Entre la oscuridad y la esperanza. Foto: Liberto Peiró
Entre la oscuridad y la esperanza. Foto: Liberto Peiró

Entrevista

La Plata: “Hacemos música para complementarnos como personas, y para entendernos”

El quinteto valenciano alcanza en “Interzona” su propia liminalidad: un espacio en el limbo entre la industria y la autogestión, entre la ansiedad y la esperanza, entre la oscuridad y la luz. Un sonido que evoca el fantasma pasado del rock como un holograma desde un presente en el que la realidad, vívida, al mismo tiempo parece disgregarse en infinitos píxeles. Este viernes, 20 de junio, actúan en el festival Kalorama Madrid.

Después de “Acción directa” (Sonido Muchacho, 2022), La Plata no han hecho sino profundizar en su entendimiento de lo que son como grupo, sumergiéndose cada vez más en un sueño electrónico, en una especie de pantalla de carga infinita en un universo vaporwave. Poco a poco sus venas se han sustituido por cableado, y a través de esto se conectan a algo tan superior como únicamente suyo, un mundo diseñado en las costuras de la realidad que respira entre plano y plano.

Hace tiempo que el rock dejó de ser el fin para el quinteto valenciano formado por Diego Escriche (producción, voz, guitarra), Patricia Ferragud (bajo, foto, vídeo), Salvador Frasquet (guitarra), María Gea (teclados, voz) y Carmona (batería). Es más bien el medio para decodificar las distintas realidades y para comunicarse desde un lugar colectivo. “Con el rock, en La Plata hemos pasado por diferentes fases”, explica Diego en conversación por Zoom durante un parón en los intensos ensayos con los que integran en su repertorio de directo las canciones que componen su último trabajo, “Interzona” (Sonido Muchacho, 2025). “Empezamos siendo un grupo mayoritariamente de rock’n’roll, con una energía de rock’n’roll, en el que las canciones estaban hechas para funcionar compuestas desde la guitarra directamente y con una formación rock’n’roll, como puede ser la de los Ramones. Pero al ir tocando, con el paso de los años, ir explorando, desencantándonos, encantándonos con ciertas influencias, conociendo a artistas y demás, pues nos hemos ido alejando del rock y acercando a un lado más experimental. Y desde ese punto experimental el rock nos ha vuelto a resultar atractivo. Llegó un punto incluso en el que estábamos tan alejados del rock que la idea del rock volvía a resultar romántica. Ahora hemos vuelto a incorporar quizá la actitud del rock, o más esa fantasía de la actitud del rock, esa aura en su aspecto más primitivo”.

“la vida real”, vídeo realizado por Patricia Ferragud y Mario Pytark.
Es un camino absolutamente normal para una banda que siempre ha hablado en sus letras de una “constante evolución” que les permite autodescubrirse: “Interzona” es una nueva reinvención, lógica después de un EP esencialmente electrónico y digital como “Sueños” (Sonido Muchacho, 2023), pero quizá es el trabajo en el que más se acercan a la idea de un ADN propio, a consolidar no tanto un sonido, sino más bien una forma de enfrentarse a él y de filtrarlo. Ellos, dicen, están en “un muy buen momento”. Esa “interzona” ha supuesto un refugio para ellos, un búnker en el invierno nuclear que siempre ha amenazado sus ganas –y sus posibilidades– de vivir. “Interzona es justo eso, cómo nos encontramos nosotros a nivel vital y musical. Además, llegar aquí ha sido difícil, ha habido que luchar mucho, hacer muchos esfuerzos, muchos sacrificios… y con toda esa propaganda ahí fuera incitando a desviarte de tu camino. Pero es eso, hemos llegado a nuestra interzona y ni nos lo creemos, la verdad”, explica Diego, entre atropellado y sereno. Y completa: “A nivel musical, además, no sentimos que estemos exactamente en ninguna escena, pero, bueno, estamos bien donde estamos. Y a nivel vital es que es un poco lo mismo: no estamos ‘full’ en el capitalismo, ganando mucho dinero y trabajando y comprando casas y coches ni nada de eso, pero estamos bien, hemos llegado a una manera de llevar nuestras vidas en la que somos felices sin estar necesariamente completamente dentro del sistema”. Para. Piensa. Y se ríe un poco, dándose cuenta de que, bueno, las contradicciones son lo que nos hace lo que somos. “A veces sí, ¿no? A veces toca meter un pie y entrar y coger alguna cosa, pero en general estamos un poco entre fuera y dentro todo el rato”.

“No estamos ‘full’ en el capitalismo, ganando mucho dinero y trabajando y comprando casas y coches ni nada de eso, pero estamos bien, hemos llegado a una manera de llevar nuestras vidas en la que somos felices sin estar necesariamente completamente dentro del sistema”

Diego Escriche

Podría ser reflejo, por ejemplo, de su relación –ya estable– con Sonido Muchacho. Los asisten en la parte fonográfica y en el booking, pero nada más, y eso le da a La Plata pleno control de lo que sucede en el estudio. “La producción, la grabación, las fotos, los vídeos, la mezcla incluso… todo lo hacemos nosotros”, reconoce Diego. Y cada vez más por su cuenta y bajo sus propios términos. Ese control los empodera y les permite ajustarse a lo que consideran más una actitud que una red de circunstancias –aunque muchas veces tenga algo que ver–, el underground: “Un artista puede ser muy exitoso y llegar a ganar muchísimo dinero, incluso a ser multimillonario, pero para mí si el propósito inicial es el underground por lo general lo va a seguir siendo, mientras que si un artista empieza ya con la idea de ganar mucho dinero y además recibiendo un apoyo de la industria para mí ya es ‘mainstream’, aunque sea un fracasado y no gane ni un duro. Nirvana empezaron en el underground y siguen siendo underground porque el tío está muerto, básicamente, y eso no es nada ‘mainstream’; cagarse un escopetazo en la cabeza no es nada ‘mainstream’. Sin embargo, Foo Fighters… que puede estar guapo igual, ¿eh?, pero ya es otro ‘approach’. Sonic Youth también son underground aunque tengan muchísimo éxito y reconocimiento. Pero quizá un cantante solista al estilo ‘Operación Triunfo’, aunque no se coma una rosca y gane dos euros al mes con su música, es ‘mainstream’ porque opera en un entorno plenamente capitalista. Al final creo que la diferencia es la intención de capitalizar la música y no entenderla como una forma de expresión y una forma de vida”. Para Diego está claro: “Si La Plata llegara a triunfar creo que seguiría siendo underground porque nosotros hacemos música para complementarnos como personas, y para entendernos”.

Holograma fantasmal del rock

“Interzona” expone también una liminalidad musical, entroncando con proyectos contemporáneos que exploran la idea del rock y el pop desde un impulso formal clásico pero con un lenguaje no solo actual, sino vanguardista. SALEM, ML Buch, Good Sad Happy Bad o more eaze resuenan como influencias. “Cada miembro de la banda está bastante dentro de escenas más experimentales, ya no solo como oyente o fan, sino participando de ellas”, dice Diego. “Patricia, por ejemplo, que es la teclista pero su rol ahora mismo va más allá –porque todos hemos acabado haciendo un poco de todo– y también es videógrafa y fotógrafa, tiene un sello de vanguardia y experimental, de noise, de ambient, de drone…”. Él mismo produce a varias bandas dentro del espectro Sonido Muchacho, pero también a artistas de trap digital, ha lanzado un proyecto en solitario de hyperpop emo –Épona HD– y está detrás del próximo disco de Rojuu, entre otras cosas. “María, la bajista, tiene un colectivo artístico de voy a decir no wave por resumir un poco, pero va mucho más allá, rollo performance musical”. Y Salva y Carmona están muy metidos en el hardcore y en el hardcore punk y han estado meses de gira con bandas como Pódium por Estados Unidos, México o Canadá. “La gracia que tienen las bandas es juntarse, ya que hay muchos artistas diferentes que aportan su punto de vista”.

Diego Escriche, Salvador Frasquet, Patricia Ferragud, María Gea y Carmona. Foto: Liberto Peiró
Diego Escriche, Salvador Frasquet, Patricia Ferragud, María Gea y Carmona. Foto: Liberto Peiró

Todo ese diálogo es fundamental para ellos, y la razón por la que prefieren comunicarse en el lenguaje del rock, con una formación de quinteto e instrumentos normativos. Podría decirse que los conecta con algo físico, y desde ahí desbloquean todo un mundo paralelo onírico que es el que les parece verdaderamente interesante y revelador. “Todos los pianos, por ejemplo, están tocados con un piano de cola en una sala grande porque era bastante importante para la banda que Patricia tocase el piano, porque es su instrumento, ya que ella realmente empezó tocando el piano. Ha sido muy bonito poder hacerlo así”, recuerda Diego sobre un proceso en el que el cariño ha sido ingrediente principal. “Y todas las baterías están tocadas por Carmona. Tenemos las herramientas para producir cualquier sonido de batería que queramos, tenemos cajas de ritmos, samplers… y tenemos el conocimiento para usarlo todo. Pero buscábamos esa organicidad en general en todos los temas”.

Luego, eso sí, llegan las excepciones –“5AM”, por ejemplo, que tiene “esa estética más witch house, y hemos usado una caja de ritmos, una 909, para darle esa estética y su connotación de club”– y capas y capas de samples que parecen difuminarlo todo y, al mismo tiempo, conectarlo en una misma nebulosa. “El impacto que provoca ‘Ruido blanco’ es más parecido al mundo de los sueños, pero está escrita desde un lugar en el que queríamos generar toda la ansiedad posible, hablando de lo que puede ser un día en la vida de una persona monótona y repetitiva”, explica Diego, tratando de desentrañar el lore que conecta algunos de los temas. “Todo eso contrasta con ‘La vida real’, que tiene exactamente la misma rueda de acordes y que precisamente aparece al final y al principio de ‘Ruido blanco’ en la forma de un ‘sample’ de teclado pero multiplicado por dos”.

“El impacto que provoca ‘Ruido blanco’ es más parecido al mundo de los sueños, pero está escrita desde un lugar en el que queríamos generar toda la ansiedad posible, hablando de lo que puede ser un día en la vida de una persona monótona y repetitiva”

Diego Escriche

En “Música infinita”, por su parte, y con la intención confesa de “romantizar el hedonismo de la Ruta de manera casi demoníaca”, samplean un tema mítico del recopilatorio “Barraca Destroy” (1993) de Imperio Destroy –que Bladee también sampleó en la apertura de “Cold Visions” (2024), por cierto, “Paranoia Intro”; más conexiones con escenas hiperdigitales–. Y en “Niebla” cogen fragmentos de la banda sonora de “Silent Hill” para transmitir esa sensación brumosa y esa incipiente ansiedad que te empuja a salir, en espiral, de tus propios bucles. “Con todos esos recursos podemos llevar al oyente a donde queremos”, resume. En muchos aspectos “Interzona” es como un survival horror: una vivencia acelerada pero también difusa de experiencias entre el estrés y la calma. “Es también un camino de aceptación de la forma de ser propia. Un duelo que se resuelve, pero también un bucle”. ∎

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