El misterio Tindersticks. Foto coloreada por Richard Dumas & Suzanne Osborne
El misterio Tindersticks. Foto coloreada por Richard Dumas & Suzanne Osborne

Entrevista

Tindersticks: “Fuimos la primera generación que intentó cambiar las cosas en el Reino Unido”

El mundo paró, pero la factoría Tindersticks no se detuvo. Un disco de canciones nuevas, un recopilatorio y otra banda sonora para una película de Claire Denis testaron a lo largo de los dos últimos años la inapelable evolución de una banda que, más allá de los lindes del pop de cámara, sondea ya tres décadas de vida con envidiable salud y siempre mirando hacia delante. Podremos comprobarlo en la gira que iniciaron el pasado viernes en el festival Actual de Logroño y que continúa esta semana en San Sebastián (9), Valencia (10), Alicante (11), Murcia (12) y el Inverfest de Madrid (13).

Stuart Staples, vocalista y compositor principal de Tindersticks, siempre ha tenido un concepto muy visual, casi pictórico, de la música. Es de esos escritores de canciones que se dejan llevar más por la intuición que por ningún plan premeditado. Su método es más alquimista que estrictamente científico. A lo largo de la charla que mantenemos a través de la pantalla del PC, desde la que puedo ver parte del estudio que tiene en la buhardilla de su casa en Limousin, en pleno corazón de Francia, repite en más de una ocasión la noción de que son las ideas las que le llevan en volandas a plasmar las sensaciones y los sentimientos en canciones. Como si apelara a una fuerza que está por encima de él.

Los últimos dos años han sido pródigos en novedades para el quinteto que actualmente forma Staples junto a David Boulter (teclados), Neil Fraser (guitarra), Dan McKinna (bajo) y Earl Harvin (batería). Tres discos: el heterogéneo “distractions” (2021), el recopilatorio Past Imperfect. The Best Of Tindersticks ’92-’21” (2022) –incluido entre los mejores del año pasado para Rockdelux– y la banda sonora de la película “Stars At Noon” (Claire Denis, 2022). Su gira por España de estos días se anuncia como celebración de sus treinta años de carrera. Hablamos de todo ello con Stuart Staples.

Stuart Staples, motor del grupo. Foto: Julien Bourgeois
Stuart Staples, motor del grupo. Foto: Julien Bourgeois

Hace tres años tuve la ocasión de entrevistarte. Desde entonces hubo una pandemia y tres discos nuevos de Tindersticks: un recopilatorio, una banda sonora y un disco de canciones nuevas. Parece que hayan pasado y hayan cambiado muchas cosas, incluyendo la forma de hablar entre periodistas y músicos: si entonces lo hicimos por teléfono –era lo habitual–, ahora lo hacemos por Zoom. ¿Tienes también la impresión de que haya pasado más tiempo, de que estos tres últimos años han sido muchos más?

Sí, la pandemia ha alterado nuestra percepción del tiempo reciente. Hay cosas que pasaron hace tres años y parece que fueran hace cinco. Te cambia el concepto del tiempo, en cierto sentido. Yo todavía estoy tratando de acostumbrarme, para serte sincero. Pero también te hace darte cuenta de las cosas que has ganado y las que has perdido. Es una ruptura, también para cualquier proceso creativo, pero aún no sabemos hasta qué punto es positiva.

De hecho “distractions” fue la clase de disco que se me hubiera hecho algo más difícil de entender sin la pandemia de por medio. Incluyó tres versiones y una apertura estilística en cierto modo recreativa, como de dar salida a aquello que en condiciones normales quizá no os hubierais atrevido. ¿Fue así?

En cierto modo vino forzado por la necesidad de crear, de crear para sentirme bien, que es una necesidad que tengo. Me siento bien cuando estoy trabajando en algo. Un par de canciones del disco ya venían de antes, pero me encontré con una situación que me obligó a pensar en cómo aprovechar ese tiempo de un modo constructivo para no volverme loco. De ahí empezaron a emerger las ideas. Incluso hubo un momento, trabajando solo en el estudio, en el que pensé que no sería un disco de Tindersticks, hasta que empecé a compartirlo con el resto de los chicos y comenzaron a aportar ideas con mucho entusiasmo. Somos un grupo, al fin y al cabo. Pero el proceso fue completamente distinto al de nuestros discos anteriores, muy distinto sobre todo al de “No Treasure But Hope” (2019), en el que los cinco estuvimos juntos dando forma a las canciones desde el primer momento. “distractions” (2021) es un disco muy válido, me hizo aprender a trabajar de otro modo, de una forma que no sé si estaría dispuesto a repetir en un futuro, porque también echo de menos eso que ocurre cuando los cinco nos juntamos en un mismo estudio y nos dejamos llevar por esa energía. Y suerte que pudimos juntarnos tras el confinamiento. Pero gran parte de ese disco fui yo solo estrujando la cabeza.

“Claire Denis nunca nos pide que nuestra música sea de un estilo determinado, no usa scores temporales… lo que quiere ver es mi reacción ante lo que ella ha hecho, saber cómo veo la música y el rol que debe tener y dónde debería ser utilizada”

Stuart Staples

Hace poco se publicó la banda sonora de la película “Stars At Noon”, de Claire Denis. Es la décima ocasión que trabajáis con ella desde 1996. Aparte de vuestra estrecha relación personal, ¿qué tiene su cine de especial para estar tan ligado a vuestra música?

Sí, hay una relación personal forjada con los años, pero creo que nunca es un espacio cómodo lo de hacer música para sus películas, siempre es un desafío. Algo que se desafía a sí mismo. Abre espacios y posibilidades de trabajo. Conozco a mucha gente que se gana la vida haciendo bandas sonoras y soy consciente de tener mucha suerte en muchos sentidos, no solo porque Claire sea una gran directora, sino porque en cada toma hay algo vivo. En cada elección, en cada situación. Es un trabajo que provoca que te hagas preguntas continuamente. Claire nunca dice “quiero música aquí” o “desde aquí hasta allá”. Nunca nos pide que nuestra música sea de un estilo determinado, no usa scores temporales… lo que quiere ver es mi reacción ante lo que ella ha hecho, saber cómo veo la música y el rol que debe tener y dónde debería ser utilizada. Es más como una colaboración viva, de responder a las preguntas que surgen.

¿Cómo trabajáis? ¿Lees antes el guion? ¿La película entera o parte de ella?

Para serte sincero, lo más importante es la conversación. Cuando ella tiene una idea que le interesa. Un buen ejemplo fue “Trouble Every Day” (2001): si me hubiera dejado ver la película antes y me hubiera dicho que le pusiera música después habría sido muy distinta a la que luego plasmamos, porque las conversaciones que tuvimos cuando ella estaba trabajando aún en el guion nos daban una idea tan romántica sobre la película, sobre cómo se besaban los protagonistas y cómo querían darse mordiscos uno al otro, que esa era en realidad la esencia del filme. La superficie de la película es muy distinta, es más forzada y dura, tiene momentos de cierto horror corporal. Así que las ideas a veces proceden de las conversaciones que tenemos previamente. Eso nos permite concentrarnos en el romance de la historia y que surja un nexo muy especial entre la música y la imagen. Otras veces sí que nos pasa el guion y trabajamos a partir de él, pero casi siempre todo surge de las conversaciones previas que tenemos con ella.

¿Habéis oído algo de jazz últimamente? El disco suena mucho a jazz.

Bueno, yo no me calificaría como un fanático del jazz. Creo que en todo lo que hacemos siempre hay elementos de jazz, hay mucho que aprender de él. Pero no soy un oyente implicado en la artesanía del jazz, aunque siempre ha formado parte de las cosas que escucho.

“Both Sides Of The Blade”, clip dirigido por Stuart Staples.

Dirigiste el videoclip de “Both Sides Of The Blade”, uno de los cortes de “Past Imperfect. The Best Of Tindersticks ‘92-‘21”, también realizado para la anterior película de Claire Denis, “Fuego”, y también el documental “Minute Bodies. The Intimate World Of F. Percy Smith”. ¿No has tenido nunca la tentación de dirigir una película de ficción?

Supongo que hay veces en las que una idea me viene a la cabeza y siento que tengo que llevarla a cabo y luego me planteo cómo hacerlo, y creo que con las canciones me pasa lo mismo. No puedo sentarme aquí y decirme que he de escribir una canción hoy. Algo entra en mi cabeza y persigo la forma en la que voy a expresarlo. Es algo a lo que te agarras. Y creo que no hay ningún control sobre eso. La gente me pregunta sobre cuál es mi forma de escribir, pero es que no creo que haya elecciones reales en ello, simplemente trato de entender las ideas que me vienen a la cabeza y serles fiel, y creo que es igual con los proyectos de cine. Si algo surge, voy a por ello. Pero ahora mismo no ocupa mi tiempo.

¿Dirías que son las canciones las que te eligen y no al revés?

Creo que eso es verdad hasta cierto punto. Cuando sientes una emoción muy intensa, incluso aunque proceda de algo que te ocurrió hace quince o veinte años, a veces te encuentra de un modo que resuena en el momento actual de tu vida y trata de salir afuera y cobrar otro significado. No son cosas que se divorcien de tu vida. Creo que se trata de tener la mente abierta. Si estás abierto a la música, ocurren cosas. Y lo mismo vale para actuar en directo. Si he aprendido algo es que debes estar abierto al momento y ver a dónde te lleva. Y es lo mismo que le pido al público. Si tienes la mente cerrada cuando estás sobre un escenario, eso se convierte en una broma. Si la tienes abierta a los sentimientos del resto de la gente… Y es lo mismo con la escritura de canciones. Si estás abierto, la música te encuentra.

“Este nacionalismo conservador tan cerrado está creciendo. Y con los problemas que todos hemos de afrontar, es muy fácil culpar a los inmigrantes. No puedo evitar sentirme muy nervioso sobre eso. No sé a dónde nos puede conducir”

Stuart Staples

Hace tres años me comentabas que cada vez te resultaba más complicado que en vuestra música no permeara la influencia del contexto social y político. Pero lo seguís filtrando de un modo muy tenue, hasta el punto de que la canción más abiertamente combativa de “distractions” ni siquiera era vuestra: era “You’ll Have To Scream Louder”, de Television Personalities. Como si tuvieras que expresarlo a través de la voz de otros.

En cualquier forma de arte, los motivos muy obvios se cargan el misterio. Y creo que la música tiene que tener ese elemento de misterio. Igual que en el cine o en la pintura. El misterio te provoca fascinación. Volviendo a Claire y la forma en que trabaja, si ves una de sus películas tienes que estar muy abierto a sentir cosas en sus historias sobre las que nadie te va a decir cómo debes sentirte. Es importante, porque significa que hay huecos y ambigüedades que deben ser resueltos por el espectador. Y en la música ocurre igual. La versión que hicimos de Television Personalities en el álbum es extraña porque no pensábamos en ella en un principio. Es una canción que está muy dentro de mí, de esas que te das cuenta que te sabes de memoria, cuya letra dominas palabra por palabra tan pronto coges la guitarra para tocarla. Conectó conmigo en los ochenta, cuando se publicó “The Painted Word” (1984). Y ahora volvió a encontrarme. Estábamos confinados y cobró una nueva importancia. Me retrotrajo a mi juventud y a cómo me sentía en los 80. Nuestra generación fue la primera que trató de cambiar las cosas en el Reino Unido. Cuando era un crío fui miembro de School Kids Against Nazis. La tele supuraba racismo y sexismo en su forma de modular el humor. Intentamos cambiar eso. Y en el momento en que hicimos “distractions” creo que había un sentimiento de que las cosas no habían cambiado realmente. O no tanto como pensamos. De ahí viene mi conexión con la ira que transmite esa canción. Siempre he admirado la forma de escribir de Dan Treacy. Igual que la de Jonathan Richman. Tratan de ser naíf, pero al mismo tiempo dicen cosas muy obvias, al menos para mí, que soy más reservado para esos asuntos. Me gusta cómo ambos ven el mundo y dicen las cosas sin afectaciones.

El encaje de todas las piezas del grupo. Foto: Suzanne Osborne, Steve Gullick y Christoph Agou
El encaje de todas las piezas del grupo. Foto: Suzanne Osborne, Steve Gullick y Christoph Agou

¿No te produce cierto cansancio que haya que estar siempre instalados en una revolución permanente? ¿Que tantas cosas sigan sin cambiar pese al devenir del tiempo y haya que resaltarlo?

Creo que en los 80 yo también era más radical que ahora. Pero siento que hay una lucha continua entre dos caras de la sociedad. En los 80 teníamos un gobierno muy de derechas en el Reino Unido y estábamos acostumbrándonos a tener una gran población de inmigrantes –bueno, aún estamos acostumbrándonos– que fueron invitados a venir aquí para ayudar a reconstruir el país tras la Segunda Guerra Mundial. Muchos jamaicanos, hindúes y bangladesíes que luego fueron vistos como un problema por esa parte de la sociedad más conservadora. Es un equilibrio pendiente, sin resolver. Y esta vez da más miedo, en mi opinión. Este nacionalismo conservador tan cerrado está creciendo. Y con los problemas que todos hemos de afrontar, es muy fácil culpar a los inmigrantes. No puedo evitar sentirme muy nervioso sobre eso. No sé a dónde nos puede conducir.

“Si fuéramos el clásico grupo que cuando toca en directo solo mira a su pasado, sería desmoralizante. No podríamos. No va con nuestro carácter. No hubiéramos dado más de diez conciertos (risas)

Stuart Staples

En esta gira por España estáis celebrando vuestros treinta años. ¿Cómo ves la evolución de Tindersticks con la perspectiva de estas tres décadas?

Nunca hemos mirado mucho más allá de lo que nos tenía ocupados en cada momento. Nos centrábamos en las ideas que nos hacían ir hacia delante. Si miro atrás, en estos treinta años veo muchos escalones en nuestra carrera. Diferentes fases. Si te levantas por la mañana y piensas en una idea para una canción… Afortunadamente he podido pasar todo este tiempo dedicándome a eso, cuando mucha gente no lo consigue. Esas ideas han alimentado a la banda, la han mantenido viva. Pasan un par de años y surgen otras nuevas. Y todos los miembros de Tindersticks son responsables de ese diálogo creativo, que tiene que mantenerse vivo. Y si no lo estuviera, se detendría. Si no tienes esa sensación de deseo colectivo para descubrir, crear, sentir, no duraría mucho en el tiempo. Yo creo en eso. Es lo único en lo que confío, en realidad. Si fuéramos el clásico grupo que cuando toca en directo solo mira a su pasado, sería desmoralizante. No podríamos. No va con nuestro carácter. No hubiéramos dado más de diez conciertos (risas). Pero si estás conectado con ideas nuevas y con ganas de conectar con la gente, eso te mantiene con ganas de seguir ofreciendo conciertos.

En España habéis tocado muchas veces. ¿Tienes algún recuerdo especial?

Muchos. Es difícil superar la sensación de estar en un gran recinto, en cualquier parte del mundo, con un gran público, y hacer de eso algo más grande que la suma de sus partes. Incluso la última vez que tocamos en el Palau de la Música, en Barcelona, lo sentí. Son momentos de la vida que se quedan contigo para siempre. Cuando todos los factores se juntan, es extraordinario.

Por cierto, ¿estáis trabajando en material nuevo?

Sí, pero creo que será en este 2023 cuando lo concretemos, porque 2022 lo dedicamos sobre todo al directo y a otras cosas que no nos han dejado tiempo para dejar que las ideas evolucionen. Espero que este año nos dé la oportunidad de ver a dónde nos llevan. ∎

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