Kai Slater: juventud sin reparos. Foto: Liberto Peiró
Kai Slater: juventud sin reparos. Foto: Liberto Peiró

Entrevista

Sharp Pins, el brillo eterno del pop sin mácula

Son la nueva sensación juvenil de ese pop que se mira sin rubor en el espejo de las tres o cuatro bes sagradas del pop: las que unen a The Beatles, The Beach Boys, Big Star y The Byrds. Apenas rebasan la veintena, pero sus dos álbumes, destilados en una primera gira que pasó por cuatro ciudades españolas en mayo, han desatado un comprensible entusiasmo. Hablamos de esto con Kai Slater, el vocalista, guitarrista y compositor del trío de Chicago.

Llego al camerino de 16 Toneladas, la sala valenciana en la que Sharp Pins van a dar en menos de una hora el tercero de sus cuatro bolos en España (vienen de Madrid tras pasar por Zaragoza y aún les aguarda Barcelona), y me encuentro al compañero fotógrafo Liberto Peiró preguntándole a Kai Slater si sus otros dos compañeros, el batería Peter Cimbalo y el bajista Joe Glass, no deben salir en todas las fotos. Él le responde que la banda es él. Directamente. Con esa seguridad. Con veinte añitos. Y mientras mantiene Sharp Pins junto a otros dos proyectos, Lifeguard y Dwaal Troupe. Una seguridad en sí mismo que contrasta con la timidez con que luego responde a mis preguntas, y que nada tiene que ver con que no tenga las ideas claras, que las tiene. Desde luego que las tiene.

Tan solo un par de álbumes, los revitalizantes “Turtle Rock” (2023) y “Radio DDR” (K-perennial, 2025), les han servido para que se les considere ya desde algunas tribunas como los nuevos The Lemon Twigs. El paralelismo es útil como tarjeta introductoria, pero insuficiente por elemental como calibre para hincarles diente. No son tan pulcros, y a mí (a casi todos) nos recuerdan a más cosas. Después de nuestra charla, ante un centenar escaso de personas desgranan con convicción un repertorio enérgico y lo suficientemente ambivalente como para que una hora de concierto suyo no resulte en absoluto redundante, con ocasionales mordidas a canciones de The Nerves, The Raspberries, Guided By Voices y The Byrds, a quienes versionan tras avisarnos. Una primera gira española que llegó con esa vitola de cita que conviene no perderse, no vaya a ser que en un par de años peten salas de mil personas y nos hayamos perdido su debut por aquí. Unas dos horas antes de salir todos de la sala con la sonrisa boba que genera ese pop que nunca morirá (sobre todo cuando lo esgrimen músicos que podrían ser tus hijos), esto es lo que dio de sí la charla con Kai.

“I Can’t Stop”, vídeo dirigido por Kai Slater.

¿Cómo valoráis la respuesta del público español?

No sabía si se acercaría alguien a vernos. En Madrid fue increíble. Gente que hasta cantaba las canciones.

Bueno, el inglés no es nuestro fuerte por aquí…

Ya, ya, quiero decir que no necesariamente conocen las letras en inglés, pero sí lo que transmiten las letras, y lo expresan.

¿Son similares estas salas a las que os encontráis por vuestro país?

Más o menos. Pero te diría que la gente se sabe más las canciones, viene más familiarizada con lo que hacemos. En Estados Unidos tocamos en muchos garitos do it yourself en los que hay un público más hardcore punk, que proviene de un sonido distinto al nuestro pero conecta con la potencia que tenemos cuando tocamos los tres, ya no solo por las canciones en sí. Aquí es todo como más power pop.

“Pues diría que nuestra música es para gente que creció con The Beatles, The Kinks, The Zombies o The Byrds, y encuentran que las técnicas de grabación modernas son un peñazo y disfrutan más con los métodos do it yourself y con las armonías vocales y las guitarras de doce cuerdas”

Kai Slater

Hasta hace un par de semanas, aquí casi nadie sabía nada sobre vosotros. ¿Cómo describirías vuestra música al neófito?

Pues diría que es para gente que creció con The Beatles, The Kinks, The Zombies o The Byrds, y encuentran que las técnicas de grabación modernas son un peñazo y disfrutan más con los métodos do it yourself y con las armonías vocales y las guitarras de doce cuerdas. Y desde el punto de vista estético, gente a la que le gustan los botines de cuero y los trajes de mod, ese tipo de cosas, pero no como algo meramente revivalista. Intentamos no ser revivalistas de un período determinado en el tiempo. Lo utilizo más bien como una vía de escape para mi forma de escribir canciones.

Quizá “clásico” sería la palabra, más que “revivalista”.

Sí, seguro.

Muy pop. Foto: Liberto Peiró
Muy pop. Foto: Liberto Peiró

Teniendo solo veinte años, ¿cómo llegas a esa clase de sonidos? ¿Te influyó alguien de tu entorno?

En mi casa se escuchaba mucho a The Beatles, tengo todos sus singles. Tengo el recuerdo vívido de escuchar aquellas grabaciones en estéreo, en las que oías las voces por la derecha y el sonido de la banda por la izquierda. Recuerdo escucharlos en el coche de mis padres y quedarme sobre todo con las letras, que me aprendía, y luego escuchar solo la música de la banda y tratar de cantar sobre ella. Mi padre fue profesor, trabajaba muy cerca de una tienda de discos, y muchas veces nos pasábamos por allí al salir de clase, a curiosear. “Rubber Soul” (1965) de The Beatles y “Are You Experienced?” (1967) de Jimi Hendrix son dos de los primeros discos que compré. A veces lo primero que me llamaba la atención era algo tan casual como las portadas. Igual a la semana siguiente me pillaba “In The Court Of The Crimson King” (1969), de King Crimson, justo por eso, por la cara roja que protagonizaba su portada.

La importancia del artwork y todo lo que envolvía al disco, como una obra de arte. ¿Te sientes un poco fuera de tiempo?

Creo que es algo que le ocurre a mucha gente. Y que tiene que ver con aquello que te motiva o te inspira, y mucha gente necesita sentirse motivada por diferentes manifestaciones artísticas. No se trata tanto de querer aferrarse a una época como de tener claro cómo quieres sonar y qué elementos quieres que nutran tu propuesta. El progreso no tiene que ser necesariamente una regresión a tiempos pasados, sino un mirar hacia delante. Quienes hacían música en los sesenta no estaban siempre pensando en los cincuenta o en los sesenta. Creo que es la década que mejor ejemplifica esa idea de progreso, estilísticamente. La música pop avanzaba muy rápidamente.

“En mi casa se escuchaba mucho a The Beatles, tengo todos sus singles. Recuerdo escucharlos en el coche de mis padres y quedarme sobre todo con las letras, que me aprendía, y luego escuchar solo la música de la banda y tratar de cantar sobre ella”

Kai Slater

Sí, se quemaban etapas a la velocidad de la luz. La progresión era impresionante en cuestión de meses. Lo que estaba de moda a principios de un año podía haber sido superado al siguiente, ¿no?

Totalmente. Era una locura. A mí no me resulta muy inspiradora la lentitud con la que todo se desarrolla ahora. En estos tiempos sacas un disco y el resto del tiempo estás de gira, y eso hace que los lapsos para todo se prolonguen. Te encuentras con temporadas que solo dedicas a dar conciertos. Yo siempre estoy grabando cosas en casa. Me parece un enfoque más creativo que el de decir “vale, ahora tengo esta semana sin conciertos, voy a tratar de encerrarme a grabar un disco”. Me resulta difícil conectar con el método tan poco prolífico de la música moderna.

Se os califica como un grupo de power pop en algunos medios, pero si echamos la vista atrás, nos encontramos con que históricamente muchos de los artistas asociados al género, como Big Star, The Raspberries, Badfinger o Paul Collins, han renegado de esa etiqueta porque consideraban que comercialmente no los beneficiaba. ¿A ti te incomoda?

Obviamente hay muchas cosas que nos influencian que se pueden considerar power pop, pero también algunas de ellas que son más ruidosas o más lo-fi. Yo diría que lo que más me ha marcado son aquellas cosas que fueron como la semilla o el antecedente del power pop: todo lo que surgió a partir de The Beatles y la primera psicodelia, sobre todo la forma en la que discos como “Pet Sounds” (1966), de The Beach Boys, influyeron a los músicos británicos. Pero al final no es más que música pop, en definitiva.

La maravilla de Chicago. Foto: Liberto Peiró
La maravilla de Chicago. Foto: Liberto Peiró

Venís de Chicago, una ciudad con un perfil musical muy marcado, generalmente aventurado, que aquí conocemos especialmente por los discos de Wilco, las producciones de Steve Albini, los grupos que combinan jazz y rock y una tradición más o menos experimental que pasa por Tortoise, The Sea And Cake, Eleventh Dream Day y tantos otros. ¿Tenéis la misma percepción?

Sí, me encanta todo lo que hace Jim O’Rourke, creo que fue una influencia capital sobre Wilco. No conecto mucho con la escena que surgió alrededor de Steve Albini y Big Black, más que nada porque vengo de una escuela más melódica.

¿Son escenas conectadas de algún modo?

Soy mucho más joven que ellos y no sabría decirte. Sí que hay una generación inmediatamente anterior a la mía con la que tengo más contacto, la de Twin Peaks o Whitney. Ese tipo de cosas a las que podemos llamar música indie y que ellos favorecieron con la red de actuaciones en viejos almacenes y esa clase de lugares. Pero Wilco son héroes para mí, pese a que nunca he interactuado con ellos. Sí que he hablado alguna vez con Spencer (Tweedy, hijo de Jeff), porque estuvo detrás de unos conciertos que hicimos. “Sky Blue Sky” (2007) fue el primer disco que escuché de Wilco y me voló la cabeza.

“La primera vez que vi en directo a The Lemon Twigs me pareció que tenían una clara influencia de Big Star, y curiosamente yo llevaba puesta esa noche una camiseta de Big Star que me acababa de comprar”

Kai Slater

Supongo que te gusta más que los dos anteriores, “Yankee Hotel Foxtrot” (2002) y “A Ghost Is Born” (2004).

Bueno, mi favorito es “Summerteeth” (1999). Es melódicamente asombroso, y además es cuando te das cuenta de que Jeff Tweedy está yendo en otra dirección distinta a la de sus inicios.

También es el más beatle, es normal que lo prefieras.

Sí, desde luego, es un disco de pop, pero también es muy interesante a nivel de sonido.

Se os compara con The Lemon Twigs, aunque sea con un loable fin promocional. ¿Lo veis razonable?

Son buenísimos en directo, increíbles. La primera vez que los vi en directo me pareció que tenían una clara influencia de Big Star, y curiosamente yo llevaba puesta esa noche una camiseta de Big Star que me acababa de comprar. Un cantante andrógino, esa forma de cantar a lo Alex Chilton, esas armonías de tres notas, todo eso me enganchó… Soy amigo de Michael D’Addario y cuando viene a nuestra ciudad solemos quedar. Es fácil compararnos con ellos porque también nos gustan The Beatles, The Beach Boys y Big Star, pero creo que nosotros venimos de un sustrato más lo-fi y punk rock. ∎

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