Explicar el curriculum vitae de cada uno de los componentes de Frente Abierto ya superaría el espacio asignado para este texto, pero podemos resumirlo contando que se trata de un colectivo de músicos cuya base principal está en Sevilla. Cuenta con una suerte de ideólogo o director musical, que es Marco Serrato, aunque el verdadero inductor fue Ángel Gómez, del sello y promotora Miel de Moscas, y que también es uno de los responsables del festival Canela Party. “Él me conocía de Orthodox”, cuenta el bajista y vocalista, que también forma parte de esa banda de doom metal. “Sabía que estaba enredado en el flamenco, y me llamó para proponerme que formase una banda y que crease música para montar un concierto con Israel Fernández allí, en el Canela”. Ya por aquel entonces, el que también ha sido acompañante habitual de Perrate en los últimos tiempos flirteaba con la idea de montar un proyecto junto a Raúl Cantizano (guitarra), Borja Díaz (batería), Carlos “Choco” Pérez (guitarra) y David Cordero (programaciones). “El flamenco iba a ser uno de sus ingredientes, y me cuadró perfectamente la llamada con lo que estábamos juntando”, añade Serrato, quien, al comprobar junto a sus compañeros la dinámica de lo que estaba sucediendo, vislumbró que aquel podría ser un proyecto de largo recorrido y concluir en la grabación de un disco.
Frente Abierto debutó en escena el 22 de agosto de 2024, en el festival que se celebra en Torremolinos (Málaga), y quince meses después aquí está su álbum. “Guerra a todo eso” (Universal, 2025) incluye un total de nueve temas y en él, además de la de Israel Fernández, se escuchan las voces de Lela Soto, Sebastián Cruz, Inés Bacán y Ángeles Toledano. En cierto modo, el grupo funciona como si fuese un ensemble fijo de músicos en la retaguardia, mientras que los diferentes cantaores van entrando y saliendo. Yo les sugiero que me parece casi como la estructura de unos Massive Attack llevados al flamenco, idea que complace a Serrato, aunque afinando más el tiro. “Funcionamos un poco así, pero mi primera referencia era la Liberation Music Orchestra de Charlie Haden, y también el Art Ensemble de Chicago y la Sun Ra Arkestra”.
El repertorio también fue seleccionado por el bajista. “Comencé por elegir cantes que me gustaban, los que había aprendido, los que usaba como referencia, y a partir de ahí, digamos, proponía un acompañamiento al resto del grupo, siempre desde lo instrumental. También pensé en lo que funcionaría mejor con cada cantaor. Si no hubiera estado Israel Fernández, por ejemplo, no hubiera hecho una bulería. O sabiendo que teníamos a Sebastián Cruz, aprovechamos para hacer una seguiriya más épica. Y para Lela, que tiene esa voz tan jerezana, tan bonita, pensamos en las alegrías. Ese tipo de cosas se han tenido mucho en cuenta”.
Predominan, además, unos cantes muy combativos, desde la militancia de izquierdas que comparten varios de los miembros del grupo. Ahora se añade a la conversación Raúl Cantizano: “Hubo un momento en los años setenta en que se veía más ese compromiso, que parece que se ha perdido un poquito. Se ha acomodado el flamenco, también por cómo ha evolucionado a nivel de popularidad. Yo lo que sí veo es que los cantaores han perdido ese impulso de creación, de incidir en las letras, que son muy importantes. Se han acostumbrado a tirar, digamos, de archivos y, como les funciona, no han tenido que buscar nada más allá. Incluso las letras flamencas, a lo largo de la historia, se han tamizado un poco y se han perdido muchas de las que apostaban más por la denuncia o que reflejaban condiciones más duras, letras que también han sufrido sus censuras y sus cribas a lo largo del tiempo”, afirma el guitarrista, mientras que Serrato muestra su afinidad con otros músicos actuales que están rescatando ese espíritu, como Dani Llamas.
El grupo también incide en evitar categorizaciones fáciles en torno a esa idea tan en boga de mezclar flamenco con otras cosas. Rehúye las típicas dicotomías de tradición versus vanguardia o pureza versus contaminación. “Es que llevan el debate a un sitio que creo que es confuso y que también creo que responde a determinados intereses”, apunta el bajista. “No es casual, por ejemplo, el uso que se hace del folclorismo desde una perspectiva populista como marca de determinadas empresas”. “A menudo –añade– son etiquetas que todos usamos para entendernos rápidamente, pero al final nunca es nada tan claro, ni tan puro. En fin, no nos sentimos como un grupo de fusión, por ejemplo. Los cantes, de hecho, están intactos, pero nosotros los arropamos con la música que sabemos hacer y el lenguaje que yo conozco, tirando de Black Sabbath o de John Coltrane. Así entiendo yo la forma de acompañar al cante, y creo que se pueden enfatizar algunos aspectos de ello y que a lo mejor todavía no se habían llegado a desarrollar con esta música”.
Más allá de acomodarse en referencias que se han convertido en lugares comunes, como el “Omega” (1996), de Enrique Morente y Lagartija Nick, ellos buscan otra vía. “En Estados Unidos hay grupos que son básicamente de punk o hardcore pero que no dejan de sonar a blues. Sin embargo, el flamenco nunca ha evolucionado aquí de esa manera. No se han abierto tantos caminos, y cada vez que uno propone algo desde el flamenco enseguida salen por ahí diciendo ‘esto es lo que tú crees que es el flamenco, esto se puede hacer, esto no se puede hacer…’. ¡Coño! Vamos a relajarnos ya, vamos a hacer cosas porque cabe todo. Lo que pasa es que parece que al final se le da el OK a lo que vende”, sostiene Serrato. Entre él y Cantizano, citan discos de El Lebrijano, Agujetas y Son de La Frontera, pero también hablamos del espíritu de grupos como Lankum. “Es verdad que hay cierta analogía –concede Serrato– entre lo que hacen ellos y lo nuestro. Yo con el disco planteado solo los conocía de nombre, pero empecé a escucharlos ya cuando estaba más o menos la cosa a medio camino y vi la conexión rápidamente. Suenan a ellos y los referentes de música nueva o moderna que utilizan los reconozco; ahí caben cosas como Swans… Es la misma manera en que entendemos nosotros el rock, y la que nos ha llevado a festivales como el Roadburn en Tilburgo (Holanda)”.
También subrayan los componentes de Frente Abierto que, en su propuesta “está muy presente la precariedad y la idea del músico como trabajador. Ahora, por ejemplo, acabamos de venir de Canal Sur”, explica Serrato, quien, al principio de la entrevista mantenida en la cafetería de un hotel en Sevilla, me dijo que se había pedido el día en su trabajo para poder hacer la promoción. “En la televisión están acostumbrados a entrevistar a los cantantes, pero de repente aparecemos ahí un bajista y un guitarrista y se preguntan: ‘¿Pero qué hacen aquí los músicos? ¿Por qué no están los cantaores?’. Los músicos están detrás, pero son los que sostienen el tinglado, así que, en definitiva, es una lucha de clases. Creemos que se ha perdido la conciencia de clase trabajadora, y eso hay que recuperarlo porque ese es el primer paso para empezar a cambiar las cosas. Y además es muy complicado hoy día separar la paja del grano y ver cuándo te la están colando. Porque nos la están colando todos, todo el rato. Es muy angustioso ver en qué punto estamos y no saber por dónde atacar”, argumenta el bajista. “Y ese es el frente abierto, y esa es la guerra a todo eso”, añade el guitarra.
Tras un puñado de presentaciones en directo, también pasaron por el Primavera Sound con Israel Fernández y Lela Soto, el grupo se plantea ahora una gira en la que no siempre van a poder ir con toda la artillería. “Cuadrar agendas con Israel es una locura, y con Inés Bacán también es complicado por sus problemas de salud, así que la fórmula más viable es llevando a Sebastián Cruz y Lela Soto, con quienes funcionamos muy bien. Esa será la formación más habitual, y esperamos ir al mayor número de sitios posible”. La próxima cita, el 22 de noviembre en el Monkey Week, en El Puerto de Santa María (Cádiz). ∎