Contra los elementos, contra él mismo. Foto: Alfredo Arias
Contra los elementos, contra él mismo. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

Bill Ryder-Jones, clasicismo que se nutre de la tragedia de la existencia

En “Iechyd Da”, Bill Ryder-Jones muestra su faceta más amable, distanciándose del músico introvertido y atormentado que ha ido perfilando a lo largo de su carrera en solitario. El que fuera parte de los imprescindibles The Coral antes de cumplir la mayoría de edad alcanza la madurez con un álbum marcado por la belleza y un minucioso trabajo en el diseño sonoro. En lo personal, supone un intento de superar muchos de los obstáculos que han marcado su camino

Con “lechyd Da” (Domino-Music As Usual, 2024), su quinto álbum, Bill Ryder-Jones cierra un círculo que abrió en 2013 con “A Bad Wind Blows In My Heart” (Domino, 2013), la que, hasta ahora al menos, consideraba su mejor obra. Además de recuperar el piano como leitmotiv, el británico ahonda en sus disquisiciones confesionales y acentúa su labor como productor, con el aval del trabajo llevado a cabo en discos como el de Michael Head del pasado año. Asegura, además, que es el álbum que ha afrontado con un mayor optimismo.

Es la hora del aperitivo y el exguitarrista de The Coral accede al hotel tras haber apagado un cigarro y justo antes de pedir un gin tonic. Con aspecto desaliñado, no esquiva ningún tema espinoso, desde sus adicciones a la tragedia familiar que le arrancó a su hermano. A medida que avanza la entrevista, su afabilidad va in crescendo, aunque una de las claves la da casi al final: en esta entrevista apenas tiene que responder a preguntas sobre su efímero pasado por los Arctic Monkeys.

“I Hold Something In My Hand”, clip editado por Bill Ryder-Jones.

En muchos de tus álbumes previos te has referido al pasado. En este te sitúas más en el presente. ¿Qué ha cambiado?

Es una buena pregunta. Desde que empecé la terapia he sentido menos la necesidad de hablar del pasado; puedes hacerlo allí. Parte de mi terapia fue tratar de estar más en el presente y no redundar en mi infancia, que ha sido algo que he hecho demasiado. Y los últimos tres años han sido, como para la mayoría de la gente, un ir y venir de la pandemia, así que estaban pasando bastantes cosas en mi vida como para poder escribir sobre ello. Los últimos años han sido demasiado intensos; no ha sido necesario escribir sobre el pasado.

Incluso hay frases como “The past is like a worm, the world has fallen in” (“El pasado es un gusano, en el que ha caído el mundo”)…

Nunca estoy lejos del pasado, así que siempre está ahí, pero supongo que hemos querido hacer un álbum un poco más esperanzador. Esa es la idea. Para eso es mejor no tocar mi pasado, porque es una mierda.

Acabas de cumplir los 40. ¿Hay algo que tenga que ver con la crisis de esa edad?

Es raro porque cumplir 40 era una preocupación, pero ahora está todo bien. Es un número bastante imponente, y creo que con lo que más he peleado en los últimos años es con el hecho de que todos mis amigos se han casado y tienen hijos, conducen y tienen casa, y yo no he hecho ninguna de esas cosas y me siento un poco presionado. Espero que no sea la crisis de la mediana edad. No sé si podría vivir otros cuarenta años, eso es demasiado tiempo. Planifico otros veinte, hasta los 60. No sé si podría hasta los 80 (risas)

“Si me siento así ahora no debería estar demasiado disgustado, porque sé que ha habido otras dos veces al menos en las que me han roto el corazón y lo he superado. Está la idea de regresar a un sentimiento similar a cuando te rompen el corazón, que es no poder corresponder a una persona que está enamorada de mí”

Abres el disco con un sampler del “Baby” de Gal Costa. ¿Cómo surge en tu música alguien tan alejada de tu idiosincrasia como ella?

Justo antes de la pandemia me había enamorado de una chica brasileña y ella también se enamoró de mí. Vivía en Londres y yo en las afueras de Liverpool, así que nos enamoramos a través de la música. Nos enviábamos canciones y una de las que ella me pasó fue “Baby”, que se convirtió en nuestra canción; me dejó boquiabierto. Empecé a pensar en incrustar una canción sobre el enamoramiento en otra canción. Luego nos separamos cuando iba por la mitad. Así que la primera parte es sobre estar muy enamorado y la segunda sobre algo que no ha funcionado. Pero Gal Costa sigue ahí. Y me gusta la idea de comenzar el álbum con un sampler; fue una decisión consciente. Pensaba que comenzando el álbum así sería más ensoñador, no era solo un sampler. Tiene ese ruido y efecto y parece algo fantasmal, quizá me recuerda a las relaciones del pasado.

En varios aspectos, este álbum está conectado con “A Bad Wind Blows In My Heart”. Hay de hecho una tercera parte de esa canción en tu nuevo disco. ¿Has querido cerrar el círculo?

Es una forma de recordarme a mí mismo que todas las demás canciones de “A Bad Wind Blows In My Heart” son momentos en los que me sentí roto, en los que ocurrió algo terrible. Y el hecho de que pueda enumerarlos me recuerda que si me siento así ahora no debería estar demasiado disgustado, porque sé que ha habido otras dos veces al menos en las que me han roto el corazón y lo he superado. Está la idea de regresar a un sentimiento similar a cuando te rompen el corazón, que es no poder corresponder a una persona que está enamorada de mí. “Un mal viento sopla en mi corazón” es algo que me pasa, y debo ser yo. Debo ser el problema, porque he tenido bastantes buenas relaciones en las que la otra persona ha estado profundamente enamorada de mí y me las he arreglado para perderla. Enumerarlo de alguna manera me hace sentir un poco mejor: “Vale, volverá a pasar” (lo dice entre risas).

Un Billy focalizado. Foto: Alfredo Arias
Un Billy focalizado. Foto: Alfredo Arias

La producción es ambiciosa, hace que la música suene más grande.

Pero yo quería que fuera grande en la forma que es grande “Pet Sounds” (de The Beach Boys, publicado en 1966). No hay una gran cantidad de instrumentos. Cuando hay un violín solo, hay dos o tres instrumentos más, como mucho seis, pero no una orquesta completa. Se trata de combinar los colores de los instrumentos. En mi trabajo como productor yo estaba escribiendo cuerdas. Hice un disco para uno de los cantantes que más me gusta como escribe, Michael Head (se refiere a “Dear Scott”, que se publicó en 2022), y al oír las cuerdas dijo “es increíble”. Y, mientras las componía, pensaba que debería estar haciendo eso que me hace feliz: música poderosa y hermosa. Yo he sido un poco cobarde haciendo música triste que no requiere muchas pelotas… Necesitaba algo bonito, como toda la música clásica que he escuchado, con esos hermosos momentos de conmoción que te hacen sentir feliz por estar vivo. Quería hacer eso.

En “We Don't Need Them” o “Nothing To Be Done” suenan coros infantiles. ¿Tiene que ver con que la infancia siempre aparece en tus álbumes?

Todas las decisiones del disco se han tomado a las doce de la noche, sentado en calzoncillos, fumando hierba, jugando al ordenador, pensando en mi disco y diciendo “debería tener un espacio para niños”, mandando un mensaje a mi mánager: “¿Puedes conseguirme un coro de niños?”. Al día siguiente me dice: “Bill, tengo tres opciones para un coro de niños. ¿Para qué canción lo querías?”. Y respondo: “¿Cuándo te pedí eso?” (risas). La idea inicial no suele ser importante, es la ejecución. El coro de niños proviene del hip hop, mi otro gran amor en la música. Particularmente de Wu-Tang Clan, de cuántas ideas entran en una sola pieza musical. Es como uno de los últimos discos de los Beatles, como “Magical Mystery Tour” (1967) o la canción “Penny Lane”. Cuando iba de mi casa al estudio, pasaba por una escuela infantil y el ruido me hacía sonreír. Y en el confinamiento, cuando pasaba por allí, solo había silencio. Y era horrible. Cuando contratamos el coro de niños solo estaba previsto para “We Don’t Need Them”.

¿Es la música una forma de expresar tus sentimientos o también actúa como algo catártico?

Solo quería que mis padres se dieran cuenta. Traté de hablar con ellos cuando era un niño. En el norte de Inglaterra, al hablar de sentimientos, la respuesta es “no seas un puto ‘puff’. No seas gay”. Hablas con tu madre y ella es como “vamos, sigue adelante”. Así que aprendí que la música era la forma en la que podía expresar mis sentimientos sin necesitar a nadie. Por alguna razón, puedo hablar ese lenguaje, puedo hablar dentro de la melodía. Tengo trastorno por déficit de atención e hiperactividad, así que cuando alguien me hace una pregunta como esta me resulta muy difícil mantenerme en el tema. Cuando una melodía me gusta, entonces todo tiene que encajar ahí, por lo que limita lo que puedo decir. Es como un embudo.

“Me gusta mi pequeño pueblo, donde vivo. Fui al pub hace dos días. Mi álbum acaba de ser número tres en las listas de ventas de álbumes en el Reino Unido. Dos personas me dijeron ‘bien hecho’. Me preguntaron si quería una copa, les dije que ya estaba bebiendo una y se fueron. Fue jodidamente hermoso”

Empezaste a componer a los 13.

Empecé a los 13 años, pero realmente no supe que tenía talento musical hasta que tuve unos 25. No me di cuenta.

No te considerabas un niño prodigio...

No. Mi hermano mayor lo era, tenía talento musical. Siempre pude tocar el piano y un violín prestado, y era bueno. Pero él era tan bueno que pensé que todo el mundo podía escuchar una pieza de música y luego trabajar y tocarla. Pensaba que todo el mundo podía hacerlo. Así que durante años pensé que yo era normal y tuve muy poca confianza. Daniel tenía tanto talento… Y cuando Daniel murió sentí que yo no era nada. Todo el mundo sabía que él tenía talento. Y yo, su hermano pequeño, no sabía cuál era mi lugar en el mundo. Así que tardé mucho tiempo en tener la confianza necesaria para considerarme músico. Pero mirando hacia atrás me di cuenta de por qué todo el mundo decía lo que decía de mí cuando tenía 16 años, en el momento de The Coral, cuando todas las críticas hablaban de mí y de mi forma de tocar. Puedo verlo ahora, pero no entonces.

¿Qué ganas y qué pierdes cuando pasas de tocar con una banda como Arctic Monkeys a un concepto menos masivo?

Solo toqué en “AM” (2013) e hice una gira por Europa y Reino Unido con ellos. Eso es todo. Pero es una locura. Quiero decir, es un puto mundo diferente, insoportable.

Te gustan más los sitios íntimos.

Claro. La gente haciéndote fotos allá donde vas, no ser capaz de tener una vida privada... Alex Turner tiene que lidiar con eso… Ni de coña. Me gusta mi pequeño pueblo, donde vivo. Fui al pub hace dos días. Mi álbum acaba de ser número tres en las listas de ventas de álbumes en el Reino Unido. Dos personas me dijeron “bien hecho”. Me preguntaron si quería una copa, les dije que ya estaba bebiendo una y se fueron. Fue jodidamente hermoso. ∎

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