EP

Jlin

EmbryoPlanet Mu, 2021

Que Jlin es un género en sí misma es algo que ha ido demostrando en cada una de sus diferentes encarnaciones discográficas. Trabajos como Dark Energy” (2015), “Black Origami” (2017) y su banda sonora del ballet “Autobiography” (2018) de Wayne McGregor conforman un corpus ineludible de las raíces footwork y su propagación en las más diferentes direcciones.

De las raíces del género, instauradas por RP Boo, a su reflejo en el mantra minimal de Philip Glass, Jlin se postula por la vía del autodescubrimiento y la necesidad de saciar su hambre de metamorfosis. Su modus operandi responde al del artista siempre dispuesto a romper con la sombra de su pasado más inmediato.

En base a esta pauta de acción, ha publicado “Embryo”, EP con el que florece una nueva flor extraña en su jardín del ritmo. No en vano, nada más comenzar, nos topamos con que la canción que le pone título es una mutación de su código genético, infectado por la torsión impertinente del grime. Dicha receta es la también aplicada en “Auto Pilot”, que corrobora la tendencia hacia la pista de baile más macarra llevada a cabo en cuatro muestras modélicas de sus poderes.

En esta ocasión, la productora de Indiana se ha decidido a acercarse más que nunca al pálpito humano, aunque es cierto que las huellas del vacío emocional inherente a toda su trayectoria siguen estando presentes a través del rizoma rítmico; sobre todo en “Connect The Dots”, donde la semántica posindustrial impone las reglas del juego en esta muestra burbujeante de footwork en plena desintegración. Es como escuchar el latido mecánico de Chicago diluyéndose en una masa incorpórea, perfectamente representada en el destello robótico de “Rabbit Hole”, en la que Jlin dibuja un cuerpo sonoro de trazos imposibles pero altamente magnético.

En sí mismo, “Embryo” es una especie de enfoque neuronal de las complejidades del ritmo que marcan los rasgos footwork. Un juego que suena a evasión constante de las reglas del mismo, y una prueba más de que Jlin ambiciona acaparar nuevas metas en una trayectoria que está conformando uno de los vértices que definen la evolución de la música de una creadora que, disco a disco, está desviando su ruta desde el polo más extremo de la desafección hasta nuevas constantes de acción: la búsqueda de una pulsión más acorde a las directrices del comportamiento poshumano, que ella está codificando por medio de una serie de fases discográficas en las que “Embryo” no deja de ser una obra menor, aunque más sustanciosa que el 99% de los discos publicados con latido electrónico bailable. Así de importante es Jlin hoy en día y así debemos entender su más reciente criatura. ∎

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