La maravillosa ración de pop pluscuamperfecto que Panda Bear y Sonic Boom nos sirvieron en “Reset” (2022) –materializada en unos directos no menos maravillosos– se amplia en el nuevo álbum en solitario de Noah Lennox, el primero solo a su nombre desde el ya lejano “Buoys”, aparecido en febrero de 2019.
Desde su estudio en Lisboa y con una separación sentimental de por medio, el confundador de Animal Collective entrega en “Sinister Grift” (algo así como “Estafa siniestra”) su disco más accesible hasta la fecha y el mejor (opino) desde aquel magistral “Person Pitch” editado en 2007 en Paw Tracks.
Lennox se lo guisa y se lo come todo él solito, aunque, en la distancia, ha contado con la colaboración de todos los miembros del Colectivo, especialmente con Josh Dibb (Deakin) –aquí ejerciendo de productor y de coordinador del proyecto–, además de con aportaciones de su hija Nadja, de su actual pareja (Rivka Ravede, del trío de Filadelfia Spirit Of The Beehive) y del canadiense Patrick Flegel (Cindy Lee).
La voz aniñada y dulce de Lennox conduce las diez canciones hacia un paraíso de pop donde los resortes del pasado se cruzan con los resortes del presente en un ejercicio que esquina la nostalgia pero que chorrea con un magnífico prisma hauntológico que parece afirmar que cualquier tiempo pasado fue mejor pero que este puede trasladarse a nuestros días sin olor a naftalina.
Los juegos vocales son fundamentales en la recreación de un mundo melódico que tiene a Brian Wilson y The Beach Boys en lo más alto de un altar de influencias que también incluye –según afirma él mismo en esta entrevista a Rockdelux– a The Beatles, The Zombies y The Temptations y que son el líquido unificador de un combinado sonoro donde los sintetizadores, las guitarras y las percusiones se elevan encantadas y siempre al margen de lo previsible con algunas intromisiones inesperadas –la lap steel guitar de Walsh Kunkel en “Venon’s In”, “Left In The Cloud” (de lo más flotante del álbum) y “50mg”–. Esta última forma –junto a “Praise” (Maria Reis y Rivka en los coros) y “Anywhere But Here” (con el spoken word de Nadja)– parte de un trío de gemas infalible: de los mejores inicios de un álbum que recuerdo en mucho, mucho tiempo.
Los aires fronterizos de “Ends Meet” –Reis y Rivka en los voces, “noises” de Avey Tare y “sounds” de Geologist– pueden evocar el EP “Reset Mariachi” (2024), aquí con un plus de surf music delicioso, como una postal sepia de una California idealizada.
Líricamente, “Sinister Grift” oscila entre la confesión a corazón abierto (“Praise”: “Mi corazón, se dobla antes de romperse / (Me estoy desmoronando y agrietando) / me estoy aferrando a ti”; “50mg”: “Buscando culpables, nombrando el nombre / Diciéndome todo lo que no soy (no soy)”; “Ferry Lady”: “Pensé que volveríamos a ser amigos / Empujados hasta el final, podemos, pero no lo hacemos / Los días que pasamos, ahora no nos importa / Pensé que volveríamos a ser amigos”), aunque Noah ha insistido en que este no es su “divorce album”, y elucubraciones más abstractas, con un final (“Defense”) –tras la delicada “Elegy For Noah Lou”, la pieza más extensa del álbum– que parece recapitular sobre rupturas y nuevos comienzos (“Buscando defensa / No queda nada por hacer / Pero agacho la cabeza y lloro / ¿Cuál fue la intención? / Buscando probar / Este movimiento es digno”) y que tiene en el solo de guitarra de Cindy Lee su pináculo eléctrico.
Etéreo y psicodélico, poético e imaginativo, antiguo y moderno, “Sinister Grift” –envuelto en esa portada a lo Caravaggio obra de Rivka– es la prueba de que el motor de Animal Collective, disperso o cohesionado, continúa con la brújula en la dirección adecuada aunque las cimas de “Strawberry Jam” (2007) y “Merriweather Post Pavilion” (2009), discos que definieron el pop de cambio de siglo, sean difíciles de alcanzar. ∎