Gran conexión pop. Foto: Pilar Morales
Gran conexión pop. Foto: Pilar Morales

Entrevista

Parade & Nacho Casado: el bonico verano

Parade y Nacho Casado conversan sobre su colaboración, el proceso creativo y su perspectiva sobre la música y la vida. En la charla se aprecia la química entre los artistas y el camino recorrido hasta la producción del disco “Parade & Nacho Casado”, consolidación de un proyecto musical al alimón que Jabalina publicó a finales del año pasado. El 13 de septiembre actuarán en la sala Fotomatón de Madrid.

El origen de la colaboración entre Parade, alias artístico de Antonio Galvañ (Yecla, 1967), y Nacho Casado (Elche, 1976) surgió tras una determinación por parte del primero, quien quedó fascinado por la música del segundo, especialmente por “Verão” (2018), su disco de debut en solitario tras formar parte de La Familia del Árbol. Parade decidió escribir a Nacho al descubrir que ambos vivían en ciudades cercanas, separadas apenas por 80 kilómetros, avisando de que acudiría a verlo actuar en abril de 2023. Tras el show, se acercó a saludar y comenzó una conversación que derivó en lo que ya conocemos.

Al parecer la conexión fue inmediata y, desde el primer momento, supieron que podrían crear juntos algo especial. Inicialmente, su plan era probar a grabar un single, pero la sintonía personal y artística hizo que el proyecto creciera rápidamente: de un sencillo a un EP de cuatro canciones y finalmente un disco de diez temas, “Parade & Nacho Casado” (Jabalina, 2024). Los primeros ensayos y creación de maquetas durante aquel verano ayudó a perfilar el sonido y la identidad del nuevo tándem. Parade recuerda que fue un poco como un amor a primera vista: “Desde el primer día dijimos ‘¡Ah, esto nos puede quedar bonito!’”. Y Nacho puntualiza, como en una fructífera relación: “Realmente hacer y compartir arte con otra persona a la que estás descubriendo es algo intenso y muy chulo”.

“El lindo amor”, vídeo realizado por Jordi Santos.

Composición y producción

Como es propio en melómanos de generaciones anteriores a los zoomers, comparten pasión por los álbumes completos, alejándose del modelo actual de canciones digitales sueltas. Desde el principio tenían muy claro con qué elementos trabajar: un sonido totalmente acústico, interpretado por personas en directo, sin secuenciadores ni electrónica. La formación incluiría batería, contrabajo, guitarra, piano y la posibilidad de un trío de cuerdas. Este planteamiento de producción orgánica, inspirada en el pop de los años sesenta y setenta, mezclando influencias de bossa nova y el pop marca Parade, fue el hilo conductor del disco. El proceso compositivo fue colaborativo: cada uno aportaba canciones e ideas y trabajaban mano a mano sobre ellas para llevarlas a un punto distinto del que habrían alcanzado por separado. Parade pone como ejemplo la canción “El primero”, originalmente suya, a la que Nacho aportó un rasgueo de guitarra que transformó la pieza. La dinámica recuerda a la de Lennon y McCartney, donde cada uno enriquecía la concepción del otro. A pesar de tener Antonio su propio estudio (Intonarumori), decidieron grabar en Granada con el productor Jaime Beltrán, con quien Nacho ya había trabajado y en quien confiaba. Parade admite que le gusta el sonido que consiguieron allí y que, a pesar de costarle el soltarse y ceder control, la experiencia de grabar en casa ajena, con la inmediatez y espontaneidad que ello implica, fue muy positiva y enriquecedora.

En contexto

Cuando a Nacho y Antonio, que provienen de ciudades fronterizas con Murcia y Alicante respectivamente, se les pregunta por un gentilicio para lo suyo, Parade propone “pop mediterráneo”, evocando la canción “Jazz méditerranée” de Benjamin Biolay y Keren Ann para Henri Salvador, pero con un enfoque más pop. Sobre el localismo y el provincialismo, observan que, habiendo desarrollado su carrera principalmente en sus lugares de origen, no han sentido una limitación por ello. Y Nacho recuerda las ocasiones en que la gente lo llamaba para tocar en Madrid inmediatamente, lo que le obligaba a improvisar y coger el primer tren. Resignado, Parade asume que su visibilidad local sigue siendo escasa, a pesar de llevar tocando en su región desde 1981. Sin embargo, ninguno afirma sentirse condicionado por el paraje que habita y ambos valoran la libertad creativa que les da el no pertenecer a ningún circuito establecido.

“Últimamente ando como retornando al sitio donde nadie me había pedido regresar: a mis inicios más folkies. Entendiendo el folk en sentido amplio: como la raíz de las cosas, no como un género cerrado”

Nacho Casado

Un viaje vital y artístico

En la funda interior del vinilo, Nacho confiesa que ha sido un viaje vital y personal. “Partía de un momento convulso, en el que necesitaba reorientar tanto mi vida íntima como mi faceta artística. Estaba muy vulnerable a qué cosas podía o quería… necesitaba enfocarme en algo que no hubiera hecho antes”, especifica. El encuentro con Parade llegó en el momento adecuado, permitiéndole enfocarse en algo nuevo y distinto. Los dos creen que, a pesar de haber hecho cosas relevantes en la música española, siempre han estado “en un carril aparte”, buscando sus sitios sin encasillarse en ninguna corriente. Parade, en su espacio, cita “Un’avventura” de Mogol para Lucio Battisti como inspiración, pero aclara que para él esto “no es solo una aventura, sino que tiene una intención de continuidad”. Mostrándose abiertos a futuras colaboraciones, parecen conscientes de que cada uno seguirá sacando discos en solitario antes de volver a juntarse más adelante. Ahora lo importante para ellos es mantener la camaradería y la complicidad compositiva, independientemente de los proyectos individuales.

La inflexión

La fructífera unión ha supuesto un giro en ambas carreras. Parade confiesa que le va a costar –al menos a medio plazo– volver a los sintetizadores y que, por ahora, solo piensa en música interpretada por personas, con instrumentos acústicos. Nacho confiesa: “Últimamente ando como retornando al sitio donde nadie me había pedido regresar: a mis inicios más folkies. Entendiendo el folk en sentido amplio: como la raíz de las cosas, no como un género cerrado”. Ambos valoran el albedrío de hacer música desde su propia perspectiva, sin copiar estilos, para reinterpretarlos a su manera.

Nacho Casado y Antonio Galvañ: en onda, en el Teatro Romea de Murcia. Foto: Pilar Morales
Nacho Casado y Antonio Galvañ: en onda, en el Teatro Romea de Murcia. Foto: Pilar Morales

Admiración mutua

Sin ánimo de piropearse mutuamente, cada uno reconoce ciertas cualidades del otro. Parade destaca la gran intuición de Nacho, sus pálpitos para detectar lo que mejor funciona en una canción: “Yo soy más reflexivo en cuanto a que voy probando miles de cosas, día a día, hasta valorarlo con perspectiva”. Y reconoce que su voz le da “envidia sana”. Casado reivindica a Galvañ como uno de los mejores compositores del pop español de las últimas décadas, destacando su fino olfato para el pop, la capacidad para crear universos particulares y abordar temas profundos. Como ejemplo cita “Clon rezagado”, una sencilla canción, aparentemente de ciencia ficción, en la que uno de los clones se queda solo y va a parar a una fundación murciana de acogida. “Es muy difícil abordar asuntos como el abandono o la pertenencia, desde el luminoso pop. Hay poca gente que sepa hacerlo”.

Coincidencias y divergencias

“La verdad es que yendo a buscar dónde coincidir no nos fijamos tanto en lo diferentes que somos”, explica Parade. “Por ejemplo, Nacho me recomendó escuchar el último disco de Clairo y la verdad es que me moló, parece Dusty Springfield con un par de petas. Al igual, yo le pinché a Lucio Battisti y me agradeció el descubrimiento”. Coinciden en su pasión por la música de los años sesenta y reconocen lo que aportan y enriquecen sus distintas y complementarias perspectivas de trabajo. El instintivo-espontáneo Nacho ejerce a veces de mediador cuando el metódico-asertivo Parade se pone nervioso por algún detalle imprevisto en la grabación, ayudándolo a relajarse y a confiar en el proceso. La experiencia de grabar en un estudio ajeno, con otros músicos y en un tiempo limitado, ha sido un aprendizaje para Parade, acostumbrado a trabajar solo en casa.

“Nacho me recomendó escuchar el último disco de Clairo y la verdad es que me moló, parece Dusty Springfield con un par de petas. Al igual, yo le pinché a Lucio Battisti y me agradeció el descubrimiento”

Parade

Alma

El espíritu del disco está muy influido por la forma de trabajar sesentera: “Llegaba la gente con sus canciones y luego llegaban los músicos, como en Capitol Records, que les daba igual que fuera para Beach Boys u otro nada famoso; ellos grababan lo mejor que sabían”. Para Nacho, recuperar ese espíritu fue fundamental la idea de que “cada cual con su instrumento toque en conjunto al resto, dejando que la música fluya y se mueva”. Esta forma de trabajar, combinada con los medios tecnológicos actuales, les ha permitido crear un disco que respira autenticidad y frescura. La inmediatez resultante ha sido valorada positivamente al notar la esencia de su música capturada en un momento concreto, sin darle demasiadas vueltas.

Swing propio

Parade parece encontrar el swing en los conciertos. “Cuando estamos desnudos ante el público se nota que congeniamos y lo gozamos. Personalmente disfruto escuchándolo y haciéndole las dobles voces y creo que resulta superbonito”. Respecto al propio género, dice valorar la sonoridad del trío estándar de jazz, aun prefiriendo canciones breves y directas frente a las largas improvisaciones. Nacho, por su parte, admira el jazz vocal, a cantantes como Dinah Washington, Ella Fitzgerald y Chet Baker. “También me gusta John Coltrane, pero hay algo en su música que me da miedo, pero no peyorativamente, sino que me remueve demasiado; su música llega a partes de mi cerebro que no sé si quiero estimular y lo tengo que parar porque no estoy preparado”. Bromeando con la idea de ser ellos mismos los equivalentes a João Gilberto y Tom Jobim en España, Parade apunta la influencia de compositores de los años setenta como Manuel Alejandro, Rafael Trabucchelli con Waldo de los Ríos, y duplas como Pablo Herrero y José Luis Armenteros o Nacho Canut y Carlos Berlanga, a quienes considera una cumbre. ¿Otros ejemplos? “Mañana mismo”, la preciosa adaptación de “Tomorrow Morning” del abstracto y etéreo Paul Buchanan aka The Blue Nile, nace de la admiración de Parade hacia el (difícil) escocés. Nacho aprovecha para mencionar que, pese a no haber grabado versiones, sí tiene referencias a personajes malditos como en “Chet Baker”, “Lady Day” o “Cousteau”.

Bien avenidos. Foto: Pilar Morales
Bien avenidos. Foto: Pilar Morales

Inspiración

Nacho cuenta que canta sobre lo que vive y siente, capturando los momentos de amor en su vida cotidiana y destacando la importancia de desconectar o saber disfrutar del silencio. Análogamente, Parade encuentra su paraíso en casa o en lugares tan cercanos como Altea, Xàbia y Calp. Reflexionando sobre la dificultad que tendrá una máquina con Inteligencia Artificial para imitar la organicidad y la emoción incomparable de música humana, se atreve a opinar: “La mayor parte de lo que se crea ahora está hecho por personas que no son músicos, aunque tengan bastante talento, ¿vale? Utilizan muy bien herramientas o bibliotecas digitales en ordenadores personales y cajas de ritmo. Pero cojan un concierto de, por ejemplo, Nina Simone y verán que eso es incomparable. O dile tú a cualquier IA que haga de Jonathan Richman, pese a lo básico que parezca; es algo imposible”. Parece claro que buena parte de su obra es una alerta “para llamarme a mí mismo la atención”.

“Personas que no son músicos, aunque tengan bastante talento, utilizan muy bien herramientas o bibliotecas digitales en ordenadores personales y cajas de ritmo, pero cojan un concierto de Nina Simone y verán que eso es incomparable”

Parade

La queja

Nacho admite ser protestón y Parade, en cambio, haber evolucionado hacia una actitud más zen y de aceptación de sus circunstancias, pero coinciden en que lo justo sería poder hacer la música que desean y siempre compartirla. En cuanto a doctrinas para estos tiempos, Parade cree en la utopía, pese a escribir sobre distopías tecnológicas, tanto como en la capacidad de mejora humana. Mientras que Nacho, que solía desconfiar de la gente, ha recuperado la esperanza “gracias a viajar con la música y conocer la bondad”. Se aprecia cierta frustración por la dificultad para llegar a más público y la precariedad de la industria, valorando la conexión íntima con sus seguidores y la satisfacción de hacer la música que desean. Nacho, sin añoranza, ansía un mayor reconocimiento y concluye, advirtiendo que sería como abrir otro melón: “Mi ilusión es pertenecer a todo, no estar encasillado, poder ser simplemente un intérprete o alguien que hace su propia música. Es ahí hacia donde me he dirigido, pero la parte más complicada es hacer de esto tu vida y sustento… Seguramente no debe haber mucho más que eso”.

Influjo filiar

“Si de verdad quieres a tu hija de 25 es complicado ser un indeseable con sus gustos. Amaia, por supuesto, o la ‘Tramuntana’ de Guitarricadelafuente”, en la que el de Benicàssim adapta “Il celo in una stanza” de Gino Paoli y sobre la que Parade recuerda su época fuertemente italianizada. “La verdad es que es buenísima. Con la capacidad de influenciar que tiene, observo 20 años después que otra persona piense en hacer una canción tan divina como aquella, sin pretender llegarle al tobillo. Por lo menos habrá estado cerca de Dios”. Nacho, enorgullecido de ser todavía un referente beatle para su hijo, confiesa cierta reticencia en admitir abiertamente que le gustan “algunos temazos de Bad Bunny o Rosalía”, los cuales escucha el preadolescente cuando va en coche con su madre. ∎

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