2025/ EPs nacionales

Lo que articulan es más bien una mezcolanza de ecos metaleros y hardcoretas diversos o, en otras palabras, un microfestín ideal para los más propensos a deleitarse con latigazos de cuello: se asoman ligeramente, entre otros, el grindcore de Full Of Hell, el noise rock asfixiante de Today Is The Day, la tralla black metal de Darkthrone y, especialmente en la segunda mitad del EP, las aplastantes atmósferas post-metaleras de lo que podríamos llamar el género Neurosis, sobre todo en los fragmentos más paisajísticos-agónicos (de compás denso, feedback textural y letargia expresada en crescendos-acuchillamientos guitarreros) que pueden hallarse en “Sunderland” o “Cuerpos”. Xavier Gaillard

Lee la crítica completa aquí

Aquí comparten la producción con Blu Boi, otros miembros de la escena valenciana que gustan de los tonos oscuros y la vía del witch house. En su caso, cruzado con pop sintético y un ramalazo guitarrero de corte emo, en el que encajan fetén sus versos de amor imposible de intensidad 11 en la escala Richter. En este EP su sonido es más nítido que en su álbum de debut, abriéndose la posibilidad de acercarse a otros terrenos, con algún punto en común con La Plata. Más es más. Pepe Nave

sprgrs, grupo granadino-jienense que se define orgullosamente como de egg-punk, dedica su tercer EP a opositores, estudiantes y a la ansiedad académica en general. Parece música concebida para empollar puesto de anfetaminas, o para mandarlo todo a la mierda. De buen rollo, eso sí. Violeta y Juanfran tiran de lo-fi acelerado –sus cinco temas se agotan en 6 minutos y 12 segundos– para sonar descacharrantes y sutilmente inteligentes. En los créditos aparece hasta una asesoría woke. Devo fliparía con esto. David Saavedra

Con el punk como punto de partida y el ruido como hábitat natural, fascina la evolución del quinteto castellonense. Van del post-punk acelerado con sombras benaventinas de “Ausente” a las sonoridades pop limítrofes con el emo de “Sangra”, pasando por el punk crudo y visceral a lo Amyl & The Sniffers de “Estático” o “Caligari”, las disonancias saltarinas con estribillo demoledor de “Perdedor” o el noise con vocación melódica de “Dolor”. A pesar de su halo de oscuridad, nada brilla excepto ellos. Laura Pardo

GOZZ (letrista) y Talobeez (productor) devuelven el pulso analógico al rap clásico con su primer EP conjunto, que mira más a Madlib o The Alchemist que a la frivolidad digital del urbano contemporáneo. Desde Barcelona, los chilenos rescatan la calidez del vinilo y las bases construidas con samples de jazz y cuerdas de cámara. El resultado es un EP de rap clásico, tan político como melancólico por un fraseo que ya no existe, heredero del boom bap de clase media de los 2000. Marta España

“Hardcore punk para el perreo extremo”, reza el perfil de Spotify de un cuarteto barcelonés con arma inesperada; el humor retorcido. Ejemplo: llamar “CARDI B” a (y samplear a la rapera en) la canción que cierra, en catañol –“Conéixer el pes que porto me’n allibera / sin miedo / del fuego eterno”–, un EP que coquetea con clichés e imaginería del death metal más canónico –“Sicario sangriento / viste impunidad, lágrimas sobre el cemento”, en “DISPARAN”– o apunta Auto-Tune al inicio del tema titular. Luis Miguel Flores

En su primer disco a medias, la compositora y cantante extremeña María Corazón y el multinstrumentista madrileño Pablo Prisma capturan instantáneas melódicas de pura cotidianidad –una excursión que sale rara en “Dos iglesias prerrománicas”– o establecen diálogo twee con la mismísima parca en “La muerte y yo”. Formulan preguntas sin respuesta durante la fase de duelo en la delicada “Motor” y vuelven a recurrir a un escenario religioso con la desiderativa “Todas las iglesias”. Solo dura 11 minutos, pero están muy bien aprovechados. César Luquero

Estilísticamente, el EP continúa lo que el grupo inició en “O que nos queda por non dicir” (2023), reinventado como trío con Mara Pérez a los teclados y Rosalía Fernández Rial al acordeón. El nuevo trabajo es aún más sosegado, muy amparado en el sonido del piano y el acordeón, con leves arreglos electrónicos. Es también el primero de sus discos en que tengo la sensación de que lo que cuenta es menos autobiográfico, con el grupo encomendándose a la misión de narrar una historia ajena. David Saavedra

Lee la crítica completa aquí

A lo largo de siete canciones compuestas en general junto con su pareja, la también cantante y compositora Gara Durán, Elías Maro –colaborador de Aitana y responsable de parte de este sonido neo-pop-rock-sonorámico– y St Woods, que también ejerce como coproductor de la mayor parte del trabajo, el arandino pretende reconciliarse con los sonidos de su infancia, pero básicamente lo que hace es interiorizar el libro de estilo de Alizzz: dicción urbana y referencias anglo de los noventa/dos mil. Diego Rubio

Lee la crítica completa aquí

La paleta sonora escogida por Hugo Valladares en su segundo EP, saturada y reverberante, resulta idónea para colorear las sensaciones de extravío que dominan “tarde en el campo” o el extrañamiento que transmite “no te olvides que son reptiles”. Entre el ataque ruidoso y cojitranco de “526” y la muestra de ambient espectral de “e3774”, caben muchos mundos expresivos que el joven músico madrileño explora sin miedo aparente, dejándose llevar por un instinto creativo poco o nada convencional. César Luquero

Otra señal de que Minibús Intergalàctic entienden las bondades potenciales de un buen EP es que han sabido dosificar su rebosante cornucopia de recursos sin repetir esquema en ninguna de las cuatro canciones que lo integran, aprovechando de paso sus excelentes dinámicas como quinteto. Quizá exageremos un poco, pero resulta evidente que la banda catalana sabe divertirse sin pecar de la superficialidad acrítica de un revivalismo simplón con la gran suerte, y esto también parece cierto, de que llegan en el momento justo respecto al rock. José Manuel Caturla

Lee la crítica completa aquí

En su segundo EP, de estética visual notablemente stereolabera y compuesto de tres piezas largas y otra cortita, este sexteto madrileño trepa hasta lo más elevado de la escena alternativa nacional a la vez que se condenan inmediatamente a inescapables comparaciones con Black Country, New Road. El cancionero es indudablemente superior, en cuanto a ingeniería sónica, calidad lírica y creatividad compositiva, a su primer puñado de temas, que si bien resultaba entrañable, revelaba a una formación todavía en búsqueda de su sentido. Xavier Gaillard

Lee la crítica completa aquí

“Pompeya” procede de las sesiones del segundo LP de estos veteranos donostiarras de espíritu joven, las últimas que les quedaba por redondear antes de concluir esa etapa creativa. Matizan desde la primera pieza las sonoridades soft marca de la casa, para adentrarse en atmósferas sonoras más turbias entre la dicción poética de unos Carlos Entrena/Javier Aramburu, el lirismo de las últimas Vainica Doble, los coloridos sintéticos de John Grant, las metáforas naturalistas de Javier Corcobado y las profundidades existenciales de Nacho Vegas. José Manuel Caturla

Lee la crítica completa aquí

Han tenido que pasar más de quince años para que este esquivo no-músico vuelva a compartir canciones, y lo hace casi como acudiendo a una llamada: los tres temas que forman “en américa” llegan justo cuando volvemos a hablar en términos de crisis por culpa de los aranceles de Trump, pero también en un momento de aparente distopía. En las tres canciones se cuela siempre algo de luz. Un atisbo de humanidad, quizá; esa esperanza que ha de seguir brillando para alumbrar el camino de todo aquel que decide compartir con el mundo algo de música honesta. Diego Rubio

Lee la crítica completa aquí

Desde el primer segundo de “Soy lo peor”, el afilado punteo de guitarra y la caja de ritmos de sonido vintage nos muestra que estamos en territorio markusiano. En menos de dos minutos ya estamos en “Todo da igual”, un enérgico coro con el título que remacha las nihilistas observaciones de Markusiano, antes de que ella haga su estrofa. La tercera y última, “Es verano y qué”, quizá es la más especial del lote y aquella en la que el universo de Depresión Sonora abre nuevas vías de escape. Pepe Nave

Lee la crítica completa aquí

Hay partes de una cierta melancolía, como el pasaje central al piano del tema “Radiografía de un meteorito B (después del impacto)”, y una espiral de sonidos inquietos, antes que perturbadores, que conectan entre sí los temas de obertura y despedida, “Antes (latencia)” y “Fin (enlaza con el Antes, resuena)”. Los títulos de las piezas son muy descriptivos a la vez que abstractos. Quim Casas

Lee la crítica completa aquí

Tiene mucho del espíritu ingobernable de Celia Cruz. En cuanto a su inspiración sonora, más que a la sabrosura de la leyenda cubana, estos temas remiten directamente a los clásicos de la salsa de Puerto Rico, con Héctor Lavoe y Willie Colón a la cabeza y el resto de la escena de Fania y la diáspora puertorriqueña del Nueva York de los setenta. Nathy pasó un mes en Puerto Rico, encerrada en estudios de Naguabo y San Juan, invitando a músicos de la isla y trabajando en la producción con Manuel Lara y Servando Primera, que ya fueron decisivos en el sonido de “GRASA” (2024). Juan Monge

Lee la crítica completa aquí

Cómo Vivir En El Campo se han acostumbrado a continuar cada álbum con un EP con temas descartados, versiones, remezclas y rarezas varias. Este se mueve en las mismas coordenadas estilísticas. Tres de ellas podrían haber formado parte perfectamente del álbum “Yiyi” (2023): “Balad-al-Walid” seduce con sus guitarras cristalinas y cierto tono nostálgico, con visiones del paisaje campestre desde una ventanilla. “Cuento de la Candelaria” recrea efluvios más marinos, mientras que “Seguirás queriéndome entonces” es un instrumental en el que incluyen el saxo de Costanzo Laini. David Saavedra

Lee la crítica completa aquí

En su nuevo EP, Alba Morena amplía la visión incorporando mucha instrumentación orgánica, sonidos derivados del rock alternativo de los noventa y una producción en general electro-rock. No significa que “Trámite” rompa definitivamente con el sonido anterior, y ahí está “A la vez” –ocupando la posición central, además– para abrazar un pop acústico y melismático que va creciendo a través de una producción electrónica, ni tampoco que sea un mero trámite, sino más bien una forma de incorporar una mayor potencia a sus directos y de introducirse en unas dinámicas más de banda. Diego Rubio

Lee la crítica completa aquí

Dos de las canciones del álbum casi póstumo de Purple Mountains y tres del último largo que publicaron Silver Jews han sido adaptadas por Antonio Luque al castellano en “David”. El trabajo del sevillano y su eficaz banda tiene mucho de transcripción con espíritu didáctico, de sencilla misión pedagógica con la que acercar a ciertos rincones del público hispanohablante la obra del hipersensible converso de Virginia. Ha preferido aproximarse a las canciones con ánimo de escribano, ajustándose lo más posible a las fuentes pero sacudiéndose el yugo de la literalidad: en “Mi felicidad se fue” –“All My Happiness Is Gone”– resuelve la adaptación lírica más a su rollo, aunque el resultado es brillante y preserva la esencia del original. Con las músicas ocurre lo mismo: en lugar de tomar inesperados desvíos formales para sellar una autoafirmación que nadie exige a estas alturas de su feraz trayectoria, Sr. Chinarro se ciñe al radiante dictado de la mayoría de los pentagramas que alimentan el disco. César Luquero

Lee la crítica completa aquí