¿Cuándo, cómo y dónde os conocisteis?
Coque: El primer encuentro fue algo parecido a este. Fue idea de Fernando Delgado (es el director de [PIAS] Ibero América). Yo soy un gran fan de The Divine Comedy y estaba escribiendo sobre él en mis redes. Fernando me escribió para agradecérmelo y me mandó su nuevo disco. Luego tuvimos una conversación en la radio; hablamos de música, de cómo él influyó en mí...
Neil: Tú también me has influido muchísimo (se ríe). Y luego me liaste para escribir una canción.
“My Beautiful Monster”: está en tu disco en directo “Irrepetible” de 2018, Coque.
Coque: Neil estaba tocando esa noche. Fui a ver el show y me dedicó “Absent Friends” (canción titular del álbum de The Divine Comedy que fue publicado por Parlophone en 2004) y yo me dije “oh, dios mío”. Después del concierto fui al camerino y me dijo “¿por qué no hacemos algo juntos?”. Y yo: “¡Sí! ¿Cuándo? ¿Ayer?” (ríe). Yo tenía esa canción que había hecho para una película. Y él dijo “déjame hacerle una cosita”. E hizo esa parte, un poco como de lobo feroz y Caperucita, en plan “oh nena, voy a comerte”. Quedó genial.
Neil: Hmmm, yo estaba tomando setas en ese momento… es broma, nunca he tomado nada. Pero tiene gracia, pensé en esa canción hoy, y se me quedó en la cabeza todo el día. Es muy pegadiza. Estoy muy contento con ella.
¿Cuál sería vuestro punto de encuentro musical?
Coque: Yo lo tengo claro. Bueno, esta es mi idea, supongo que Neil tendrá otra. Todos mis amigos –como Mac Hernández, el bajista, fan total suyo– me decían: “Tienes que escuchar a The Divine Comedy”. Yo al principio fui reacio. Pero un día escuché “Bang Goes The Knighthood” (2010) y conecté con la música de mi infancia. Mi padre era un gran cinéfilo y nos llevaba al cine a ver musicales: Fred Astaire, Gene Kelly… Hay mucho de eso en la música de Neil, ¿no? Y cuando le escucho, ¡pum!, me viene toda esa música que adoro. Y las líneas de cuerdas de Bowie, de los Beatles... Fue la tormenta perfecta: su música, mi hermano Miguel que ya estaba en lo sinfónico… Todo se conectó.
Y se manifestó más tarde en discos tuyos con instrumentación sinfónica: “Irrepetible” o “¿Revolución?” (2019)…
Coque: Sí, y “El último hombre en la Tierra” (2016). Pero también “Termonuclear” (2011), que fue como un ensayo de eso.
Los dos sois autodidactas.
Coque: Veníamos hablando de eso.
Neil: Sí, ninguno de los dos puede leer música del todo. Yo podría escribir una línea de música si me das cuatro horas (risas). Y mira que di clases de piano hasta los 13 años. Llegué a segundo; todos mis amigos sacaron grados más altos que yo, sin ser músicos. Todo lo que yo quería era hacer ruido como “Don’t Bring Me Down” de la ELO.
¿Y tú, Coque?
Coque: Yo nunca estudié formalmente. Siempre pensé “tengo muchas canciones que hacer y muy poco tiempo para lograrlo”. No podía perder tiempo estudiando.
Neil: Yo tenía la misma sensación. Sabía que podía escribir canciones; ¿qué tenía que estudiar entonces? Más tarde he visto a mi hija ir a la universidad y me han entrado celos... Cuatro años simplemente aprendiendo y siendo joven. Yo nunca tuve eso. Pero fui una estrella del pop (ríe).
Y aquí estáis los dos 40 años después… más o menos. Sois de la misma quinta, Coque nació en 1969 y Neil en 1970.
Neil: Uf, sí.
Coque: ¡No nos lo recuerdes, por favor!
Lo digo como un elogio: los dos tenéis buenas cajas recopilatorias con vuestras discografías: “Venus, Cupid, Folly And Time”, publicada en 2020, y “El astronauta gigante”, que salió en 2021. ¿Os las habéis intercambiado?
Coque: Yo había pensado traerte mi último disco en vinilo, pero pensé “está de viaje”.
Neil: Tú ya sabes lo que es cuando la gente te regala cosas y no sabes dónde ponerlas. Pero estoy tan orgulloso de mi boxset… Alguien en YouTube ha hecho un unboxing y es lo más gracioso que he visto en mi vida. Te lo mandaré.
Sobre la composición, ¿cómo lo hacéis?
Neil: Yo completamente separado, música y letra. Escribo en mi libreta o en mi teléfono. Luego juego con la música en el estudio o en el dormitorio. Vacilo con la guitarra, grabo un poco... Luego el momento mágico es cuando dices “espera, esta línea y este fragmento de música… ¡van bien juntos!”. Es como el big bang. Es como la polinización cruzada.
Coque: Para mí hay una diferencia: escribo las palabras cuando tengo la música. Todo empieza con algo emocional, instintivo. Cojo la guitarra o el piano –especialmente la guitarra– y empiezo a liarla. Primero me gusta sentir los dedos en la madera. Es algo muy animal. Luego viene la melodía y lo último –no tengo más remedio que hacerlo pero no me apetece– la letra.
Neil, leí en una entrevista antigua que un día descubriste que habías escrito la misma canción dos veces sin darte cuenta. ¿Pasan esas cosas?
Neil: Hmmm, suena a algo que yo haría. Uno siempre es consciente de la posibilidad de copiar accidentalmente. Yo creo que nadie se propone copiar a otro a propósito. Tienes que ser un raro para decir “Beyoncé lo ha petado con esta canción, ¡voy a plagiarla!”.
Coque: Un gran músico de aquí, el contrabajista Javier Colina, dice algo muy inteligente: “Chicos, son solo siete notas”. ¡Siete! Eso es todo.
Neil: Es muy, muy difícil que te salga una canción nueva.
Coque: Está todo copiado todo el tiempo. Se llama cultura.
Neil: Mira “Invisible Thread”, la última canción de este nuevo disco. La grabo, la mezclo, me la traigo a casa, se la pongo a Cathy (Davey, su mujer) y me dice “ese verso es mío”. Uno que empieza con “I’m sewn into your collar”. Y resulta que hay una canción suya –porque ella grababa discos en los dos mil, antes de dedicarse a rescatar animales– con ese mismo verso. ¿Cómo ha podido ocurrir?
Coque: Yo creo que en música no hay tal cosa como copiar. Tienes “Sweet Little Sixteen” de Chuck Berry y “Surfin’ USA” de los Beach Boys. Chuck Berry los denunció y les sacó una pasta.
Neil: Le pagaron tan poco en los cincuenta que está bien que haya sacado un poco de dinero…
Coque: Pero sería terrible que viniera un juez y dijera “destruyan ‘Surfin’ USA’ porque es una copia”.
Neil: Recuerdo cuando denunciaron “Blurred Lines”, de Robin Thicke y Pharrell Williams. Pues la familia de Marvin Gaye los denunció a los dos porque en una entrevista Pharrell había dicho que habían intentado sonar a una canción de Marvin Gaye. ¡No puedes denunciar una idea! Si así fuera Scott Walker tendría que haber venido a por mí…
Muy honesto por tu parte.
Neil: No es honestidad, todo el mundo tiene sus grandes héroes, sus grandes amores musicales que quiere emular; quieres hacer algo que tenga ese feeling de las canciones que adoras.
Vamos con el disco.
Neil: Bueno, pues es mi decimotercer álbum. Voy a intentar llegar a veinte antes de morir; es bueno tener objetivos. Supongo que la característica principal es que es un poco más directo en las letras, más emocional, más al grano; la gente me dice que soy muy ingenioso y muy leído, pero en realidad siempre estoy hablando de mí mismo y de mi relación con el mundo. Aquí hay menos historias, menos bromas. Musicalmente, creo que es lo más exuberante, melancólico y orquestal que he hecho en varios años.
Coque: Yo también lo creo.
Neil: Lo grande para mí fue cuando hice las canciones para “Wonka” (Paul King, 2023), la de Timothée Chalamet. Grabamos la mayor parte en Abbey Road y fue increíble. Me dije: “Me están pagando mucho por esta película, así que voy a hacer mi próximo disco allí”. Lo grabamos en diez días: llegamos, tocamos y nos largamos.
Dices que hay menos humor, pero algo hay. ¿“Mar-a-Lago By The Sea” no es una especie de… lounge fascista?
Neil: Jajaja, ¡he inventado un nuevo género! Sí. La mayoría de frases son citas directas de Donald Trump. Hablaba de caníbales y tiburones. ¡Una locura! La canción surgió porque yo quería que fuera a la cárcel, así que la escribí como si estuviera allí. No funcionó (risas). Pero ahí está él, echando de menos su preciosa casa llena de mármol, retretes dorados y cuadros de sí mismo.
Coque: Me recordó a “Casanova” (1996): el ambiente, los efectos de tu voz…
Neil: Quise experimentar con el reverb para que la voz sonara un poco nauseabunda, que te sintieras mal al escucharla.
“The Last Time I Saw The Old Man” me recordó a Scott Walker. ¿Está relacionada con “The Old Man’s Back Again”, canción del álbum “Scott 4”?
Neil: No… pero lo pensé. Siempre dudas si el título remite demasiado a otra obra. Pero al final dije “nah, está bien”. Tengo otra que se llama “I Want You”, y hay como cinco temas famosos con ese título. Aquí no había otro posible. Habla de mi padre en sus últimos años, con alzhéimer. Es muy triste. No hay gran sabiduría, solo observación.
Coque: La idea de envejecer atraviesa todo el álbum, creo yo.
Neil: Sí. Eso es en lo que más pienso ahora.
Coque: Pues mi último disco se llama “Aunque estemos muertos”.
Neil: ¿Sí? Me estaba preguntando qué significaba.
Coque: Pues eso: que todos vamos a morir. Todo el álbum va de eso: de envejecer, de morir.
Neil: Creo que es importante no huir de ello. No seguir escribiendo como si tuvieras 20 años.
Luego está “The Man Who Turned Into A Chair”, con su coro morriconiano…
Neil: Ahí las letras están divididas en dos partes: en una canto yo desde mi punto de vista y en la otra están los coros cantando desde arriba, como Dios hablándome a mí. Por eso no podía cantarlo yo mismo. En directo no sé cómo lo haremos. Va sobre cómo al hacerte mayor dejas de moverte, te paralizas. Ahora, tras cinco días viendo críquet, pienso “como no me levante me voy a convertir en una silla”. Es una chorrada, pero es divertida.
¿Y el instrumental, “Can’t Let Go?”? ¿Qué lleva a un cantante y letrista a hacer un instrumental?
Neil: Tenía treinta canciones y letras a montones. Pero me gusta que un álbum tenga espacio, no canción tras canción. Me aburro de mi propia voz. Así que dejé que hablara la música.
¿Tú, Coque, has grabado alguna vez algún instrumental?
Coque: En un álbum no. Para teatro o cine sí. La música de “Todo es mentira” (Álvaro Fernández Armero, 1994) era mía y era instrumental.
Neil: Deberías probar, es bueno. Sé lo que dices, yo he hecho instrumentales también para cine. Yo, si solo tengo diez ideas que merecen la pena, eso es lo que meto en el disco.
Coque: Yo, de hecho, hago álbumes muy cortos. Diez canciones, once como mucho. Me encantan los álbumes cortos. Creo que no tenemos la capacidad de concentrarnos en catorce temas.
Neil: A mí me gusta el críquet, así que me gustan las cosas que se prolongan en el tiempo (ríe). Pero mira, estuve escuchando el último álbum de Beyoncé, el de “COWBOY CARTER”, que dura y dura. Y me aburrió.
Coque, hablabas de teatro y creo que tu futuro inmediato está en ese campo.
Coque: Sí: en 2026 haré “La ópera de los tres centavos”, de Kurt Weill. Hago de Mack The Knife. Me asusta un poco. Tengo que tocar el banjo, aprenderme todas las canciones… El 15 de octubre termino mi gira de 40º aniversario y me meto de lleno. Le dedicaré todo el año que viene. No haré nada más. Quiero estar muy concentrado.
¿Y tus planes, Neil?
Neil: Suena maravilloso. Iré a verla, aunque no entienda nada. Yo estaré de gira en el Reino Unido en octubre, luego Europa (incluida España, el próximo 5 de marzo tocará en la sala Apolo de Barcelona y el 7 de marzo en el Teatro Eslava de Madrid) y en verano abriré para David Gray. Después ya veré. Estoy deseando descansar, ver fútbol un rato, pasear a los perros y fumar en pipa. ∎