a tradición, para perdurar, vive de la dialéctica entre la inmovilidad y la actualización permanente. La música folclórica celta ha hecho precisamente de esta dinámica uno de sus leitmotiv. La canción centenaria se formula de nuevo en ella una y otra vez, busca la conversación a través de las épocas y expone a sus intérpretes a su devenir. Así, los reels y las gigas consiguen dar siempre con un giro inesperado. La precisión con que el cuarteto dublinés de multinstrumentistas y cantantes Lankum describe su visión estética conecta precisamente con esa idea atávica mientras, al mismo tiempo, se despide de cualquier falso romanticismo kitsch.
Diez de los doce temas de “False Lankum” (Rough Trade- Popstock!, 2023), su quinto álbum –los dos primeros se publicaron a nombre de Lynched por el apellido de sus fundadores, los hermanos Ian y Daragh Lynch–, retuercen temas tradicionales que Radie Peat, Cormac Mac Diarmada y los citados hermanos hacen suyos con una intensidad que rompe las barreras entre lo ajeno y lo propio.
Con su álbum previo, “The Livelong Day” (Rough Trade, 2019), también seguían el mismo patrón: ocho canciones, cinco de ellas versiones. Y fue entonces cuando lograron crear su propia versión del folk tradicional irlandés, como si de unos Niños de Elche dublineses se tratase. Pero en su caso, lo explican Daragh Lynch y Cormac Mac Diarmada en esta entrevista por Zoom, el éxito y la comprensión local los acompaña: nada de enfrentamientos con los intransigentes puristas del género, sino alborozo por haber logrado ensanchar tanto el horizonte con una música que servidor no pincharía jamás en una juerga beoda. “False Lankum” comienza con “Go Dig My Grave”, la historia de un suicidio. Situándose a caballo entre el folk irlandés y el blues más desolador, la única integrante femenina del grupo, Radie Peat, canta una vieja canción que conoció a través de una grabación de hace sesenta años de Jean Ritchie en su álbum “Jean Ritchie And Doc Watson At Folk City” (1963), que cuenta la historia de una chica que se ahorca por un fracaso amoroso. En “The New York Trader”, cantada por Ian Lynch, convierten una fábula marinera de asesinatos y sacrificios en una feroz giga de psych-rock. Y hay más asesinatos en “Lord Abore And Mary Flynn”, una balada dolorosa con la voz principal de Cormac Mac Diarmada. También “Newcastle”, descrita por la cantante folk Shirley Collins como “una de las más bellas melodías de baile inglesas”, deja de ser tan encantadora en manos de Lankum. Mientras que la voz de Collins se eleva con optimismo en el verso “Why shouldn’t my love love me?”, la de Peat va en la dirección opuesta con un tono definitivamente lúgubre. “False Lankum” no es ni feliz, ni optimista, ni nada que se le parezca. Por algo la prensa británica los compara con Swans y Sunn O)))…
El 21 de marzo de 2020 estabais programados en el Festival Internacional de Arte Sacro de Madrid. Hubiese sido vuestro primer y único concierto oficial en España (aunque, de hecho, tocaron hace quince años en un casa ocupada en Badalona ante unas veinte personas, pero en aquella época se hacían llamar Lynched).
Daragh: Sí, teníamos planeado tocar en el Museo del Prado de Madrid, en un concierto acústico en la sala de las pinturas negras de Goya. También íbamos a tocar unos días después en los Teatros del Canal… pero ocurrió lo del COVID.
En su día hice un comentario sobre “The Livelong Day” para Rockdelux y me llamó mucho la atención que la mayoría del álbum fuesen versiones de piezas clásicas tradicionales irlandesas. Y ahora es aún más abrumadora la proporción: diez versiones entre las doce piezas del disco. ¿A qué se debe?
Daragh: No sé si es algo que planeamos conscientemente. Es como surgen las cosas. Las melodías tradicionales y el canto son una parte muy normal de nuestras vidas. Y ahí se entremezclan canciones que han escrito otros en los últimos cincuenta años y algunas de las canciones que hemos escrito nosotros.
Cormac: Creo que es divertido ver las sutiles diferencias que hay entre las distintas versiones de una canción que conoces desde hace mucho tiempo. Y cuando de repente se produce un ligero cambio se convierte en una canción completamente nueva, y eso es motivo de alegría. Como en el caso de “The Wild Rover”, una canción que se ha hecho tantas veces pero que era la primera vez que se escuchaba como la hicimos nosotros, que se convertía en la realidad de lo que es la letra, una historia muy triste sobre el consumo de alcohol y sobre cómo se arruina una vida.
La realidad es que la imagen que tenemos de la música tradicional irlandesa, desde fuera, es que pese a que efectivamente sus textos no son precisamente alegres, la música sí destaca por su vitalidad y sus ritmos bailables. Vosotros la convertís en música casi fúnebre.
Daragh: Creo que todos nos sentimos muy atraídos por cierto tipo de música extraña o interesante. Lo que hace interesante a la música es que te sorprenda, que tenga elementos diferentes que te mantengan interesado. Todos nosotros estamos interesados en la música experimental y la música ambient o en otro tipo de cosas diferentes.
Cormac: También hay muchas canciones lentas en la música tradicional. Y también hay mucha tristeza. Muchas canciones sombrías, lentas y lúgubres.
En España nos pasa con el flamenco. Esconde mucho dolor y mucho lamento, pero tiene mayoritariamente una representación festiva. Sin embargo, quienes aquí se atreven a salirse de la norma del estilo reciben críticas muy duras del sector más purista y no llegan casi nunca a despuntar como figuras populares reconocidas, mientras que vosotros sí habéis alcanzado el éxito. En cualquier caso, ¿os han visto como profanadores de la música tradicional? Si los miembros originales siguieran vivos, ¿sería posible que The Dubliners o The Chieftains hubieran querido colaborar con vosotros?
Daragh: No creo que hayamos recibido tantas malas críticas a ese nivel. Y creo que es porque probablemente sea obvio para la mayoría de la gente que lo que hacemos va en serio y que somos muy sinceros. Sobre todo con nosotros mismos. Creo que la música que tal vez sea más criticada es la música poco sincera o la música que se dirige a los turistas. Es como una versión falsa de lo que es la música irlandesa. Creo que eso es lo que la gente ve más negativamente.
Cormac: Creo que somos muy afortunados porque hemos sido muy apoyados en Irlanda. Incluso las personas que yo habría considerado puristas me han dicho que disfrutan realmente con estos dos últimos discos.
Aunque no visito Irlanda desde hace unos cinco o seis años, sí he ido notando desde la primera vez, en torno a 1994, cómo iba creciendo la avalancha de turistas en el centro de Dublín. ¿Hasta qué punto está afectando a la música tradicional irlandesa?
Daragh: Creo que es algo muy raro para la música tradicional, ya que la divide en dos áreas casi separadas. Por un lado está la gente a la que realmente le gusta tocar y cantar. Y luego hay un área que es solo para turistas que realmente solo se encuentra en el centro de la ciudad. Ahí se halla lo que los turistas esperan. Y si vas a tocar ahí de repente te das cuenta de que has estado tocando durante cuatro horas y te has sumergido en ese ambiente. Creo que eso es lo bonito del intercambio.
Cormac: Hay algunos sitios a los que puedes ir donde la música es algo social y la gente toca algunas canciones, paran cinco minutos y hablan, quizá cantan una canción y vuelven a tocar más canciones. Y es una forma muy agradable de socializar, y la música es… simplemente agradable de escuchar y tocar. Cuando yo era más joven, cuando tenía veintitantos años, toqué algunas veces en Dublín para turistas en este tipo de lugares. Y recuerdo que estaba tocando el banjo y la guitarra y el gerente del pub se me acercó y me dijo: “¡Más rápido! ¡Más rápido!”. Eso es horrible. Muestra exactamente el tipo de mentalidad. No se podía parar y hablar durante cinco minutos. Si parabas y hablabas cinco minutos, el gerente venía y decía: “Vamos, sigue con lo que tienes que hacer”.
Vosotros crecisteis viendo música tradicional irlandesa, pero no me podéis negar que Lankum no sigue esa línea. ¿Cómo surgió vuestra “desviación”? ¿O pensáis que no hay desviación en absoluto?
Daragh: Creo que lo que hacemos ahora es la conclusión de muchas cosas que hemos estado haciendo desde el principio, quizá en dosis más pequeñas. Para mí, temas de “Cold Old Fire” (Autoeditado, 2014), el segundo álbum de Lynched (el nombre anterior de Lankum), como “The Tri-Coloured House”, tienen una energía similar a lo que estamos haciendo ahora. Y creo que estamos teniendo más confianza para darnos cuenta de eso. Y creo también que el quinto miembro de Lankum, el productor John “Spud” Murphy, ha elevado nuestro sonido hasta el punto de que sabemos que si hacemos un tipo de arreglo concreto y lo llevamos al estudio, él lo conseguirá llevar a un nivel superior. Así que creo que tenemos mucha más confianza en nuestra creatividad. Yo no sé si Cormac lo considerará “desviación”, porque él sí que ha crecido absolutamente en ese ambiente. Él tocaba el violín desde que tenía cinco años o así. ¿A ti qué te parece?
Cormac: En realidad desde los seis años… (risas).
Daragh: Pero en su familia también hay “desviaciones”: sus hermanos tocan en un tipo de bandas ruidosas muy experimentales y en bandas de krautrock, y tienen temas de veinticinco minutos de duración, con un tipo de música muy hipnótico. Así que creo que no se trata de desviaciones, sino que es más bien todo el tipo de cosas que han estado sucediendo en nuestras vidas. Así es como Cormac habrá tenido todos esos elementos a su alrededor desde que era un niño. Ian y yo hemos tenido otras. Hemos estado interesados en un montón de música punk y rock’n’roll, pero al mismo tiempo hemos tenido conocimiento de Christy Moore y de Planxty, The Dubliners y The Pogues. Así que se juntan todos estos elementos diferentes con los que nosotros cuatro hemos crecido tocando. Estaba la música tradicional, pero también estaban Radiohead y Nina Simone. Así que es como poner todas estas cosas en una licuadora.
No sé si os gusta Billy Bragg, pero al principio de su carrera dijo que cuando salía al escenario no lo hacía pensando que era Phil Ochs, sino The Clash. ¿Con qué espíritu subís vosotros a un escenario teniendo en cuenta que, como Billy Bragg, también hay un importante componente político en vuestras canciones?
Daragh: No lo sé. No sé con qué espíritu salimos al escenario. Depende. Normalmente solo salimos nerviosos (risas), esperando que salga bien. Las canciones que hemos escrito que puede que tengan un elemento político o social son las de “Between The Earth And Sky” (Rough Trade, 2017), que iba sobre algunas cosas terribles que han sucedido en Irlanda con la Iglesia Católica y las madres solteras y los bebés y este tipo de historias. Ya sabes: las cantas en Irlanda y esperas ver la reacción del público. Y ese es un momento muy especial.
Quería saber también qué queréis decir con el título del álbum. ¿Qué significa “False Lankum”?
Daragh: Es el nombre completo de la canción de la que tomamos nuestro nombre. Una canción muy antigua, de un tipo malvado que vuelve al castillo y asesina a toda la familia que vive allí. Y hay sangre por todas partes. Es una historia realmente horrible. Ese tipo se llamaba False Lankum, en irlandés antiguo. Hace un par de cientos de años llamar a alguien falso era como decirle “mala persona” o lo que sea. Pensamos que era interesante, porque funciona en varios niveles diferentes: viene del nombre de la canción, pero también hace que la gente se haga preguntas como la que tú estás haciendo ahora. Preguntas del tipo “¿Qué es el Lankum?” o “¿Existe un verdadero Lankum?”. Todo este tipo de preguntas con respecto a las ideas de la tradición o la música tradicional: ¿hay una especie de tradición real en todo esto? Es una especie de juego.
En el Reino Unido cuando sacasteis “The Livelong Day” ya compararon vuestra música con la de Sunn O))) o los Swans, y este “False Lankum” va incluso más allá. ¿Por qué?
Daragh: Iba a decir que creo que quizá habíamos conseguido poner un tipo diferente de microscopio sobre las texturas y sutilezas y quizá necesitábamos perdernos para centrarnos. Lo que ves o lo que sale en un álbum es una parte de algo más grande. Al final salen seis minutos de los quince minutos grabados de ambiente, que luego recortamos en pedazos como las fugas de la portada del álbum. Las cosas que dividen las pistas puede decirse que originalmente eran una sola pieza. Fue solo una especie de “sentarse a experimentar un poco”. Y es algo encantador: te pierdes en ello. Pasan veinte minutos y te parecen cinco. Solo con la lentitud fúnebre de la música descubres las pequeñas cosas que se llegan a escuchar. Algunas cosas que se sienten como ruidos son en realidad capas muy bien estructuradas con grandes sutilezas en su interior.
Creo que el disco lo grabasteis en una vieja torre martello, un tipo de construcciones costeras que se empleaban antiguamente para observar la posible llegada de piratas, cerca de Dublín. ¿Y eso?
Daragh: Es un álbum pandémico por la naturaleza de la época en que se ensayó y se organizó. Está totalmente influenciado por todo lo que estaba sucediendo en ese momento. Ensayábamos y vivíamos juntos en esa especie de torre extraña al sur de Dublín. Pasábamos así dos o tres semanas y luego nos íbamos, pero volvíamos a la torre durante otras dos o tres semanas. Era una especie de burbuja en la que estábamos constantemente juntos y haciendo música. Luego hicimos lo mismo en el estudio: pequeños bloques de una semana en el estudio y luego no hacíamos nada durante un mes hasta que volvíamos otra vez al estudio. Todo era mucho más lento e intenso cuando estábamos juntos. Creo que puede llevar algún tiempo darse cuenta de todas las influencias de la pandemia, pero eso influyó en que el proceso fuera muy diferente y más largo y lento.
Cormac: Había tanto tiempo para procesar porque no había más que hacer. No creo que hayamos tenido distracciones. Definitivamente, nunca hemos tenido tanto tiempo para crear y tomarnos nuestro tiempo porque estábamos mucho de gira.
Pero ¿de dónde salió esa torre?
Daragh: Es de una mujer, una seguidora de James Joyce. El “Ulises” (1922) da comienzo en una de estas torres. Y creo que James Joyce vivió allí por un tiempo. La de James Joyce es la siguiente torre a la nuestra, en la que estábamos nosotros. La de James Joyce es ahora un museo sobre él. Pero en la que estuvimos estaba en venta y esa señora la compró. Y cuando ella no está le gusta que se quede allí gente creativa, así que deja que escritores, músicos y pintores pasen allí temporadas. Le gusta que usen la casa cuando ella no está como espacio para crear. Ella estaba en su casa en Nueva York durante la pandemia y le encanta la banda. Así que nos dijo que si queríamos ir a ensayar y quedarnos en la torre, éramos bienvenidos. Y estuvimos de acuerdo. ∎