En la galaxia de Pablo Díaz-Reixa.
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El camino de El Guincho a las estrellas

Con la producción de “BLACK STAR”, el nuevo trabajo de Amaarae y uno de los discos del verano, el productor más internacional de nuestro país certifica su posición como uno de los grandes manufactureros del pop alternativo con vocación comercial más actual. Desde la pandemia se han puesto en sus manos FKA twigs, Charli XCX, Camila Cabello o JENNIE, ha vuelto a colaborar con Rosalía en “Motomami” –ya veremos si en lo que se viene– y ha asentado una firma que pasa por el experimento, los ritmos de la diáspora afrocaribeña, los modos electrónicos y la energía del hip hop.

Ya hemos hablado muchas, muchísimas veces de Pablo Díaz-Reixa, El Guincho, en esta revista. Pero vamos a hacer un pequeño resumen para los que hayan llegado recientemente: todo empezó más o menos en 2007, justo a principios de 2008 realmente, cuando Rockdelux y otros medios como ‘Mondo Sonoro’, que antes lo habían incluido en sus CDs recopilatorios o en sus Fiestas Demoscópicas, situaron “Alegranza” (Discoteca Océano, 2007) –su primer largo– entre lo mejor de aquel curso (fue tercero en Rockdelux tras “La leyenda del espacio” de Los Planetas y “Ezlekuak” de Lisabö).

En apenas días llegarían las reseñas de las web estadounidenses ‘Pitchfork’ –un 8,3 de nota y certificación Best New Music, algo insólito por entonces para la música independiente hecha en España– y ‘Stereogum’, que incluso contó con el productor canario, residente en Barcelona desde 2002, para un álbum de remixes en homenaje a Björk, germen de una colaboración con la islandesa que cristalizaría definitivamente en “Biophilia” (2011) y, años más tarde, en “Fossora” (2022).

Björk: “Moon”, canción de “Biophilia” (2011) en la que El Guincho colaboró en la programación.

Su fichaje por el sello londinense Young, Young Turks en aquel entonces, lo convertía en una de sus primeras apuestas justo antes de lanzar a The xx, teloneros de Díaz-Reixa en la capital británica. Y luego aquel artículo de Sebas E. Alonso en ‘Jenesaispop’ reconociendo que habían escuchado el disco por su posición en las listas –“Todavía se descubren discos gracias a las listas del año (no acude uno sólo a leerlas para buscar lo que ya conoce y si no está enfadarse)”, decía–, con una ristra de comentarios aún más brillante todavía: “Es imposible no hablar de Panda Bear, pero donde uno pone a Brian Wilson el otro pone a Van Dyke Parks… Y puestos a elegir, mejor viajar al Caribe que quedarse en California”; “Lo peor es la producción: tanto corta y pega, tantas capas de sonido, la ausencia de estribillos… Lo mejor: el CD, más barato que un bocadillo, y el otro día en Soulseek uno de los de Discoteca Océano compartiendo los temas de ‘Alegranza’”; “Este y el ‘Clandestino’ (Manu Chao) son dos discos medio piesnegros que tienen todos los ingredientes para ser una mierda y acaban siendo grandes”...

Lo cierto es que la música de El Guincho rompía esquemas aquí saliéndose de los tópicos del gafapastismo sin abandonar su epicentro mismo, y así lo iba a confirmar dos años después “Pop negro” (Young Turks, 2010), elegido por Rockdelux como mejor álbum nacional del año. Era en cierto modo ridícula y naíf, indie, pero también desenfadada, tropical y divertida, hippie. No sé: perroflauta de ciudad; gatosampler si quieres. Y los descriptores que despertaba por entonces han terminado siendo, visto en retrospectiva, los mismos que para toda una genealogía del pop contemporáneo: lo caribeño, el corta-pega, la sampledelia y la fragmentación, el respeto por las formas del pop clásico a nivel melódico, el uso de palmas y polirritmias, el origen electrónico…

El Guincho: “Bombay” (de “Pop negro”).
Otra casualidad curiosa: quizá el otro gran descubrimiento under del momento en nuestro país era entonces David Rodríguez, La Estrella de David, y de uno a otro como productor pasarían Los Punsetes en la transición entre “LP2” (2010) y “Una montaña es una montaña” (2012), el primero de una tanda de álbumes producidos por Díaz-Reixa que se prolongaría hasta “¡Viva!” (2017). Aquel año, El Guincho ya andaba en el estudio con Rosalía confeccionando la revolución pop que supondría “El mal querer” (2018) y certificando una de las alianzas creativas más definitivas de nuestra cultura popular. Y el resto, como se suele decir, es historia.

 Rosalia con El Guincho  en Sevilla (2019) en la gala de MTV Europe Music Award. Foto: Jeff Kravitz / FilmMagic (Getty Images)
Rosalia con El Guincho en Sevilla (2019) en la gala de MTV Europe Music Award. Foto: Jeff Kravitz / FilmMagic (Getty Images)

De artista en los márgenes a megaproductor pop al filo del abismo

Rosalía y El Guincho cogieron juntos el avión del estrellato internacional tras “Con altura”, incontestable reguetón viejito en el que se juntaban con un casting global de estrellas de altos vuelos –y ya basta con las obvias comparaciones aeronáuticas– que incluía a J Balvin y su productor de confianza, Sky Rompiendo (el Bajo), o a otro productor con el que ambos iban a tener el futuro una gran relación, Frank Dukes. Gran parte de la ristra de singles pos “El mal querer” de la artista catalana, de hecho, contaba con su participación, al mismo tiempo que dejaba ir viendo poco a poco la adhesión de Noah Goldstein a su proyecto; en apenas dos años ambos eran sospechosos habituales en un círculo artístico angelino formado por Travis Scott, James Blake, Frank Ocean, Daniel Lopatin, Dominic Maker, The Weeknd… Mientras Rosalía ampliaba más y más su crew, y sin dejar ella y Díaz-Reixa de colaborar en ningún momento –su presencia es fundamental, aunque no tan ubicua, en “Motomami” (2022)–, El Guincho comenzaría también a agrandar su currículum como productor y compositor, siempre con la vista puesta en el mercado internacional y en una forma digamos “alternativa” de asaltar las industrias del mainstream.

Rosalía & J Balvin feat. El Guincho: “Con altura”.

Ambas ideas son comunes a los dos primeros álbumes que produjo después de “El mal querer”, aunque ninguno surgiera fuera del paraguas de lo “latino”: “Espejo” (2018) era el primer trabajo de Javiera Mena en una multinacional, y marcaba la apertura de la artista chilena de synthpop a ritmos más urbanos y sonidos más comerciales; “Warm Up” (2021), por su parte, llevaba más allá la colaboración que Reixa y Bad Gyal habían empezado en “Worldwide Angel” (2018) dejando claras sus obsesiones por construir hits con profundidad pero de asimilación fácil y por expandir su posibilidades comerciales y su mercado más allá de España o Latinoamérica.

Desde entonces, y aunque la industria haya intentado varias veces tirar de la magia de El Guincho para su habitual fabricación de productos latinos –Universal lo juntó con la otra piedra angular del pop urban hecho en nuestro país, Alizzz, para un tema de Aitana, “Me quedo” (con Lola Índigo), en su debut en álbum, “Spolier” (2019), y los dos estuvieron también involucrados en los primeros pasos de la chilena Paloma Mami; este mismo año ha regresado al mercado latin urban para dejar una colaboración con Myke Towers en la banda sonora de “F1. La película”–, la clientela habitual de Pablo Díaz-Reixa se ha convertido en algo mucho más marcadamente global. Siempre femenina y, eso sí, con un gran interés en validarse desde lo alternativo sin perder de vista al gran público y los números abultados.

Aitana & Lola Índigo: “Me quedo”.

Hip hop, electrónica fragmentada y diáspora afrocaribeña: la magia de El Guincho

Que El Guincho había accedido a una escena más experimental dentro del pop mainstream ya empezaba a quedar claro en la que aún hoy aguanta como una de sus colaboraciones más especiales e importantes: el “CAPRISONGS” (2022) de FKA twigs. La británica se adentraba en esta mixtape hecha prácticamente en remoto en un mood festivo y veraniego que encajaba perfectamente en los días de ensoñación de la pandemia y la nueva normalidad, y reunía un casting extensísimo de colaboradores que de algún modo dejaba ver muchas de las corrientes hiperdigitales por las que el pop fluía –y fluye– a día de hoy: pop electrónico, afrobeats, ritmos caribeños, trap, drum’n’bass, hyperpop… Todo se fusionaba en un trabajo en el que Díaz-Reixa, prácticamente productor ejecutivo, compartía créditos con Koreless, Arca, Cirkut, Sega Bodega, Fred again.., Sounwave o Mike Dean, y donde al mismo tiempo le abría las puertas globales a Fake Guido, otro de los colaboradores OG de Bad Gyal.

Su vinculación al pop más hyper gracias a FKA twigs probablemente se tradujo en que lo llamaran para hacerse cargo junto a Jasper Harris (Lil Nas X, Tate McRae) del disco con el que Camila Cabello rompía con su sonido más plano y generalista en busca de algo más radical y alternativo, un “C,XOXO” (2024) más afín al experimento electrónico. Y aunque se buscara hacer guerra en su momento por las obvias referencias al sonido y la estética de Charli XCX, de esta unión Guincho-Harris salió el germen del que es uno de los mejores temas de la británica, “Everything Is Romantic”, razón sobrada para pasar el corte final del exigente “brat” (2024), con producciones de Gesaffelstein o Hudson Mohawke redondeando el trabajo planteado por Cirkut, A.G. Cook y Finn Keane, antes conocido como Easyfun.

Con FKA twigs (primera por la izquierda); con Camila Cabello en el estudio.
Con FKA twigs (primera por la izquierda); con Camila Cabello en el estudio.

En esa misma cuerda experimental y avant pop, también muy referencial, podemos situar las tres canciones con que El Guincho contribuye al nuevo disco de Amaarae, un “BLACK STAR” (2025) en el que la artista ghanesa-estadounidense abraza la euforia sonora, la exuberancia y el lujo de la cultura highlife –por el camino: hip hop, electro, dance, freestyle, bass music– para revolucionar en todos los sentidos lo visto en el anterior “Fountain Baby” (2023). “Starkilla” –con un planteamiento cercano al abordado en “Mantra” para el debut en solitario de JENNIE, una de las BLACKPINK– elabora un electro contemporáneo pero sobre las líneas de dos temas clásicos de la oleada electroclash de los primeros 2000: “Milkshake”, producción mítica de The Neptunes para Kelis, y el “Discoteka” de Starkiller, himno electrohouse pre-EDM que sirve como base para la canción. “She Is My Drug” interpola el “Believe” de Cher en una producción club mucho más hyper y deconstruida bastante codificada en los términos de “CAPRISONGS”. Y “FREE THE YOUTH”, construida sobre un sample de un tema archiconocido para la juventud ghanesa de los dos mil, “Deeba”, hace lo propio con el trap experimental en un número altamente percusivo que parece cruzar a Arca con Playboi Carti.

En esta intersección entre el pop rap y su genealogía cercana, de los noventa hasta hoy, el pop electrónico más orientado al club y al baile y un experimento asentado en la polirritmia y en la integración de los ritmos de la diáspora afrocaribeña es donde esperamos encontrar en el futuro cercano. Porque seguramente aún no ha dicho todo lo que tiene que decir en cuanto a su enfoque para las estrellas más inquietas del panorama contemporáneo. Nosotros, en cualquier caso, lo esperaremos a la vuelta de la siguiente esquina que le apetezca doblar: cuando se canse del stardom y quiera retomar sus propios caminos. ∎

El Guincho productor, discografía selecta

ROSALÍA
“El mal querer”
(Sony, 2018)

El segundo álbum de Rosalía fue el catalizador definitivo para que todo el cambio de paradigma que se había ido asentando durante el grueso de la década por fin se fijase en el córtex musical. El Guincho, que ya venía de colaborar con Björk y de tener una amistad con ella incluso, debió ver en la catalana algo parecido a un espejo, y entre los dos formaron una pareja artística infalible en la que el productor estaba prácticamente a la misma altura que la estrella principal. Desde entonces solo les sería posible ir para arriba.

BAD GYAL
“Warm Up”
(Aftercluv-Interscope-Universal, 2021)

Díaz-Reixa ya había trabajado con Bad Gyal en “Worldwide Angel” (2018), antes incluso que con Rosalía, buscando llevar a la catalana al panorama global, pero con “Warm Up” se estrenaba la dupla que formaría desde entonces con Jasper Harris, y precisamente las posibilidades en este sentido se dinamitaban: en su mixtape más definitiva, Alba Farelo contaba con hits icónicos como “Blin Blin”, y empezaba ya a colaborar con el productor Scott Storch.

FKA twigs
“CAPRISONGS”
(Young-Atlantic-Warner, 2022)

El tercer disco de FKA twigs ha terminado siendo “EUSEXUA” (2025), pero hubo un momento en el que pensamos que podía haber sido “CAPRISONGS”, y que su productor principal era El Guincho. Finalmente las canciones no adquirieron todo el hilo conductor deseado y los procesos tuvieron que cambiar y adaptarse en repetidas ocasiones debido a la pandemia, pero el trabajo no se descartó y se lanzó como una mixtape. Díaz-Reixa se quitaba definitivamente el reduccionismo latin de encima y, ahora sí, todo empezaba a cambiar para él, a coger otra envergadura.

CAMILA CABELLO
“C,XOXO”
(Geffen-Interscope-Universal, 2024)

El Guincho y Jasper Harris han terminado formalizando una dupla muy interesante para el pop mainstream en un momento en el que la búsqueda de lo alternativo es vital para la supervivencia. El primer trabajo de cuya producción se encargan íntegramente fue “C,XOXO” de Camila Cabello, en el que la cubano-estadounidense se acerca sorprendentemente a los terrenos avanzados del deconstructed club y del hyperpop, bien conocidos por El Guincho.

AMAARAE
“BLACK STAR”
(Golden Angel-Interscope-Universal, 2025)

Lo que siguen buscando muchos artistas cuando piensan en El Guincho, en cualquier caso, es esa aproximación jovial y tropical a sus formas deconstruidas y oscuras que de algún modo lleva desarrollando desde los tiempos de “Alegranza” (2007). La artista de origen ghanés Amaraae le ha convertido en uno de los productores principales de “BLACK STAR” precisamente por eso: por su forma de entender la electrónica global como un mismo conjunto, de dinamitar las fronteras a base de beats. ∎

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