Boutade o no, juega/trabaja en un rol de chamán contemporáneo que en “Volta” sirve de médium a canciones de inocencia y experiencia que intentan llegar al hueso de un trance primitivo y, a la vez, sofisticado, con el ritmo como respiración de una conciencia global. Teorías que están traducidas a la perfección en la apertura del álbum:
“Earth Intruders” se abre paso con un implacable ritmo marcial –Chris Corsano en la batería– apoyado en una dinámica producción de Timbaland y con Konono No. 1 aportando las especias exóticas en un
“vudú necesario” que parece hacer referencia al tsunami asiático. “Wanderlust” navega sobre un
beat monstruoso de Mark Bell escoltado por una sección de viento islandesa en una oda al desarraigo positivo (
“me siento en casa en cualquier lugar / lo desconocido me rodea”) que hay que apuntar en el listado de clásicos particulares de la artista. Todo lo contrario de
“Dull Flame Of Desire”, dueto con Antony inspirado en la película “Stalker” (1979) de Andrei Tarkovski que parece una pieza para un musical de segunda (o tercera) categoría o para que suene en los créditos de “Gladiator 2”. Recordable solo por la breve cascada de ritmo final cortesía de Brian Chippendale (Lightning Bolt), enlace perfecto para el
alien cromado de “Innocence”, Timbaland de nuevo a los controles, controlando.
A partir de aquí, “Volta” refuerza un juego de contrastes entre las canciones rítmicas y las introspectivas, entre buenos acordes y algunos desaciertos.
“I See Who You Are” convoca de nuevo a Bell y Corsano, aunque es la pipa china de Min Xiao-Fen la que marca el tono de esta gota delicada con reminiscencias de “Drawning Restraint 9”.
“Vertebrae By Vertebrae”, con vientos sampleados, podría ser la banda sonora de una película de terror
arty, aunque su misterio se desvanece en la nada: falta una dirección clara que mantenga la atención, que hipnotice. En la misma línea de música clásica contemporánea está
“Pneumonia”, con Nico Muhly dirigiendo un septeto de viento como único acompañamiento, aunque ahora sí cuaja una miniatura de delicadeza aérea, puente de cristal hacia “Hope” –con terroristas suicidas en el punto de mira–, tercera y última aportación de un Timbaland de pulso firme cuadrando el ritmo con la kora de Toumani Diabaté. Es otro de los puntos ganadores de un álbum que debería haber prescindido de
“Declare Independence”, un panfleto (
“declara la independencia / no dejes que los otros lo hagan por ti / acuña tu propia moneda / edita tus propios sellos / protege tu idioma / iza tu propia bandera”) chirriante de acid punk sintético que hace añorar la juventud de Alec Empire. Será, imagino, uno de los “grandes momentos” de sus próximos directos.
Clavicordio y Antony (ahora, sí, perfecto en su voz de “la conciencia” de la canción) echan el cerrojo en la nocturna
“My Juvenile”, nuevos ecos de “Drawning Restraint 9” en una despedida de un disco agridulce y contradictorio. Se agradece la inquebrantable lealtad de Björk a sus necesidades e intuiciones, se echan en falta más momentos de esa magia irreemplazable que solo ella es capaz de proveer cuando el sortilegio halla el equilibrio justo. “Volta”: lo humano y lo divino de una sirena siempre más allá de lo previsible. ∎