Álbum

Kamasi Washington

Fearless MovementYoung-Popstock!, 2024

Kamasi Washington causó una enorme sensación durante su ascenso al Olimpo del jazz contemporáneo: después del lanzamiento de su primer disco oficial, “The Epic” (2015), y antes de la aparición del muy poco convincente y ensimismado en la soflama reivindicativa “Heaven And Earth” (2018). La irrupción del saxofonista de Los Ángeles auguraba un cambio de guardia y la consolidación artística de ese “jazz para el nuevo siglo” que describe y explica con maestría el crítico Nate Chinen en “Playing Changes. Jazz para el nuevo siglo” (2018; Alpha Decay, 2019), un ensayo que sigue el rastro del nuevo jazz que hincha hasta la extenuación al algoritmo de Spotify y las cansinas playlist de todo aficionado y melómano con ínfulas de singularidad.

Soplando poderosísimas ráfagas a través de su saxo tenor, Kamasi exuda el aplomo de un héroe en plena conquista: inflamado de arrojo y determinación. El modus operandi de Washington encarna la ira política y una alegría trascendente, que va más allá de los límites del género. Sin embargo, contra todo pronóstico mediático, porque ha contado con el favor inequívoco de los medios, Kamasi Washington no es un virtuoso. Desde los tiempos en los que giraba con Snoop Dog o en sus discos anteriores, siempre ha sido una estrella que brillaba con luz propia, pero nunca el punto cardinal sobre el que giran todo el resto de instrumentos.

El valor artístico de la propuesta de Kamasi Washington siempre ha dependido de la comunidad de músicos de los que se ha rodeado, que parecen perseguir la tensión transcendental cuando se juntan en una misma habitación. Esta idea nunca ha sido más evidente y efectiva que en este “Fearless Movement”, su primer álbum en seis años y la declaración más efectiva y concisa de toda su carrera. Este es un trabajo coral apabullante, inspirado por su primeriza paternidad, con el concurso de Thundercat, Taj Austin, Terrace Martin, Ras Austin, Patrice Quinn, DJ Battlecat, Brandon Coleman, D-Smoke o BJ The Chicago Kid, entre otros, que deambula por cualquier vía estilística con mayor flexibilidad que antaño, y que marca mejor los tempos y mejora los ritmos, recordando una época en la que el jazz era considerada una música de baile: todo el disco actúa como un tributo al arte de la danza.

En consecuencia, hay mucho más espacio para aventurarse por un territorio más divertido y lúdico, como la colaboración con George Clinton –este tío es literalmente eterno– en “Get Lit”; o en la audaz “Computer Love”, en la que canaliza el espíritu futurista del Herbie Hancock e invoca al teclista de Weather Report, el austríaco Joe Zawinul. También da pábulo a la reflexión, como en “Dream State”, en la que la flauta de André 3000 se enfrenta con la atmósfera más trabajada de los larguísimos 86 minutos del disco. “Together”, en otro alarde atmosférico, insiste en la idea humanista y no tanto espiritual de este nuevo Kamasi que se anticipa mejor, esquiva la obviedad y parece ilimitado. ∎

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