El destello de un momento único: Television y “Marquee Moon”. Foto: David Godlis
El destello de un momento único: Television y “Marquee Moon”. Foto: David Godlis

Centro de Gravedad

“Marquee Moon”: atracción inalterable

Si la primera encarnación de Television está en el origen del fenómeno punk con el liderazgo estético de Richard Hell, fue la visión musical mucho mejor articulada de Tom Verlaine la que prevaleció para culminar con “Marquee Moon”, el primer álbum de la banda. De aquel crisol radiante surgió una nueva música rock fundiendo a fuego lento algunos materiales nobles del pasado y proyectando buena parte del futuro.

El trayecto de Television hasta “Marquee Moon” (Elektra, 1977) se desarrolla en dos escenarios: antes y después de Richard Hell, el primer bajista del grupo. La historia varía según las fuentes y no es sencillo completar un puzle saturado de pistas falsas. Contamos con las autobiografías de dos protagonistas directos: “I Dreamed I Was a Very Clean Tramp” (2013), de Hell, y “Material inflamable” (“Everything Is Combustible”, 2018; Contra, 2019), de Richard Lloyd, teórico segundo guitarrista del cuarteto. Tom Verlaine (1949-2023), el más sobrio de los tres, también el más genial, nunca escribió su versión de los hechos y solo quedan sus renuentes entrevistas, donde prefería hablar sobre música más que de sí mismo. La cinta promocional “A Conversation With Tom Verlaine” (1981), aún disponible en redes, es una excepción. Un buen reservorio de material era la web The Wonder hasta que dejó de funcionar, y existe al menos un interesante análisis del primer álbum de Television publicado en 2011 por Bryan Waterman para la serie 33 1/3 de Bloomsbury.

Tom Joseph Miller (Verlaine) y Richard Lester Meyers (Hell) se conocen en la Sanford Preparatory School de Wilmington, en Delaware. Tras algunos avatares mal aclarados terminan en Nueva York, escriben poesía en un fanzine de Richard –‘Genesis : Grasp’– y se empapan de literatura bohemia en las librerías de segunda mano donde se emplean. Miller nunca dejó de peinar sus cajones de saldo llegando a coleccionar 50.000 volúmenes, que fueron subastados tras su muerte el 28 enero de 2023. Musicalmente había hecho sus pinitos y pretendía introducirse en el circuito folk de Nueva York. Lloyd rememora una de las actuaciones en solitario de Verlaine, fechada en 1973: Cantaba apasionadamente pero desafinado. Sus letras eran enrevesadas, cargadas de dobles y triples sentidos. Tenía una cara rara y angulosa, y las manos demasiado grandes para la guitarra, por lo que tocaba los acordes de una manera extraña que me recordaba a Hendrix, con el dedo pulgar muy por encima del diapasón.

The Neon Boys, en tránsito hacia Television: Verlaine, Hell y Ficca.
The Neon Boys, en tránsito hacia Television: Verlaine, Hell y Ficca.

Luces de neón

Encontrar seudónimo es prioritario para un buen poeta maldito. Dicen que barajaba una treintena de nombres y su amigo le proponía Gautier, pero Miller se queda con Verlaine. Meyers se decide por Hell inspirándose en “Una temporada en el infierno” (1873), de Arthur Rimbaud, extremo que no corrobora con nitidez en su libro. Del mismo modo que se cuenta de los dos simbolistas franceses, la relación entre Verlaine y Hell llegó a complicarse mucho pero sin llegar a los tiros. Forman The Neon Boys en otoño de 1972 junto al batería Billy Ficca, viejo compinche musical de Verlaine, que se muda con ellos.

El trío gaseoso registra una maqueta de seis temas. Destacan “Love Comes In Spurts”, con música de Verlaine y letra de Hell –la reutilizaría en The Heartbreakers–, y la estupenda “Poor Circulation”, entera de Verlaine, que solo conocemos por los directos de Television porque su autor siempre se opuso a la exhumación de todo aquel material. Hell diseña la imagen protopunk del trío: pelo corto, pantalones pitillo, imperdibles, grapas, ropa rota y eslóganes tipo “please kill me que Malcolm McLaren, valedor suyo y mánager postrero de New York Dolls, exportaría al Reino Unido. En una entrevista de 1978 para ‘Melody Maker’, Verlaine dice de Sex Pistols: “Solo eran energía extraviada. James Wolcott, periodista de ‘The New Yorker’, distinguía entre el “party punk británico y el “arty punk neoyorkino. The Neon Boys se disuelven por falta de bolos y financiación.

Rivales: Tom Verlaine y Richard Hell, en 1974.
Rivales: Tom Verlaine y Richard Hell, en 1974.

Sintonizando los televisores

Entra en juego Terry Ork, copropietario de Cinemabilia, librería donde Hell tuvo su último “empleo convencional. Ork, que hacía serigrafías en la Factory, pretendía emular a Warhol apadrinando también a un grupo de rock. Richard Lloyd vivía amancebado en su loft de Chinatown y un buen día acude a una audición con Verlaine y compañía propiciada por su entusiasta casero. Nos encontramos a principios de 1974 y la banda pasa a llamarse Television a propuesta de Hell. Las siglas coinciden con las iniciales de Tom Verlaine. Puede que nadie excepto él se diera cuenta del curioso detalle.

El Townhouse Theater ve su debut en marzo de 1974 con cuatro monitores sobre el escenario sintonizados en canales distintos, guiño probable a la Exploding Plastic Inevitable de Warhol. Un año antes había colapsado el edificio donde se encontraba el Mercer Arts Centre de Manhattan, la mejor sala de rock de la ciudad. Allí actuaban New York Dolls o The Modern Lovers, favoritos de Hell y Verlaine, respectivamente. Fue en un sótano del Lower East Side, en el 315 de Bowery St., una calle de borrachos hoy gentrificada hasta las trancas, donde Television encuentran la oportunidad de tocar con regularidad. El CBGB & OMFUG –Country Blue-Grass Blues & Other Music For Uplifting Gormandizers– permaneció abierto hasta 2006. Verlaine dio con él camino de un ensayo.

En aquel terreno hostil inician el 31 de marzo de 1974 una residencia dominical, el peor día de la semana para su propietario Hilly Kristal, a quien consiguen engatusar. Patti Smith asiste a uno de aquellos conciertos, les reseña en el ‘SoHo Weekly News’ de Michael Goldstein –antiguo publicista de Jimi Hendrix, Frank Zappa y demás realeza–, se empareja con Verlaine “por sus pálidos ojos azules y cuello de cisne y se erige en mecenas intelectual de la banda “por su ética callejera con facultades mentales completas y “mezcla perfecta de poesía y rock. El obituario que le dedica a su viejo amigo en ‘The New Yorker’ contiene alguna de estas perlas. Bandas pronto ligadas a la nueva movida neoyorquina –Ramones, The Dictators, Blondie, Talking Heads– acuden como moscas al garito puesto de moda por Television, que participan en la programación de su agenda.

Actuando en el CBGB en 1975: Richard Hell, Tom Verlaine, Billy Ficca y Richard Lloyd. Foto: Richard E. Aaron (Getty Images)
Actuando en el CBGB en 1975: Richard Hell, Tom Verlaine, Billy Ficca y Richard Lloyd. Foto: Richard E. Aaron (Getty Images)

Cuarto creciente

La visión teleológica de Verlaine conduce a los estajanovistas ensayos y alrededor de 150 conciertos que da el cuarteto antes de proceder a la grabación de “Marquee Moon” en 1976. Se quedarían por el camino canciones, como “Double Exposure”, “Come On In”, “Let Me Out” o la instrumental “O Mi Amore”, recogida en la reedición del álbum que sacó Rhino en 2003, junto a “Little Johnny Jewel” y versiones alternativas de “See No Evil”, “Friction” y “Marquee Moon”. En 1979, Verlaine rescataría “Grip Of Love”, “Breakin’ In My Heart” y una remodelada “Kingdom Come” para su primer álbum en solitario, homónimo. “Hard On Love” es “Without A Word” en “Dreamtime” (Warner Bros., 1981), su segundo disco. “What I Heard”, que mutaría a “Postcard From Waterloo” en “Words From The Front” (Warner Bros., 1982), su tercer disco en solitario, era uno de los dos temas que cantaba Lloyd en los primeros bolos de Television. Hell y Verlaine se reservaban otros cuatro por barba.

Richard Williams, A&R de Island Records, los había visto actuar en el CBGB y arregló en diciembre de 1974 un encuentro con Brian Eno en los estudios Good Vibrations de Nueva York. Dos días grabando y uno mezclando dieron para cinco títulos, algo así como la primera mitad del álbum, todos de Verlaine –“Marquee Moon”, “Venus”, “Friction”, “Prove It” y “Double Exposure”–, quien admitió de Eno haber revelado una “foto realista de la banda en aquella fase temprana de vida. Según cuenta Lloyd, no cuajaron chaladuras del inglés como colgar los amplificadores del techo o componer las letras aleatoriamente. La cinta acabó filtrándose en algún momento y Verlaine creyó identificar alguna de sus ideas en “Siren” (Island, 1975), el nuevo álbum de Roxy Music.

En agosto de 1975 registran seis nuevos temas con la ayuda de Jay Dee Daugherty, batería habitual de Patti Smith y en la carrera ulterior de Verlaine. Graban “Hard On Love”, “Careful” –que acabaría en “Adventure” (Elektra, 1978), segundo álbum de Television–, “Fire Engine” –una versión de 13th Floor Elevators– o “Little Johnny Jewel”. Ork estrena su sello discográfico en septiembre del mismo año con este último corte cuya letra fundacional dice: “Oh, he’s real cool / He had no decisions / Trying to tell a vision. Para encajarlo en las siete pulgadas del single tuvieron que partir el tema en dos inaugurando la política anticomercial de Verlaine a las primeras de cambio. Repitieron la jugada en 1977 con “Marquee Moon”, otra de sus piezas con más de diez minutos de duración.

Lloyd abandona el grupo descontento con la decisión, regresando acto seguido con el liderato reforzado de Verlaine. Se especuló con su hermano gemelo, que se llamaba John y murió por sobredosis a los 34 años, pero “Little Johnny Jewel” se inspira en el poeta William Blake. Fue lo único que publicaron oficialmente con Richard Hell a bordo, cuya fuerza disruptiva se fue desvaneciendo ante al control férreo y natural que ejercía el compositor de las mejores canciones. Pocas ganas de ensayar, muchas drogas y baja concentración sobre el escenario –se movía demasiado– acaban con su participación en primavera de 1975. Verlaine se hace con los servicios de Fred Smith, de Blondie, un bajista seguro, hierático y adaptable a la compleja espontaneidad del grupo en vivo.

La formación canónica: Tom Verlaine, Fred Smith, Billy Ficca y Richard Lloyd.
La formación canónica: Tom Verlaine, Fred Smith, Billy Ficca y Richard Lloyd.

Luna llena

La última maqueta relevante de Television fue registrada para Arista en 1976 gracias a Allen Lanier, novio de Patti Smith y miembro de Blue Öyster Cult. Entre la formación del grupo en 1973 y la publicación de “Marquee Moon” el 8 de febrero de 1977 habían transcurrido cuatro años. La rapsoda rock se adelantó sacando a rebufo “Horses” en 1975; Ramones y Blondie publicaron su primer álbum en 1976; Talking Heads se estrenaron en 1977 con tan solo dos años de existencia. Únicamente Suicide, con siete ejercicios entre su formación en 1970 y el primer disco, les baten en lentitud. Elektra, el sello de Love, Tim Buckley, The Doors, The Stooges o el recopilatorio “Nuggets. Original Artyfacts From The First Psychedelic Era 1965-1968” (1972) –producido por Lenny Kaye, mano derecha de Patti Smith–, todas referencias favoritas de Television, los acabó fichando con mejores cláusulas que la mayoría de grupos del CBGB. Emulando el mal ejemplo de Smith, Verlaine intentó firmar el contrato como artista en solitario.

El primer álbum de Television se grabó y mezcló durante seis semanas en los estudios A&R de Phil Ramone, una instalación cincuentera de bajo presupuesto localizada en la calle 48 de Nueva York. Por allí habían pasado John Coltrane, Ray Charles, The Velvet Underground o Van Morrison. Television llegaban rodados después de varias semanas ensayando las partes instrumentales de las canciones y la intención de Verlaine era reproducir la intensidad de los directos del grupo. Para ello buscaba a un ingeniero más que un productor, alguien competente pero que no incordiara. Después de descartar a Rudy Van Gelder, del sello Blue Note, Fred Smith recomienda a Andy Johns. Verlaine quedó convencido con los discos de The Rolling Stones y Led Zeppelin donde el inglés había intervenido. En un intento vano de imprimir su marca personal, Johns amplificó el sonido de la batería de Ficca, pero el grupo huía de la grandilocuencia del rock progresivo y del sonido de bandas comerciales como Queen, una de las más odiadas por Verlaine.

Tom Verlaine y Patti Smith, en 1975, cuando eran pareja. Foto: Charlie Steiner (Getty Images)
Tom Verlaine y Patti Smith, en 1975, cuando eran pareja. Foto: Charlie Steiner (Getty Images)

“Marquee Moon” es un álbum arquetípico del rock de vanguardia, pero Television partían de un concepto particular de tradición que implicaba superar la sonoridad manida del blues, los aspectos más formularios del jazz, el amateurismo del garage rock o la teatralidad del glam sin repudiar enteramente de todos ellos. Para conseguirlo aplicó un viejo método: la destilación de sus composiciones originales con la precisión técnica de un enólogo. El rescate de guitarras eléctricas en desuso, una extraña forma de cantar casi indistinguible del resto de instrumentos y estructuras contrapuntísticas donde los duelos guitarrísticos entre Lloyd y Verlaine, junto al bajo pulsante de Smith y la creatividad rítmica de Ficca, giraban alrededor de un sonido sobrio y cristalino dio como resultado una nueva categoría de pieza rock. De aquella ecuación surgió lo siguiente:

“See No Evil”: Hipnosis metálica y sensibilidad punk como carta de presentación y la primera razón para que “Marquee Moon” sea considerado uno de los mejores debuts del rock: Lo que quiero, lo quiero ahora” o Entiendo todo impulso destructivo / Me parece perfecto. La guturalidad lírica de Verlaine no conoce límites: Tengo una noción / Quiero un bonito barco hecho de océano”. El primer solo del álbum corrió a cargo de Lloyd.

“Venus”: Parcialmente escrita a piano por Verlaine antes de formar The Neon Boys. Hace referencia a una Nueva York noctámbula, fluorescente, alucinógena: “Fall into the arms of Venus de Milo”, la diosa manca del amor. A la postre coincidieron Verlaine –Broadway looked so medieval– y Eno, que sacó “Mistaken Memories Of Medieval Manhattan” en 1987. Robert Forster, ex The Go-Betweens, dice que es la mejor canción escrita de rock.

“Friction”: La obra se suma sin reservas a la promesa de eterna juventud del rock: “No quiero crecer / Hay demasiada contradicción / Y demasiada fricción. El solo de guitarra le corresponde ahora a Verlaine, al igual que en “Venus”. Se los repartía 60/40 con Lloyd, que se atribuye la autoría el riff principal sin obtener acreditación. El post-punk fusilará la base rítmica de Smith y Ficca, como Echo & The Bunnymen, que la versionaron en vivo.

“Marquee Moon”: Jam modal/tonal de inspiración jazzística y base jamaicana con tres movimientos en staccato donde Verlaine y Lloyd se suceden imperiales con sus guitarras. Pariente lejana de “East-West” (Paul Butterfield Blues Band), “Stairway To Heaven” (Led Zeppelin) o “A Sailor’s Life” (Fairport Convention). Los motivos catódicos suelen ser abstrusos: una ciudad parpadeante siempre a la espera, contradictoria, centrípeta.

“Elevation”: Tras la energía arrolladora de la cara A toca una pausa. Lloyd interpreta su solitario descendente como un saxofón, el bajo telúrico de Fred Smith es melódico y los teclados del jefe añaden tensión a este angustiado corte. Se especula con referencias a la ruptura amorosa de Verlaine con Patti Smith y con “Las flores del mal” (1857), de Baudelaire. Refleja el gusto del autor por el retruécano, la aliteración y el ritmo interno.

“Guiding Light”: Fue el único tema firmado por Verlaine y Lloyd, quien dobló sin errores el solo de su Telecaster –para asombro del jefe y Johns– hasta ocho veces en sendas pistas superpuestas multiplicando –sin más efectos– el cromatismo de la guitarra. Esta técnica, muy utilizada por The Beatles o Phil Spector, se repite en otros temas del álbum. Verlaine añade un arreglo de piano orientando la melancolía en su nocturno crescendo urbano.

“Prove It”: No podía faltar el corte con sabor latino en un disco sobre Nueva York. Willy DeVille acusaba a Verlaine de niño pijo y dibujaba la escena del CBGB como una “escuela de vampiros. Television va poniendo punto final a “este caso en el que han estado trabajando tanto tiempo a base de arpegios hispanos y vagas tramas detectivescas. Lloyd dice que la grabaron mientras Johns sobaba in situ una de sus curdas.

“Torn Curtain”: Un redoble clásico de tambor a lo “Emergency”, de Tony Williams –Ficca era fan–, posibles referencias cinéfilas –Hitchcock– o bíblicas –San Mateo–, el arreglo de piano de Verlaine y uno de sus mejores solos de guitarra hacen de “Torn Curtain” la última parada de la marquesina selenita, probablemente una reflexión sobre el paso del tiempo y de sus intensos efectos sobre nuestras emociones, la despedida perfecta.

Tom Verlaine, flotando. Foto: Howard Barlow (Getty Images)
Tom Verlaine, flotando. Foto: Howard Barlow (Getty Images)

Recuerdos de un sueño

Ahmet Ertegün, el fundador turco de Atlantic Records, dijo que no podía ficharlos porque aquello “no era música terrenal –puede que no hubiese visto nunca a los derviches–. “Marquee Moon” ha sido comparado con “A Love Supreme”, de John Coltrane, las “Variaciones Goldberg” de Johann Sebastian Bach o, de forma más transversal aún, con “Ciudadano Kane” (1941), la ópera prima de Orson Welles. Se considera –injustamente– toda la obra posterior de Tom Verlaine como una variación de aquel disco de extraordinaria madurez, una de las obras maestras que suelen copar las listas de mejores álbumes de la historia. Rockdelux le concedió el noveno puesto entre los 200 discos más significativos del siglo XX en su número 200.

“Marquee Moon” desafiaba la ampulosidad del rock de los setenta con una de sus armas principales: los solos de guitarra. Su arquitectura sonora puede resultar exótica, pero te acaba redirigiendo al centro mismo de la música, allí donde reside la emoción, el enigma y el éxtasis. En 1977, Verlaine declaró a ‘Melody Maker’: “Cada actuación debería ser un intento de ir más allá de uno mismo, de penetrar en un campo nuevo de experiencia. En 1978, para la misma publicación: “La música es una forma de concederte libertad absoluta”. Verlaine era un virtuoso incapaz de tocar dos veces el mismo solo de guitarra, algo así como el Thelonious Monk del rock. Lloyd explica cómo conseguía aquel vibrato tan especial: “No movía los dedos, solo las muñecas atrás y adelante, como si tocara un sitar. Es cierto que “Little Johnny Jewel” suena por momentos a la cítara de Anton Karas en “El tercer hombre” (Carol Reed, 1949). Con sus largas manos de pianista manejaba los trastes de la guitarra con naturalidad errática generando una red de texturas diáfanas, delicados desarrollos, nudos disonantes y crescendos sin fin. No solía usar pedales y enchufaba la guitarra directamente al amplificador. Por su lado, los solos de Lloyd eran recios, de recorrido completo y no malgastaban notas con tresillos interminables.

“Marquee Moon”, una especie de novela negra musical construida a base de fogonazos de electricidad poética que oscilan entre el presente y el pasado, entre la visceralidad del observador y el escenario noctívago que este percibe, también supo evitar los tópicos temáticos del rock de la época: complacencia en la mala vida, sexualidad machista, fantasías seudomedievales, mesianismo. También se compara a Verlaine con Lou Reed. Sin embargo, mientras este tiende al realismo –“Venus In Furs”–, Verlaine tira de surrealismo: “Venus”. Ambos evitan moralizar y ven lo político como una expresión de la libertad individual, sin forzar los argumentos ni revelar sus intenciones. Por eso interpretar “Marquee Moon” siempre se quedará en algo abierto. Aquí reside parte de su magia.

Verlaine había estudiado cinco años de piano y dos de saxofón. Los gustos musicales de su adolescencia discurrieron por la clásica, el jazz –adoraba a Roland “Rahssan” Kirk– y finalmente el rock: Count Five, The Rolling Stones, The Yardbirds, Bob Dylan, el rock’n’roll primitivo de Link Wray y Dale Hawkins o el disfuncional de The Velvet Underground, solo que Television se encontraban técnicamente a años luz –salvo de John Cale, que era de conservatorio–. Podría afirmarse que su camino fue inverso al del rockero que empezaba trasteando una guitarra acústica y acababa haciendo jazz fusión en la madurez.

Más antecedentes, de cariz más conceptual, podrían rastrearse en todo lo que estuviese abierto a lo inesperado como John Cage, la literatura de Walt Whitman, Hart Crane, Frank O’Hara, LeRoi James y William Burroughs, que vivía en el Bowery. Nicholas Ray asistió a un par de ensayos en casa de Ork y ayudó en la promoción inicial de Television. El disco está dedicado precisamente a Ork y la foto de la portada pertenece originalmente a Robert Mapplethorpe, pero lo que aparece en el álbum es una fotocopia saturada a color que hizo la banda. Otra curiosidad gráfica es el tono anaranjado del rostro de Bill Ficca, que padecía de carotenemia por el consumo excesivo de zanahorias. La espiral de la contraportada fue a petición de Verlaine y el autor es un tal Billy Lobo.

Portada y contraportada del mítico “Marquee Moon” (1977).
Portada y contraportada del mítico “Marquee Moon” (1977).

Música que impone

Por su aleación de timbres únicos, giros asimétricos, caóticas pero elaboradas texturas armónicas y melodías divergentes, puede que “Marquee Moon” haya sido uno de los mejores álbumes de rock que menos se ha versionado. Luna se atrevieron en 2020 con la canción titular. Si The Doors son los padrinos del rock gótico y los primeros Pink Floyd anticipan el pop psicodélico, Television avanzan el punk rock, la new wave, alguna esquirla de la no wave –estos sí querían romper con la tradición–, el post-punk, el college y el indie rock, seguramente el post-rock y, en definitiva, todo lo que sabe a buen rock alternativo con la ayuda inestimable de “Adventure”, porque “Marquee Moon” sigue siendo un disco salvaje, una atípica emisión radioactiva que se resiste a la domesticación.

Según Richard Hell, el mundo le resultaba extraño a Verlaine, se sentía superior al resto de mortales, era propenso a todo tipo de explicaciones irracionales –ovnis, teorías conspiratorias, misticismo religioso–, se había recubierto de una resistente capa protectora frente a la realidad y sus músicos eran solo “piezas de equipo más o menos viables, ganado al que manipular”. Alfred Hitchcock opinaba los mismo de los actores en sus películas. En 1987 declaraba a ‘Spin’: “Me gusta pensar que soy invisible. Casi lo fue en su entrevista de 1984 con Paloma Chamorro para el programa de Televisión Española ‘La Edad de Oro’. Lloyd lo acusaba de déspota, paranoico y cicatero al negarle el crédito de sus ostinatos “con melodía y plot en temas como “Elevation” o “See No Evil”, según cuenta el de Pittsburg. Este se pasó la vida recomendándole clases de canto a Verlaine, que despreció con enorme acierto.

Tom Verlaine interpretó “Marquee Moon” en ‘La Edad de Oro’ el 25 de septiembre de 1984.

Otras emisiones

Tom Verlaine siguió grabando discos en los años ochenta y a principios de los noventa, todos buenos, incluido “The Wonder” (Fontana, 1990), donde su singularidad permanecía intacta. En 1992, además del tercer, último y homónimo álbum con Television, publicó un primer trabajo instrumental, “Warm & Cool”, reeditado en 2024 junto al segundo, “Around”, y el gran “Songs And Other Things”, ambos de 2006. Lloyd se fue de Television en 2007 desesperado por la pasividad de Verlaine respecto al estudio, que solo reactivaba a la banda con fines alimenticios. La segunda guitarra de Television tiene al menos un disco memorable en solitario: “Alchemy” (Elektra, 1979). Bill Ficca, y especialmente Fred Smith, siguieron apegados a Verlaine. Jimmy Rip fue su guitarrista en plantilla desde “Dreamtime” y ambos registraron “Music For Experimental Film” (Kino International, 2007). Temas nuevos solo interpretados en vivo como “Balloon”, “Persia” o “The Sea” quedaron para pasto de bootlegs. Existe una docena de maquetas instrumentales a las que Tom Verlaine nunca puso letra a pesar de la insistencia de Ripp.

No se sabe si hay más de acuerdo con las normas del club Bartleby al que perteneció Verlaine, misántropo colosal, fumador empedernido, distinguido flâneur neoyorquino. Quizá quemara todo el material inacabado como hizo junto a Hell en aquel prado legendario en Alabama por el que fueron arrestados. Un artista cuyos enfoques estéticos respondían a la mejor tradición musical, aquella en la que confluyen solvencia técnica, inventiva y cierta marginalidad. La consecuencia del impacto fue “Marquee Moon”, el único satélite que hizo orbitar al planeta rock menos condescendiente a su alrededor. ∎

José Manuel Caturla selecciona esta exclusiva playlist con 20 temas relacionados con “Marquee Moon”: antes y después.

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