La noticia del día es, sin duda, el fallecimiento de John Mayall (1933-2024), pionero británico del blues, leyenda de la música popular, cuyo deceso a los 90 años en su domicilio californiano se produjo el 22 de julio pero ha sido hecho público hace unas horas a través de su perfil de Facebook. Padrino del blues británico en los años sesenta, excelente reclutador de talentos para sus formaciones, Mayall destacó por su dominio del piano, la guitarra, el órgano y la armónica, pero más allá de cualquier pericia instrumental fue el centro de gravedad alrededor del cual giraron en sus albores leyendas de la talla de Eric Clapton, Peter Green o Mick Taylor, entre muchos otros. Él estuvo en todas las mejores salsas del blues de los sesenta. Formaba parte del Rock And Roll Hall of Fame, lucía la Orden de Caballero del Imperio Británico, llegó a servir a su país en la guerra de Corea y fue nominado a dos Grammy, pero sobre todo fue un indispensable catalizador de sonidos. El más notable en el negociado del blues rock de la época, junto a Alexis Korner.
A su lado se formaron algunos de los mejores músicos británicos de los años sesenta y setenta. Como dijo en una entrevista a ‘The Guardian’ hace diez años, en un extracto que reproduce hoy su propio perfil de Facebook, “el blues es y ha sido siempre algo que trata sobre la cruda honestidad con la que expresamos nuestras experiencias en la vida, algo que viene con la música y con las palabras, algo que conecta con nosotros y con nuestras experiencias comunes”.
En sus Bluesbreakers se curtió Eric Clapton antes de dar el salto a Cream. Peter Green antes de irse para formar Fleetwood Mac. Mick Taylor antes de ingresar en The Rolling Stones para suplir a Brian Jones. La suya fue una escuela surtida por las influencias de Leadbelly, Pinetop Smith o Eddie Lang. La de aquellos jovencitos británicos que abrazaban sin ambages la herencia de los venerables tótems norteamericanos del género cuando estos ya eran vistos en su propio país como reliquias, en aquella era en la que el diálogo musical de ida y vuelta a ambos lados del océano, a veces produciendo curiosas asincronías, era constante. Más de 40 álbumes de estudio y más de 20 directos dan buena cuenta de su incansable discografía, a lo largo de una carrera con lógicos altibajos, algunos de ellos a consecuencia del encaje que su forma de fundir el blues con el rock o el jazz tuvo en el contexto de las sucesivas modas y tendencias de las últimas décadas, y que mantuvo activa prácticamente hasta el final, en el umbral mismo de los 90 años. Mañana dedicaremos un amplio artículo a revisar su obra y legado.