Bajo el manto de la experiencia.
Bajo el manto de la experiencia.

Entrevista

Marianne Faithfull: la terapia del deseo

Beck, Jarvis Cocker, Billy Corgan, Damon Albarn, Étienne Daho y Dave Stewart han tratado de hacer un traje a medida a la voz de “As Tears Go By”. El resultado es “Kissin’ Time”, una aproximación de la dama hacia temarios contemporáneos tras su paseo por el cabaret de Kurt Weill.

Una voz en ruinas se pone al teléfono. Ha respondido por el nombre de Madame Françoise Ravard (es la consigna dada por la discográfica), pero no es otra que Marianne Faithfull, mitología en estado puro de la cultura pop: pin up stoniana y novia de Mick Jagger en los sesenta (aunque, como confesaría más tarde, “la mejor noche de sexo” de su vida la pasó con Keith Richards), heroinómana errante en los setenta y, contra todo pronóstico, superviviente de los abismos a partir de los ochenta.

Lo contó todo (o casi) en sus propias memorias, “Una autobiografía” (1994; Celeste, 1995), y quizá por eso ahora prefiere evitar la exhibición de folclore rockero y hablar de su nuevo disco, “Kissin’ Time” (Hut-Virgin, 2002), un volumen con algunos momentos de altura, aunque sin el esplendor que hizo de “Broken English” (Island, 1979), “Strange Weather” (Island, 1987) o incluso “A Secret Life” (Island, 1995) obras de punto y aparte. Marianne vive cómodamente en Irlanda y atiende a los cuestionarios telefónicos con algunas dificultades. “Tengo una infección de garganta”, anuncia, verbalizando con parsimonia como si sus cuerdas vocales estuvieran a punto de romperse (luego me enteraré de que terminó suspendiendo el resto de entrevistas del día). “Este es un disco muy diferente a los anteriores. Completamente”.

¿Querías llevar tu repertorio hacia terrenos contemporáneos tras dedicar tus dos últimos discos a Kurt Weill?

No he pensado en esos términos. Elegí a mis colaboradores porque son músicos con quienes me atraía trabajar. Este no es un disco de duetos, y no he buscado caras populares. Son admiradores de mi trabajo, por supuesto. Y yo los admiro a ellos.

¿Te parece estimulante el pop actual?

¿El pop actual? ¿Yo? (ríe). ¿Lo encuentras tú estimulante?

Pues regular, la verdad.

Hay gente buena, pero poca. Algunos de los mejores, claro, están en “Kissin’ Time”.

“Tengo experiencia en trabajar con gente. Estoy acostumbrada. Viajo, conozco gente y me vienen las ideas, que pueden surgir de mis propios miedos, de las cosas que experimenta cualquier ser humano. Beck, Jarvis y Damon me han ayudado a superar todo eso”

El disco se abre con “Sex With Strangers”, firmada por Beck. ¿Una metáfora de tus encuentros con extraños en el disco?

Mmm, no lo había pensado, pero es interesante. Quizá. Obviamente es una metáfora, no es literal. Si mantienes una relación creativa con alguien, una colaboración intensa, ahí hay una carga sexual. Pero insisto en que no es literal.

¿Qué te ha aportado trabajar con Beck?

Me gusta la gente con una dedicación completa a su trabajo, como él. Lo primero que supe de Beck, como de todos los colaboradores excepto Jarvis Cocker, fue a través de su música. Luego lo conocí. Fue hace unos años, en Nueva York, en un concierto en que dedicó unas canciones a su abuelo, que era pintor.

¿Y Jarvis Cocker?

Compuso la canción pensando en mi voz y en mi vida. Damon Albarn también lo hizo en el tema “Kissin’ Time”. Yo no podría componer algo como lo que hizo Jarvis. Toda la canción es suya excepto el título, “Sliding Through Life On Charm”, que es mío. La primera vez que la escuché me quedé tan sorprendida que no sabía qué pensar. Me tomó un año entenderla. Soy un poco lenta a veces. Al final, llegué a la conclusión de que es un genio. La canción casi me hizo llorar. Me gustan Pulp, muy especialmente “This Is Hardcore”.

Marianne, muchas vidas en una. Foto: Renaud Monfourny
Marianne, muchas vidas en una. Foto: Renaud Monfourny
De todos los colaboradores, Billy Corgan es quien representa los valores más rockeros. ¿Lo ves como un heredero de esa tradición?

Quizá. Siempre he admirado a Smashing Pumpkins. Un día, durante su gira de despedida, yo estaba en mi casa, en Dublín, el teléfono sonó y salió una voz diciendo: “Soy Billy Corgan, ¿te gustaría venir a mi show esta noche?”. Y dije: “Sí, por favor”. Y fui al Olympia, un teatro antiguo y encantador, y vi al grupo en directo. Fue importante; si no los hubiera visto y no me hubiera dado cuenta de lo buenos que son, no habría colaborado con Billy. Trabajar con él es muy fácil. Yo había oído que no lo era, pero no me lo creí porque yo nunca me creo lo que oigo (ríe).

Trabajar con tanta gente distinta tiene un riesgo: que el disco quede fragmentado, que falle el concepto...

Pero tengo experiencia en trabajar con gente. Estoy acostumbrada. Viajo, conozco gente y me vienen las ideas, que pueden surgir de mis propios miedos, de las cosas que experimenta cualquier ser humano. Beck, Jarvis y Damon me han ayudado a superar todo eso.

En “Song For Nico” has trabajado con Dave Stewart (ex-Eurythmics). Siempre se ha dicho que Nico y tú habíais tenido biografías paralelas. ¿Cuál es la intención de ese tema?

Yo no doy mensajes. Es simplemente una canción para Nico. Fue una persona con muy mala suerte. Su vida fue una tragedia. Y Dave ha sido una gran ayuda en la canción; juntos creamos esa bonita melodía, que creo que suena un poco Gainsbourg.

Tras dedicar dos discos a Kurt Weill y al cabaret alemán, ¿consideras cerrada esa etapa?

Sí, está cerrada. Nunca pensé en prolongarla indefinidamente. No quiero pasarme el resto de mi vida cantando a Kurt Weill (ríe). Me encantó y aprendí mucho de ello; fue algo entre educativo y sabático. Un poco como ir a la universidad, y también tuvo algo de vacaciones para mí. Me gustó esa música, probablemente por su componente judío y por su tempo.

“No quiero pasarme el resto de mi vida cantando a Kurt Weill (ríe). Me encantó y aprendí mucho de ello; fue algo entre educativo y sabático. Un poco como ir a la universidad, y también tuvo algo de vacaciones para mí. Me gustó esa música, probablemente por su componente judío y por su tempo”

Tu introducción a Weill se produjo cuando cantaste “The Ballad Of Soldier’s Wife” en “Lost In The Stars” (1985), el homenaje que produjo Hal Willner. ¿Volveréis a colaborar?

Quizá no para un disco completo, como ocurrió en “Strange Weather”, pero sí para otros proyectos. Hal está ahora mezclando un disco basado en textos de Gregory Corso, y yo he colaborado en él. Creo que saldrá el año que viene.

Tu carrera discográfica comenzó a cobrar cuerpo en tu madurez, a partir de “Broken English”, pero tu raíz viene de los sesenta. ¿Tienes algún sentimiento de pertenencia a una generación, la que impulsó la cultura pop?

Yo estuve ahí, aunque no me interesa eso de pertenecer a una generación. De todas formas, me alegro al ver que muchos de los que empezaron en aquellos años siguen haciendo discos estupendos. Me encanta el nuevo disco de Leonard Cohen. Y el de Bob Dylan. No sé muy bien qué estará haciendo Neil Young ahora, pero seguro que es interesante. Y Lou Reed.

Y, esto... el disco de Mick Jagger... ¿Te ha gustado?

¿Te ha gustado a ti?

No demasiado. ¿Crees que...?

Mira, lo he escuchado, pero prefiero no seguir por ahí. Siguiente pregunta, por favor.

En fin, deben de haber sido muchos años aguantando insinuaciones malévolas, preguntas que buscan el titular de trazo grueso. Hagamos un esfuerzo y comprendámosla. Antes de proponerle un pequeño repaso por parte de su discografía, Marianne, que el año pasado actuó en el film “Intimidad” de Patrice Chéreau, promete que realizará “una gran gira” a partir de otoño. “Interpretaré canciones de todos mis discos excepto de los de Kurt Weill, y actuaré con una gran banda totalmente nueva. ¿Con qué músicos? Músicos muy buenos”.

Cuatro puntos de luz

“As Tears Go By”, de Jagger y Richards, la convirtió en 1964 en Barbie girl del swingin’ London. Pero la Marianne Faithfull más degustable es la voz madura que surge a finales de los setenta, tras la larga travesía por los sótanos de la drogadicción.


MARIANNE FAITHFULL
“Broken English”
(Island, 1979)

Un monumento gótico de fornido rock hi-tech defendido por una voz agria en un lapsus de lucidez. Loas para “The Ballad Of Lucy Jordan”, “Broken English”, la versión de “Working Class Hero” (Lennon) y el monólogo filopunk de “Why D’ya Do It?” (“cada vez que veo tu polla veo su coño en mi cama”). Un disco de su tiempo. “Fue un trabajo crucial. Quizá el más importante para mí, porque fue el que me dio la confianza y el empuje necesarios para seguir adelante. Pero también es un disco muy trágico. Prefiero ‘Kissin’ Time’”.

MARIANNE FAITHFULL
“Strange Weather”
(Island, 1987)

Jazz, blues y apuntes avant-garde con guitarra de Bill Frisell. El exquisito Hal Willner produce una sesión elegante, nocturna y brumosa por la que desfilan composiciones de faros como Tom Waits, Dr. John (que también toca en dos temas), Doc Pomus, Jerome Kern y Bob Dylan. “Hal quizá sea mi mejor amigo, y siempre será así. En su disco ‘Lost In The Stars’ hicimos lo que él quiso, y yo me adapté a sus deseos. En ‘Strange Weather’, en cambio, hicimos el disco que ambos queríamos. Canciones sobre la pérdida”. Es su primera grabación sin drogas desde los sesenta.

MARIANNE FAITHFULL
“A Secret Life”
(Island, 1995)

Tras ocho años de parón (amenizados con el disco en vivo “Blazing Away”, de 1990), Faithfull se entrega a Angelo Badalamenti, colaborador de David Lynch, para grabar un volumen panorámico y emocional, de envolventes ambientaciones cinematográficas. “Es un disco muy bello, con una gran atmósfera. Pero debo decir que fue difícil trabajar con Angelo. Siempre está muy ocupado. Estuvo bien, pero no me gustó terminar dependiendo de él. No creo que volvamos a trabajar juntos”.

MARIANNE FAITHFULL, VIENNA RADIO SYMPHONY ORCHESTRA & DENNIS RUSSELL DAVIES
“The Seven Deadly Sins”
(RCA Victor, 1998)

En 1996 se entrega de lleno al repertorio de Kurt Weill y al cabaret berlinés en “20th Century Blues” y la gira “An Evening In The Weimar Republic”, con el pianista Paul Trueblood. Pero la cima de ese período llega con su suntuosa recreación de “Los siete pecados capitales”, de Weill y Bertolt Brecht, con la Orquesta Sinfónica de Radio Vienna. “Este es quizá mi gran favorito. Eran unas canciones muy melancólicas, perfectas para mí. Y tenían mucho que ver con la historia de mi familia, especialmente con mi madre”.

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