un disco que esté guay y que se escuche mucho durante dos o tres años, pero si volviéramos a él dentro de, yo qué sé, veinte años, quizá nos arrepentiríamos de haberlo sacado. Y a día de hoy creo que no tenemos ninguno de esos remordimientos.

Es curioso porque precisamente en gran parte de la prensa generalista británica, por ejemplo en la crítica de ‘The Guardian’ para vuestro último disco, os afean el hecho de que no seáis capaces de replicar la fiereza o la energía más cruda de “Songs Of Praise”, vuestro debut de 2018. Y sin embargo en la prensa estadounidense se está recibiendo mejor.

Sinceramente, no es algo que me preocupe demasiado. Lo único que me preocupa de verdad son los conciertos. No hemos hecho el álbum para contentar a nadie, ni para vender. Simplemente lo hemos hecho y habrá peña a la que le guste y peña a la que no. Yo solo tengo en la cabeza la gira por Reino Unido e Irlanda, la gira europea… Es lo que quiero hacer. La longevidad no está ni en las listas de éxitos ni en la crítica, está en las entradas. Es ahí donde puedes ver la reacción más real de la gente. Y es ahí donde quiero enfocarme. ∎

Etiquetas

Contenidos relacionados