
Con “Fallen Leaves” (2023), Aki Kaurismäki parece haber escrito su particular “Carta a los Corintios” bajo el signo de Charles Chaplin. No importa el contexto bélico que asoma a través del transistor como tampoco el desempleo, el capitalismo, los problemas con el alcohol o que el trozo de papel con el teléfono de la amada salga volando con el viento del norte, porque el amor, en efecto, todo lo puede.
Cada vez más depurado y sólido en su puesta en escena, a Kaurismäki solo le hace falta una chica, un chico y un perro para regalarnos una obra maestra. Ansa (Alma Pöysti) es la chica del supermercado, a quien acaban de despedir, y Holappa (Jussi Vatanen) se deja la piel en una siderurgia mientras lucha contra su adicción a la bebida. Se conocen en un karaoke, pero es en una sala de cine donde se fragua el enamoramiento. Al primer encuentro le sigue una separación azarosa y, de ahí, los tanteos por luchar contra la mala suerte, rencontrarse y, quizá, resarcirse del pesar cotidiano. Todo es sencillo en “Fallen Leaves” y, a la vez, de una emoción incontestable. Envolviendo ese nudo dramático, el gesto contenido heredado de Robert Bresson, la narrativa de David Lean en “Breve encuentro” (1945), el romanticismo de Leo McCarey, las melodías de Franz Schubert y los guiños a colegas de profesión como Jim Jarmusch, como si Kaurismäki no solo rindiera homenaje a sus maestros y cercanos, sino que contuviera sus imágenes y su cine integrándolos en una poética de profundo humanismo.
Pero si hay algo arrebatador en esas hojas caídas que protagonizan la obra del finlandés, desclasados al margen de la sociedad del bienestar, es un intenso deseo de felicidad. Transmutados en sosias de Charlot y la florista ciega de “Luces de ciudad” (Charles Chaplin, 1931), la pareja cede al amor, que no al sentimentalismo, en el más bello corolario que va a poder verse este año. ¿Cómo no conmoverse con esa ilusión enamoradiza que camina, unida, hacia un horizonte lejos, muy lejos del aciago presente? Paula Arantzazu Ruiz
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En un tiempo en que el thriller coreano, que tantas alegrías nos dio en el pasado, se ha vulgarizado en extremo para contentar el bajo nivel de exigencia de las plataformas, Park Chan-wook sirve un neo-noir absolutamente deslumbrante sobre un policía neurótico e insomne que se obsesiona con la principal sospechosa de un par de crímenes: una mujer fatal más retorcida de lo usual a la que da vida la seductora Tang Wei. Está claro que el argumento, previsible, le guiña más de un ojo al autor de “Vértigo” (Alfred Hitchcock, 1958), que toda la trama funciona como un mecanismo de relojería hitchcockiano que se resuelve en esos detalles pensados para que se te pasen por alto. Pero eso importa poco. Incluso podríamos decir que la historia no es más que un Macguffin, un mero pretexto para una puesta en escena barroca y al mismo tiempo exquisitamente medida, llevada al punto máximo sin resultar agobiante. Para el director, cada plano es un lienzo concebido con sentido arácnido, un equilibrado parque de atracciones estético para el que diríamos que, más chulo que un ocho, ha utilizado todos y cada uno de los recursos formales de su arsenal, sin dejarse ni uno. Pero, al mismo tiempo, sabe cómo rebajar los excesos de su apabullante derroche de estilo con un humor omnipresente, que va más allá de lo negro y lo macabro y resulta más bien juguetón, abiertamente lúdico, con el espectador como cómplice. Philipp Engel
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Ali Abbasi, director iraní nacionalizado danés, sorprendió hace cinco años con su tercer largometraje, “Border” (2018), un thriller fantástico y romántico protagonizado por trols. Más allá de la singularidad de los personajes, latía en las imágenes de aquel filme una extraña pulsión que abarcaba otros asuntos además del más explícito, el de la diferencia y la normalidad. Lejos de acomodarse en las formas y temas que tan bien le funcionaron, Abbasi da un giro radical para adentrarse en su siguiente película, “Holy Spider (Araña sagrada)”, por los vericuetos de un relato policíaco disconforme en el que una periodista de Teherán investiga unos feminicidios cometidos en Mashhad, la ciudad de peregrinación en la que se encuentra el santuario del imán Reza. El asesino, esta araña que esparce sus peludas patas con pasmosa simpleza sin que nadie de las fuerzas del orden logre darle caza, es un albañil imbuido del sagrado deber de mantener la pureza y, por ello, ejerce una suerte de yihad contra el vicio. Es un fracasado, ya que quiso combatir en la guerra y convertirse en mártir. Después de cada asesinato, llama a un periodista porque necesita la notoriedad. Si al día siguiente no aparece en el periódico el crimen que acaba de cometer, su ira aumenta. Abbasi utiliza su cruzada para realizar un impecable retrato de la sociedad iraní extensivo, por otro lado, al mundo occidental. Quim Casas
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Erice pone el espíritu agonizante del cinematógrafo en medio del discurso. Obra de aliento arrebatadamente elegíaco, no deja de ser una película imperfecta pero de una textura y sutileza inéditas en nuestras pantallas, y conserva una potencia testamentaria de quien no quiere dejarse nada por decir. Solo ciertas fechas del carné de identidad se emocionarán al oír a Manolo Solo cantar “My Rifle, My Pony And Me”, la canción que Dean Martin y Ricky Nelson interpretan en “Río Bravo” (Howard Hawks, 1959). Ramón Ayala
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En el arranque del filme, su directora desplaza la verdad a un fuera de campo, a una imagen ausente cuyos intentos de reconstrucción articularán el resto de la película. En las largas secuencias dedicadas al juicio de la protagonista resulta de crucial importancia aquello que se dice (la palabra) y aquello que no (el gesto a descifrar de la acusada): dos materiales básicos en la construcción de este género, aquí presentes gracias a un guion metódico y a la impecable interpretación de Sandra Hüller. Andreu Marves
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Lo último de Miyazaki es una suerte de compendio y superación de toda su obra. La irrupción de lo fantástico en un ámbito cotidiano con detallismo hiperrealista remite a “Mi vecino Totoro” (1988), mientras que el trazo orgánico de la animación recuerda a la onírica “El viaje de Chihiro” (2001). Todo es familiar y al mismo tiempo distinto en este filme desbordante, que se libera de la esclavitud de la lógica narrativa para abrazar el fantástico más puro, elaborando un emocionante discurso acerca del legado. María Adell

Cierra la trilogía formada con “El reverendo” (2017) y “El contador de cartas” (2021) y es lo más tierno que ha filmado su director. Como en anteriores entregas, se revela con delicadeza como la apertura de una flor: el tono, entre la contemplación y la inquietud, es complicado, pero la forma no podría ser más depurada. Cuando se alcanza el final, de un optimismo que sería naíf de no conocer el historial de Schrader, resulta difícil no admitir que estamos ante el trabajo de un maestro. Andreu Marves

Montada durante los últimos días de vida de la madre de Hogg, no es de extrañar que contenga un amargo sentimiento de despedida. En una suerte de relato gótico, Tilda Swinton deambula por un caserío intentando hacerle la vida más cómoda a su madre (también interpretada por ella). En su lugar, encuentra un hotel despoblado donde todo parece estar dispuesto para enajenar a la protagonista. “La hija eterna” es un pasaje mental, onírico y emocional sobre la memoria y la carga de las expectativas autoimpuestas. Alberto Richart
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“TÁR” es un filme al que no se le puede negar la capacidad de maximizar sus resultados a la luz de sus objetivos. Si lo que perseguía el director de “En la habitación” (2001) y “Juegos secretos” (2006) –experto en convertir dramas costumbristas en tragedias griegas– era componer un retrato femenino a la altura de los grandes antihéroes del cine americano, “TÁR” debería ser considerada un triunfo sonado. Su protagonista merece figurar en el panteón de los monstruos ególatras y autodestructivos del séptimo arte. Manu Yáñez Murillo
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Frente al binge-watching analgésico de series que nos imponemos para tolerar el mundo de hoy, filmes como este persisten, reclamando para el cine el placer escatimado de permanecer largo rato frente a una pantalla. Aquí, con la desaparición de una mujer echa a rodar una narración mutante y digresiva, que atraviesa géneros con fluidez y se siente un poco como un libro de Roberto Bolaño para quienes sabemos, ay, que Bolaño ya no escribirá más. El Pampero Cine, siempre en vuestro equipo. Toni Junyent

“Scarlet” puede verse como el contrapunto tonal y anímico del anterior filme de Marcello, “Martin Eden” (2019) (mejor película en la listas de cine de Rockdelux de 2020). Aquel era un filme torrencial y furioso que radiografiaba el naufragio de la Europa del siglo XX. Este, delicado, no deja de testimoniar un pasado aciago –la acción arranca en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial–, pero escapa de la oscuridad para desplegar un relato a medio camino entre la oda paternofilial y la fábula romántica. Manu Yáñez Murillo
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¿Es “Barbie” un caballo de Troya del feminismo dentro del cine comercial? ¿O la muestra definitiva de la apropiación por parte de la industria hollywoodiense de las propuestas menos problemáticas, así como de la faceta más pop, del feminismo de cuarta ola? El filme está a medio camino entre lo primero y lo segundo y, pese a eso (o justamente por ello), captura como ningún otro el espíritu de nuestro tiempo. Y lo hace utilizando la risa como modo de desvelar la arbitrariedad de las normas que rigen nuestro mundo. María Adell
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Hlynur Pálmason –“Un blanco, blanco día” (2019)– se doctora como creador de imágenes poderosas mediante este solemne relato decimonónico sobre un pastor protestante danés que viaja hasta Islandia. El protagonista, tan severo como imperfecto, es un servidor de dioses, de banderas y de normas sociales que justifican opresiones. El resultado, imponente como los paisajes que cruzan y habitan sus personajes, bebe tanto de los dramas religiosos de Dreyer como de los wéstern coloniales firmados por John Ford. Ignasi Franch

Primera parte de un díptico que se intuye punto final de la saga cinematográfica protagonizada y producida por Tom Cruise. La aparición inicial en el filme de su personaje, Ethan Hunt, es emergiendo de entre las sombras, como un rostro espectral del que no vemos el cuerpo. Espías sin pasado, presente y futuro, con una magnitud dramática impensable en la serie televisiva creada por Bruce Geller en 1966. Densidad no reñida con la espectacularidad, como demuestra la secuencia en el Orient Express. Quim Casas
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Se quedó sin Óscar, como pasa últimamente con las mejores candidatas. La tragicomedia, de corazón teatral y aire fordiano, plantea la revuelta sentimental de dos colegas íntimos convertidos, sin razón aparente, en archienemigos. Una mala resaca sobre lo absurdo, la soledad y el sentir existencial. Todo bañado por una hermosa fotografía en la Irlanda rural de principios del siglo XX y potenciado por lo excepcional del dúo protagonista; trío si se incluye al asno, que también está de Óscar. Marc Muñoz
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Con una sucesión de set pieces nunca vista en el cine de acción y una mezcla entre la locura bombástica de “Looney Tunes” y la corporeidad cómica silente de Buster Keaton, es el mejor blockbuster de 2023. Desmiente que la saturación de franquicias sea endémica en el subgénero gracias al derroche creativo de una saga con mitología en constante expansión y un rescate sin igual de héroes de acción: ¡Donnie Yen! ¡Scott Adkins! ¡Marko Zaror! El espectáculo debe continuar. Álvaro García Montoliu

Si bien reverberan soluciones y maneras de documental, es una película de ficción en la que la cineasta toma decisiones firmes y arriesgadas y las lleva a las últimas consecuencias: invierte el orden en el que hoy, salvo excepciones, se tiende a concebir los relatos. El centro no es la conclusión, no es la certeza, no es la reflexión que anhela ser compartida. En ese sentido, es una película liberada por igual del concepto de “tema” y de las agendas. No es un filme planteado desde las respuestas. Desirée de Fez
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Este hermoso acercamiento al cruce entre vida y arte, así como las puntuales pero divertidas observaciones acerca de la guerra de sexos, es una pieza marcadamente autorreferencial en la que el director de Seúl profundiza en su particular búsqueda creativa; en este sentido, resulta muy interesante que incluso las obras más experimentales de Sangsoo –con un juego de dobles sutil y asimétrico– exhiban el tono liviano y juguetón, por momentos equívoco, que hace de su filmografía un artefacto inimitable. Andreu Marves
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El primer biopic que encara Nolan –cineasta aficionado a géneros como la ciencia ficción que le permiten disponer de un territorio propicio para su querencia por experimentar con estructuras temporales atípicas– es de todas sus películas la que más encaja, con muchos matices, en una idea de cine clásico o más bien posclásico. En su reivindicación de Julius Robert Oppenheimer, el físico que encabezó el desarrollo de las primeras bombas atómicas en el Proyecto Manhattan, Nolan apela a un marco de valores tradicionales. Eulàlia Iglesias
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Pocos aspectos de la naturaleza humana son tan admirables como saber envejecer. Moretti, que tiene 70 años y puede considerarse el penúltimo de los grandes del cine italiano –a los 83, Marco Bellocchio está también en envidiable forma–, ha hecho una magnífica película, optimista y vital, sobre el difícil arte de envejecer de la mejor manera posible en un mundo que no lo pone fácil. La clave está en cómo sabe reírse de sí mismo para acabar descubriendo qué es lo que puede seguir aportando como cineasta y ciudadano. Philipp Engel
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El genocidio cometido por un grupo de blancos que codiciaban el patrimonio nativo americano es un ejemplo del expansionismo colonial tan retratado por el wéstern, pero la sistematicidad de la empresa –que se refleja en la investigación realizada por un FBI entonces naciente– la acerca a preocupaciones contemporáneas, más propias del cine de gánsteres. Lo que interesa a Martin Scorsese de ambos géneros es la crítica que en ellos subyace del proyecto norteamericano como algo intrínsecamente violento. Andreu Marves
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El acercamiento al tema de la adicción a los opiáceos accionada por la barra libre de OxyContin se produce en unos términos muy alejados del periodismo de rigor y épico. La mirada de Poitras se desliza hacia la figura de Nan Goldin, la celebrada fotógrafa que, tras sufrir en sus propias carnes los estragos de la adicción al medicamento, se enzarzó en una cruzada activista al frente de la organización P.A.I.N. para sacar el nombre Sackler de las principales galerías de los grandes museos del mundo. Marc Muñoz
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Mientras en el UCM se enredan en nudos peliagudos con los universos paralelos, los artífices de esta saga han sabido sacar partido al concepto en no una, sino ya dos obras asombrosas que pulverizan límites narrativos sin perder de vista el horizonte emocional: los dilemas de Miles Morales, el mejor Spidey desde Tobey Maguire. Sus artistas experimentan con los estilos de animación para concebir secuencias dignas de ser expuestas en museos de arte moderno. Juan Manuel Freire

Tras introducirse en la mente de varios asesinos en serie en formato largo –“Seven” (1995), “Zodiac” (2007)– o serie televisiva –“Mindhunter” (2017-2019)–, Fincher muestra ahora con todo el laconismo posible a un asesino profesional que dispara, apenas habla, piensa mucho y solo escucha canciones de The Smiths. En la estela de la fundacional “El silencio de un hombre” (Jean-Pierre Melville, 1967), es el retrato austero, gestual, tenso, silente y quirúrgico de un profesional de la violencia. Quim Casas

El premio del jurado en Cannes pareció agotar el prestigio crítico de “Las ocho montañas”, quizá por su apuesta por dos factores tan ajenos a este cine en progresivo ensimismamiento como el clasicismo y un retrato de gente común alejado de cualquier romantización. Pero fue precisamente ahí donde radicó el punto de encuentro con el público de una cinta que habla de la amistad, la reconciliación, el paso del tiempo y los ciclos de la vida sin reparos para exhibir un justificado lirismo. Felipe Cabrerizo
Por Eulàlia Iglesias

Hacerse mayor también significa comprobar que algunos artistas de referencia envejecen mejor que otros. Con su visión pesimista del mundo, impermeable a las modas y aferrado a un estilo inamovible, Aki Kaurismäki corría el peligro de convertirse en un director de películas ensimismadas y sumidas en la nostalgia. El finlandés ha sorteado este escollo abriendo las ventanas de su cine a las problemáticas de los otros. Los inmigrantes, las generaciones más jóvenes, incluso las mujeres cobran un protagonismo mayor y más activo en sus últimos filmes, de manera que Kaurismäki mantiene su resistencia política y estética frente a la violencia capitalista y la globalización cultural, pero en ningún caso vive aislado del presente, todo lo contrario. “Fallen Leaves” (2023) presenta muchas más novedades de lo que el reconocible imaginario kaurismäkiano deja entrever a primera vista. Y al mismo tiempo sobresale en todas sus virtudes habituales, de la poética de la cotidianidad obrera al humor socarrón, pasando por la calidez que cada vez más transmiten sus obras. El director que firmó la película más triste del mundo, “La chica de la fábrica de cerillas” (1990), ha convertido ahora la posibilidad de ser feliz a pesar de todo en su forma de lucha y resistencia. ∎
1991 El silencio de los corderos Jonathan Demme / 1992 Sin perdón Clint Eastwood / 1993 Los amantes del Pont-Neuf Leos Carax / 1994 El gran salto Joel Coen / 1995 Exótica Atom Egoyan / 1996 Secretos y mentiras Mike Leigh / Rompiendo las olas Lars von Trier / 1997 L.A. Confidential Curtis Hanson / 1998 Hana-Bi (Flores de fuego) Takeshi Kitano / 1999 La delgada línea roja Terrence Malick / 2000 Ghost Dog, el camino del samurái Jim Jarmusch / 2001 En construcción José Luis Guerin / 2002 Mulholland Drive David Lynch / 2003 Dogville Lars von Trier / 2004 ¡Olvídate de mí! Michel Gondry / 2005 Una historia de violencia David Cronenberg / Saraband Ingmar Bergman / 2006 Grizzly Man Werner Herzog / 2007 Last Days Gus Van Sant / 2008 Antes que el diablo sepa que has muerto Sidney Lumet / 2009 Malditos bastardos Quentin Tarantino / 2010 Toy Story 3 Lee Unkrich / 2011 El árbol de la vida Terrence Malick / 2012 Holy Motors Leos Carax / 2013 The Master Paul Thomas Anderson / 2014 Boyhood (Momentos de una vida) Richard Linklater / 2015 Mad Max. Furia en la carretera George Miller / 2016 Paterson Jim Jarmusch / Carol Todd Haynes / 2017 El otro lado de la esperanza Aki Kaurismäki / 2018 Cold War Paweł Pawlikowski / 2019 Retrato de una mujer en llamas Céline Sciamma / 2020 Martin Eden Pietro Marcello / 2021 Titane Julia Ducournau / 2022 Drive My Car Ryūsuke Hamaguchi ∎