La aventura de Humo Internacional comenzó sin aspiración alguna de trascendencia: cuatro amigos que se juntaron con la intención de autoeditarse. Pablo tocaba en Los Daggers, una banda de hardcore punk. Pero lo primero que publicaron fue a Las Nurses, un grupo de post-punk con el que Los Daggers compartían local de ensayo. Los amigos se fueron desinteresando del proyecto y Pablo, que sigue en la actualidad como músico en activo al frente de Balcanes, terminó haciendo de esa aventura su trabajo…
Los inicios de Discos Humeantes no son muy diferentes de los que llevaron a los integrantes de El Aviador Dro y sus Obreros Especializados a crear Discos Radiactivos Organizados. O el caso de Tres Cipreses con miembros (o allegados) de Parálisis Permanente y Gabinete Caligari. O el de Grabaciones Accidentales, fundada por integrantes de Esclarecidos, Décima Víctima y Paco Trinidad, ex de Ejecutivos Agresivos y futuro productor estrella en los años ochenta y primeros noventa. Todos ellos tenían la necesidad de publicar sus canciones sin tener que recurrir a voluntades ajenas.
Sin embargo, Pablo no tenía estos ejemplos de compañías discográficas en mente cuando puso su maquinaria a funcionar; su inspiración procede más bien del movimiento do it yourself anglosajón y de escenas cercanas al hardcore y el punk.
En 2015 Discos Humeantes dejó de existir y, tras un año de parón, nació Humo Internacional. “Simplemente tenía ganas de hacer las cosas de otra manera”, explica Pablo. “Sentía que había llegado un fin de ciclo y tenía la necesidad de resetearme para volver a empezar y abrir la puerta a una nueva manera de funcionar”. Y en ese proceso se produjo un salto cualitativo enorme cuando entró a formar parte del proyecto, un par de años después del inicio de actividades del nuevo sello, Sara Roca. Ella lo recuerda así: “Yo formaba parte de un centro social en A Coruña (se refiere a Nave 1839) y me habían pasado el teléfono de Pablo porque él estaba en la Lata de Zinc, en Oviedo, y quería conocer su experiencia sobre diversas cuestiones. Poco después vino a la Nave con su banda Balcanes, nos hicimos amigos y en muy poco tiempo empecé a colaborar con el sello. Llegó un momento en el que trabajaba a tiempo completo para Humo y me trasladé a Oviedo para trabajar juntos. Antes ya nos apañamos trabajando a distancia, pero es mucho más cómodo y productivo hacerlo en el mismo espacio”.
Aparte de la vertiente musical de los grupos que forman parte de la escudería del sello desde sus inicios, muy alejada de lo que se estila en el terreno de la música más popular, otro de los aspectos que hace también diferente a Humo Internacional es su filosofía. En el sello no ha habido nunca artistas “superventas” ni se ha buscado encontrar a un grupo que acabe “haciendo WiZinks”. A este respecto, Pablo afirma lo siguiente: “Tampoco es que publiquemos cosas raras porque entendamos que ser raro sea un valor en sí mismo. De hecho, hemos sacado cosas que tienen un gran potencial pop aunque, al final, por la razón que sea, no llegó, no era el momento o lo que sea; lo que sí buscamos son proyectos que tengan una voz propia”.
El prestigio o el éxito de Humo Internacional estriba en haber creado un espacio propio, asegura Pablo. “Está claro que si lo que quisiésemos fuese correr la carrera de los convencionales, estaríamos perdidos. Tenemos que jugar nuestro propio juego, con nuestras propias reglas. Convertirnos en prescriptores y hacer nuestros festivales, nuestros canales de información y depender lo menos posible de los agentes externos, que lo que hacen al final es precarizarlo todo. En definitiva, nuestro objetivo es ser sostenibles en nuestros términos, y para serlo debemos ser autosuficientes en todo lo que rodea al sello. Medimos el éxito no tanto en términos cuantitativos, sino en base a poder seguir haciendo lo que hacemos desde los márgenes, que es donde nos sentimos cómodos”.
Esa filosofía es la que impactó por ejemplo a Olivier Arson, compositor francés establecido en Madrid desde hace 18 años que formó parte de McEnroe entre 2012 y 2017, pero que se ha labrado un nombre como autor de bandas sonoras de éxito como las de las películas y series de Rodrigo Sorogoyen “El reino” (2018), “Madre” (2019), “Antidisturbios” (2020) o “As bestas” (2022), que le valieron dos Goyas a la mejor música original por la primera, en 2019, y por la última, en 2023. Arson no tiene un recuerdo muy preciso de cómo surgió lo de empezar a trabajar con Humo. “Lo que sé es que empecé con Humo en 2018, con mi proyecto TERRITOIRE. Puede que el contacto me llegara a través de Oscar Mulero, que estaba produciendo el disco de Fasenuova en ese momento, y que fue con quien coproduje en 2018 ‘Alix’, el segundo disco de TERRITOIRE, que es el primero que saqué con Humo. Lo que sí recuerdo muy bien son mis conversaciones larguísimas con Pablo acerca de todo: la música, la vida y la industria. Y me siento muy alineado con la energía que desprende la compañía, con los eventos que hacen y los grupos que hay. Y en particular con Pablo, que tiene una visión de la industria muy centrada en la música. Es una línea editorial filosófica, así lo diría, de la que me siento supercercano. Con él me siento superlibre. Cuando hago bandas sonoras para grandes plataformas o productoras como Movistar+ o Disney no tengo el control total, porque hay derechos editoriales que no me pertenecen; pero cuando se trata de las películas de Sorogoyen es mucho más fácil: le digo que me gustaría hacerlo con Humo y así se hace”.
Si el nacimiento de Discos Humeantes coincidió con momentos de crisis económica, el de Humo Internacional lo hizo con la paulatina desaparición y transformación de medios de comunicación especializados, principales aliados de la música underground. Sara observa lo siguiente: “Cada vez hay menos prescriptores que te abran caminos. La manera de hacer música, de escuchar música y también de llegar a música ha cambiado mucho en los últimos veinte o treinta años, y así como Corcobado podía hacer un disco que no iba a ser un éxito de ventas pero podía convertirse en un disco de culto, hoy en día es más complicado que un buen disco obtenga el reconocimiento que, desde mi punto de vista, merecería. Hoy salen discos que creo que objetivamente son muy buenos y no tienen ese reconocimiento. Y a veces pienso que quizá hace veinte o treinta años hubiesen sido recibidos de otra manera”.
Y así llegamos al presente, con esa avalancha inusitada de lanzamientos para el otoño. Pablo y Sara explican las motivaciones detrás de esta acción: “Creemos que la suma de las partes es siempre superior al todo cuando se empuja desde un lugar común, y a pesar de la distancia estilística entre unos proyectos y otros, lo que los une es mucho más importante que lo que los separa. Ahora más que nunca son necesarias posturas alternativas a la dinámica de algoritmos, y supongo que para responder a esa necesidad acudimos como inspiración a lo que, en nuestra historia personal, constituyen nuestros referentes, sellos que en su día fueron influencias en lo ético y lo estético como pueden ser SST, Touch And Go o Kill Rock Stars”.
Mirando un poco más hacia delante, Pablo asegura que su ambición como sello “es ocupar un espacio en el que otra manera sea posible”. Pero no solo eso: “Y sumar nuestros esfuerzos para que artistas con inquietudes que van más allá de querer estar presentes en el circuito establecido busquen más bien entregar algo con la sinceridad de quien siente que está haciendo algo importante al margen del resultado que dicte la industria sobre su trabajo. Es importante dignificar la música como profesión por encima de la celebración del éxito y caída de nuevos y viejos ídolos”.
“Más allá de los objetivos globales del sello, a nivel personal, me motiva trabajar con artistas que verdaderamente me gustan”, añade Sara. “Y creo sinceramente que el papel de Humo, así como de otros sellos pequeños, es muy importante por ofrecer, acoger y reunir intereses que pueden ser convergentes. Supongo que de alguna forma, de manera colectiva, Humo contribuye a generar comunidad, y a nivel individual la diferencia que pueden suponer en la vida de una persona es muy grande. Creo que de algún modo Humo cumple una función para un cierto número de personas, y creo que, aunque solo sea por eso, es necesario”. ∎

“A la quinta hoguera”, el debut de Fasenuova en el sello que por entonces dirigía en solitario Pablo Fernández, sirvió para situar en el radar a la formación que amplió la escena de la música industrial nacional, limitada en la práctica a un único nombre, el de los míticos Esplendor Geométrico. El sonido de Ernesto Avelino y Roberto Lobo era menos chirriante o incómodo que el de los madrileños, pero también más oscuro.

“Sangrín”, el segundo disco de Pablo García Díaz como Pablo Und Destruktion, incluye varios de los himnos más certeros de su discografía: “Pierde los dientes España”, “Powder”, “Pecho para enfriar balas”, “Nadie quiere al rey Pelayo” o, sobre todo, “Limónov, desde Asturias al infierno” y “Por cada rayo que cae” (que no es suya, sino de Borja Martín Andino, del grupo toledano Radiador), pero que él popularizó completamente.

Cumbre absoluta del dúo de Mieres, sus ocho canciones van desde lo más lúgubre y tenebrista –“Hell Angel” y sus ocho minutos de desasosiego– a lo más cercano a un hit ruidista –“Carretera fluorescente”, que podría ser el tema más bestia de El Aviador Dro– que podamos encontrar en su trayectoria. Todo aquel que quiera investigar en la cara B de la música electrónica española debería sumergirse en estas aguas oscurísimas.

Ecos de Swans o Godflesh en el disco más desquiciado de la banda que capitanea el fundador de todo esto. La suciedad es tan extrema en “Gloria eterna” y hay tantos ejemplos de experimentos antimusicales que queda claro que, si no fuera porque Pablo es quien paga, nadie en su sano juicio lo publicaría. Pero como el arte consiste en desafiar normas y límites, también queda claro que este es un objeto artístico de primera categoría.

Si no pareciera una blasfemia, podríamos definir el sexto álbum Pablo Und Destruktion como un cruce entre Nacho Vegas y Víctor Manuel. Las formas de “Ultramonte” son de cantautor rock, pero la esencia que esconde es de tonada popular y folk. Es su disco musicalmente más accesible, siempre que se admita el desencanto, la frustración y la amargura suicida de sus letras como un aditamento imprescindible y no como una invitación a seguirle sin cuestionarle.

La banda alicantina se despidió en 2023 después de ocho intensos años. Las siete canciones que incluían en su álbum de despedida no mostraban en absoluto signos de decadencia, al contrario: es el momento en que su sonido se hizo más oscuro y sus letras más políticas, cínicas y despiadadas, incluyendo incluso una adaptación de “La joven guardia”, el himno de la Juventud Socialista Unificada, y un tema, “Kurdistán”, dedicado a la guerrilla kurda. ∎