Lana Del Rey fue la principal protagonista –infinita devoción ante la diva– en la noche de la segunda jornada de Primavera Sound. Pero hubo muchísimo más, con diversas acepciones del ritmo multiplicándose a lo largo y ancho del Parc del Fòrum: desafiantes, convencionales, inequívocamente festeras, metalizadas, superpoperas, mutantes… Cada cual pudo elegir su propia aventura, que es de lo que se trata.
Tengo sentimientos encontrados cada vez que encaro un bolo de alguna leyenda del hip hop. No lo puedo evitar. Aprecio su magisterio, pero al mismo tiempo no puedo dejar de pensar en lo mucho que sus logros han sido superados –al menos en lo formal– con el paso del tiempo, algo que se aprecia más en este estilo que en otros de los que alimentan el tronco de la música popular. Recuerdo cómo a finales de los ochenta se le pronosticaba al género menos recorrido del que ha brindado en las últimas décadas, y no me queda otra que hacerme cruces. Todo aquello de lo presuntamente limitado de los ritmos y las rimas. Ja. Pero cotejo un vídeo perdido en YouTube del paso de Clipse por el Primavera Sound de 2008 mientras calibro su actuación de anoche y advierto pocas diferencias, aunque ahora rindan honores al monarca Kendrick Lamar en “Not Like Us”. Es lo que tiene vivir del nombre. Del crédito acumulado por Malice y Pusha T (quien tardó lo suyo en aparecer ayer en escena, por cierto), bien ganado a lo largo de décadas. En cualquier caso, el básico y sobrio set del par de hermanos tuvo punch y exudó autoridad old school. Fluyó con el aura de las grandes ocasiones, que por algo se anunciaba esta como su única fecha europea, y fue recibida y celebrada por un cuantioso y alborozado público en el escenario Amazon Music. Carlos Pérez de Ziriza
Con una decena de lazos de buen tamaño repartidos por el escenario Steve Albini a modo de escenografía y las espaldas guardadas por un ágil DJ disparador de bases, la cantante, fotógrafa y artista visual británica premió a aquellos que no quisieron ir a ver a Lana Del Rey con una fiesta de dance pop muy fácil de digerir y muy disfrutable. Con la encantadora presencia de la cantante y su gran capacidad para los himnos, los mensajes de Diamond –de su primer disco,“Reflections” (2019), y de “Perfect Picture” (2023)– cabalgaron entre melodiosas fantasías sintéticas y ritmos gozosos. El público, extranjero y buen conocedor de todo aquello que sonaba, se entregó sin reservas. Hannah estuvo muy rosa –por algo “Pink And Blue”, su primer single, sigue en el repertorio–, muy girlie y a ratos un poco japonesa. Pop, muy pop. Bruno Galindo
Me pasó lo mismo que con Mura Masa en la edición de 2023: está la Boiler Room x Cupra tan atiborrada de gente ya pasada la medianoche que no me queda más remedio que seguir lo que se cuece dentro de ella desde fuera, porque no cabe un alfiler, so pena de tirarme todo el bolo haciendo cola, y no sé hasta qué punto es fiable ese enfoque. Todo lo que ocurre ahí dentro es para sentirlo en el pecho, bien de cerca. Para sudarlo bajo su esfera, con el artista a pocos metros. O entras o te quedas un poco fuera, no solo físicamente. Y el efervescente footwork del músico y productor de Chicago demanda matices y merece mejor desglose que el que podamos calibrar desde esa concurridísima zona de paso que conecta la Boiler con el resto de escenarios. Hizo bailar a todo el mundo, eso sí. Aunque eso se daba por descontado. Carlos Pérez de Ziriza
Las comparaciones suelen ser injustas. Más aún cuando vienen por vía sanguínea. Pero a veces son inevitables. Y lo de Mabel se me antoja tan distante (en audacia, singularidad, inventiva, personalidad) de todo lo que hizo su madre, Neneh Cherry (y ahí entra también la pionera caligrafía trip hop de las producciones de su padre, Cameron McVey), que lo único que me sugirió fue monotonía, y eso que estaba más que predispuesto a dejarme sorprender. La malagueña (de nacimiento: Alhaurín de la Torre) lleva tiempo siendo una más del concurridísimo batallón de aspirantes a diva del R&B británico, de ese pop bailable de amplio espectro que aspira a copar sus listas de éxitos, teñido de disco funk unas veces y de soul atemperado otras tantas, y su directo aún acrecienta más su escasez de punch. Su concierto en el escenario Pull&Bear me aburrió. Carlos Pérez de Ziriza
A la responsable de algunas de las bandas sonoras más inquietantes y desasosegantes de los últimos años –como son las de “Under The Skin” (Jonathan Glazer, 2013), “Jackie” (Pablo Larraín, 2016) o “La zona de interés” (Jonathan Glazer, 2023)– no se la esperaba para un DJ set convencional. Levi arrancó con un ambient amorfo, como si especímenes desconocidos se colaran para malformar el sonido saliente. Poco a poco fue añadiendo más apuntes alienígenas y pidió la colaboración de una voz externa para desconfigurarla. Subió la temperatura del escenario Warehouse x Dice con bajos atronadores que comprometieron toda la estructura de hormigón del espacio cuando no deformaban los rictus de los intrépidos que se acercaban a las torres de altavoces. Sí se esperaba que en algún momento añadiera complementos cinemáticos a ese ambient opresivo. Poco a poco se fue abriendo a ritmos sincopados y desviados. Un techno arduo que sorprendentemente generó moderado entusiasmo entre los presentes, incluso cuando lanzó beats como ondas de calor. Un set anticlimático, marciano e indiferente a las previsiones de adaptación fácil. Marc Muñoz
Se le quedó pequeña la explanada ante el escenario Plenitude. Las cifras de reproducciones en streaming que va acumulando Irma Farelo pronosticaban que su pase en Primavera Sound sería de lo más concurrido, y ella correspondió con la misma versatilidad que se deduce de su incipiente discografía. Diversidad de cadencias, de texturas e incluso de lenguas (combinando catalán y castellano) en formato de banda pop, digamos, convencional (teclado, guitarra, batería), sin la patente economía instrumental que se gasta su hermana Bad Gyal en sus conciertos. Pop, R&B, algo de dancehall y trap, lenguajes –en resumen– esenciales del más o menos nuevo pop servidos con mucha frescura en un set que me gustaría catar en un escenario más grande. Tiempo habrá en futuras ediciones, seguro. Carlos Pérez de Ziriza
Sorprendido ante el numerosísimo público que tenía delante, el mallorquín Daniel Heredia (conocido como Rels B) se pasó toda su actuación en el escenario Amazon Music dando las gracias a sus seguidores, a Barcelona y, de paso, a todo el Mediterráneo. Sus canciones, de un acendrado romanticismo y con clara raíz latina, lo han convertido en un gran ídolo en toda Latinoamérica, y desde hace un tiempo también puede presumir de ser profeta en su tierra. Respaldado por una excelente banda, fue despachando temas como “pa quererte”, “Mi luz” (un reguetón soft), “cómo dormiste?”, “Un rodeoooo” o “Tienes el don”, en el que desarrolla esa mezcla de rap y R&B de sus inicios. Hubo quizá un exceso de tiempos muertos y algún que otro bajón con las baladas “Como antes” y “Shorty que te vaya bn<3”. Pero estuvo estupendo en esa suerte de híbrido de bachatón y R&B que es “Mejor no nos vemos” y con los ecos de guajira cubana en “La última canción”. Luis Lles