2022/ Reediciones

Sus temas más intensos, afilados y directos siguen sonando amenazantes. Los más melódicos embelesan como el primer día. Y los atmosféricos no desentonan ni han perdido interés. Con el disco 2 Clark aprovecha la ocasión para sumar doce temas inéditos a los once ya conocidos de “Body Riddle” (2006), aunque no necesariamente creados en las mismas sesiones. El movimiento “Body Double” tiene sentido por descubrir y dar salida a unas composiciones que suenan nerviosas, punzantes y tremendamente dinámicas más de una década después. Carles Novellas

Han sido dos décadas ligadas a la fórmula “la respuesta británica a los Strokes”. Aunque ya de partida se palpaba algo más. El imaginario Doherty-Barât se expandía más allá de los tótems autóctonos. Si los Strokes eran la Nueva York en el tránsito pre-pos 11-S, The Libertines eran Londres y “Up The Bracket” (2002) la visión icónica del lugar. La “psicogeografía”, que acuñó Debord. Esta psicogeografía londinense nocturna está repleta de pubs, clubes, bebedores, consumidores y personal pasándolo bien. Si siguen girando es porque “Up The Bracket” contiene la quintaesencia del rock británico. Cesc Guimerà

Combina las nueve canciones de Cat Stevens/Yusuf (“If You Want To Sing Out, Sing Out” en hasta tres versiones distintas) con diálogos de la película de 1971 de Hal Ashby. Entre tema y tema se cuelan míticas conversaciones de Harold con su psiquiatra o momentos clave de la pareja central, incluyendo el de conocerse. El souvenir aural se completa con selecciones de Chaikovski y Strauss que daban aires magnánimos a, respectivamente, uno de los falsos suicidios de Harold (el de la piscina) y un vals doméstico entre los improbables aliados. La división japonesa de A&M publicó “Harold And Maude” en 1972. Juan Manuel Freire

Se trata de un magnífico tratado de música cinematográfica a cargo de un Richard Thompson que parece gravitar sobre las cuerdas de sus guitarras antes que tocarlas en el sentido estricto de la palabra. “Music From Grizzly Man” (2005) es música aérea e impresionista que describe formas antes que estados de ánimo. El guitarrista ofrece sosegadas miniaturas de folk, wéstern, blues y psicodelia acústica. La lírica acústica queda subvertida en algunos momentos por guitarras en trémolo nocturno que auguran el silencio eterno en el que se sumió el protagonista del filme de Werner Herzog. Quim Casas

“It’s A Shame About Ray” (1992) es la ubre que más ha ordeñado Evan Dando. Esta es también su segunda reedición. Es lógico que el quinto álbum de The Lemonheads siga siendo este objeto de culto: fue el que llevó a la banda desde un indie rock bastante underground a otra dimensión, no solo de popularidad e impacto generacional, sino también porque mostró todo el talento, la chispa, la autenticidad y el poder de emocionar de un Dando capaz de dar con canciones pop perfectas sin llegar casi nunca a los tres minutos. David Saavedra

“Grounation” (1972) responde a la problemática social de Jamaica cuando la isla se enfrentaba a la realidad amarga de que la independencia de la corona británica nunca sería suficiente porque la partida estaba amañada desde el principio. Es tanto un artefacto político como un vehículo espiritual. Ese doble propósito parte de la misma urgencia por derrocar el sometimiento colonial y el racismo y está intrínsecamente ligado a la fundación del movimiento rastafari. The Mystic Revelation Of Rastafari lucharon por la causa con este crisol afrocentrista, sembrando un campo del que brotarían el reggae y el dub. Juan Monge

“Combat Rock” (1982) fue el último álbum con su formación “clashica”. En parte pretendía continuar la mezcolanza del triple y discutible “Sandinista!” (1980), pero no era fácil el consenso. Mientras Joe Strummer buscaba recuperar las raíces más punk y desgarradas de sus inicios, Mick Jones anhelaba lo contrario. Ahora es fácil ver que de esa tensión surge como destacable un frondoso jardín de rock bailable/peleón que parece obedecer a aquella máxima atribuible a Emma Goldman, cuando decía que una revolución sin baile no merecía la pena. Javier Corral “Jerry”

Johnny Hallyday vivió al margen de la política de su país y posiblemente nunca alcanzó a entender el 68 parisino. Eso no significa que se le escapara que no era algo que pudiera dejar de lado. Philippe Labro, con la complicidad de Jacques Lanzmann, elaboró unos textos que dejaban atrás las habituales letras del cantante, que decidió enriquecer su sonido con el folk, la psicodelia, el pop barroco y el progresivo. El peso de “Vie” (1970) no hace sino aumentar para erigirse como uno de los discos clave que supieron reflejar aquel bullicioso tránsito de década. Felipe Cabrerizo

Hay que decir que “Hotel Paral.lel” (1997) suena igual de arrollador e impactante hoy que el primer día; incluso más aún, si cabe. Luego vendría el éxito (relativo, siempre dentro del universo independiente) de “Endless Summer” (2001) y “Venice” (2004), pero con este debut Fennesz se situó ya rápidamente como tótem de la investigación digital. Es un disco serio e imponente, pero en absoluto pretencioso. El misterio que desprende tiene más que ver con la búsqueda constante de nuevos caminos que con un objetivo o una meta consciente. Carles Novellas

No solo debe seguir manteniendo su posición como uno de los clásicos de los 70 que mejor definieron aquella ola de cantautores del principio de la década, sino que “Madman Across The Water” (1971) sigue sonando tan fresco como regio, algo en lo que probablemente tiene bastante que ver la remasterización que se hizo hace unos años y que ha servido de base a esta caja. Una delicia que, en estos tiempos en que lo orgánico ha perdido protagonismo, el show se ha situado por encima de la música y la “experiencia” parece el objetivo principal, lo es todavía más. Eduardo Ranedo

Ya no se hacen discos tan personales como este “The Bed Is In The Ocean” (1998). Sentencias de este calibre quedan plenamente justificadas en los cinco vibrantes minutos que vertebran Karate en “Not To Call The Police”, en los que, a través de su panorámica al ralentí de los tempos, nos hacen paladear cada inflexión eléctrica y vocal hasta el estómago del éxtasis. Sensaciones tan físicas como las generadas por esta canción y otras como “Fatal Strategies” y “There Are Ghosts” justifican la actualidad de este incunable, tan de su (añorada) época. Marcos Gendre

Tras un primer álbum de funk-punk, “The Affectionate Punch” (1980), los prolíficos The Associates editan el más ambicioso “Sulk” (1982), su indiscutible obra maestra. Tórrido y tenso, eufórico y oscuro, en su sonido babilónico cuajan por última vez la voz wagneriana de Billy MacKenzie con el muro de sonido electrónico de Alan Rankine. BMG lo remasteriza, en su 40º aniversario, sumándole una lista incompleta de maquetas, singles asociados, tomas alternativas y radiofonías, así como un cristalino directo de 1981 en Holanda. José Manuel Caturla

La discográfica honora “Blue Train” (1958), desde la historia musical y la calidad de sonido, con una nueva reedición y remasterización muy cuidadas. La escucha de las cinco piezas es alegre, llena de vida. También hay alguna tiniebla. Los solos así lo constatan. Tal vez, para valorar este álbum habría que hacer dos cosas. Una, olvidarse de los adjetivos; cuanto más cercanos a las hipérboles, peor. La segunda parece más útil o, al menos, sugestiva: observar qué hizo John Coltrane después. Miquel Queralt

En algún momento de 1966, Nancy Sinatra y Lee Hazlewood se dieron cuenta de que esa voz de río sucio de él difícilmente podría sentarle mejor al candor de ella. Mezclando grandes melodías y arreglos opulentos con destellos de psicodelia, tristeza de motel con retranca en horas bajas y la brillantina de Hollywood con el polvo de Nashville, “Nancy & Lee” (1968) hace de ellos una pareja legendaria: Nancy es la mujer que te habrá robado el corazón (y la cartera) a la mañana siguiente y Lee un vaquero solitario cabalgando hacia el horizonte desolado de una puesta de sol. Juan Monge

“Blemish” (2003) es un bellísimo, frágil y arriesgado trabajo, fruto de su colaboración con el austriaco Fennesz y con el mítico y fértil guitarrista Derek Bailey. “Manafon” (2009), menos árido a nivel musical, mantiene e incrementa su pulsión experimentadora gracias a una impresionante nómina de colaboradores. “Sleepwalkers”, más variado y accesible, apareció en 2010 con la idea de reunir diversas colaboraciones de Sylvian durante la primera década de este siglo con Fennesz, Punkt, Sakamoto o Readymade, así como tres temas de Nine Horses, proyecto junto a su hermano Steve Jansen y el alemán Burnt Friedman. Luis Lles

Esta brillante radiografía en bruto de la cosecha recogida en las plácidas sesiones de “Wish” (1992) en la campiña inglesa ratifica el estado pletórico del grupo en aquel momento, al mismo tiempo que produce una extraña sensación de tristeza por saber que este fue el último aliento de genialidad exhalado por Smith y los suyos. Reivindicación en toda regla de un álbum sobresaliente que, sin embargo, se mide más por lo que pudo ser que por lo que finalmente fue conocido en su formato oficial. Marcos Gendre

Nombre de culto del folk-rock británico de los primeros setenta, Bill Fay ha recorrido una estimable segunda vida artística desde el lanzamiento de “Life Is People” (2012). En la antesala de este renacimiento apareció en CD la recopilación “Still Some Light” (2010), reeditada este año en vinilo y digital. Consta de dos partes: una colección de maquetas de su primera etapa, en la que descuella la guitarra incisiva de Ray Russell; y grabaciones caseras del año 2009, hermosas miniaturas sintéticas sublimadas por la voz frágil y susurrante de un Fay ya sexagenario. Un díptico emocionante. Javier de Diego Romero

El gran éxito de “Homework” (1997) es unir pasado y presente de forma ingeniosa y funcional, de remitir a sonidos que en 1997 eran anatema y hacerlos (aún más) eternos. Daft Punk tenían mucho, ya en este primer LP, de fantasía casi infantil, de grupo de dibujos animados. Las canciones funcionan no porque remitan a toda la imaginería retro del funk, disco y electro, sino porque están construidas con una mirada tan consciente como juguetona, un acercamiento a la electrónica amable, divertido y desprejuiciado. Santi Fernández

El boxset “Round Trip. Ornette Coleman On Blue Note” presenta una edición de seis vinilos en formato analógico, los que grabó como líder para Blue Note: “At The ‘Golden Circle’ Stockholm. Volume One” (1966) y “At The ‘Golden Circle’ Stockholm. Volume Two” (1966), “The Empty Foxhole” (1966), “New And Old Gospel” (1967) “New York Is Now!” (1968) y “Love Call” (1971). Si en Atlantic le ofrecieron desarrollar la idea de un jazz diferente, la etapa Blue Note le sirvió de método para descodificarlo en busca de otras sonoridades. Parafraseando su biografía, Ornette Coleman es territorio y aventura. Miquel Queralt

“Watertown” (1970), un disco cuya hondura emocional se defiende desde un portentoso registro propio, enmarcado en un cuadro de renovadores arreglos que se apartaban de la tradición orquestal para desplegarse sobre descriptivos títulos como “Goodbye (She Quietly Says)”, “For A While” o “I Would Be In Love (Anyway)”. Frank Sinatra asumía su papel de crooner pop contemporáneo, penetrando en las palabras y abordando con exquisito calado temas como ruptura, perdón, melancolía, olvido y, por supuesto, amor; la postrera pieza maestra de su discografía. Salvador Catalán

Con artilugios como esta megaedición de lujo, las dudas que suscita la trayectoria de Wilco deberían quedar disipadas. “Yankee Hotel Foxtrot” (2002) no fue el cambio radical que pudo ser porque, tal y como muestra esta radiografía en cinemascope, solo conocimos la forma final aceptada para su difusión oficial. En su momento no fuimos conscientes de las diferentes mutaciones que surgieron de un disco cuya disección no se acopla a los márgenes habituales de recopilación de rarezas, borradores en bruto y tomas alternativas. Marcos Gendre

Cinco décadas desde la salida del primer disco de Neu! dan pie a “Neu! 50!”, una caja de cinco vinilos que compila casi toda la obra del dúo: “Neu”, “Neu! 2” y “Neu! 75”, más dos discos con remezclas realizadas por otras bandas. La versión con cinco compactos incluye además el cuarto y no oficioso disco, “Neu! 4”, grabado en 1985 producto de un intento de reunión. Las definiciones y parabienes acerca de “Hallogallo”, el tema que abre el primer disco, se han quedado cortas: su patrón rítmico es inimitable. Esa pulsión de la percusión acústica y eléctrica ya no nos abandonaría jamás. Quim Casas

La principal novedad de “Against The Odds 1974-1982” es la exhumación de 52 cortes a modo de bonus tracks, de los que 36 permanecían inéditos, y que permite apreciar el amplio recorrido creativo de una banda que fue la combinación magistral del talante arty del downtown neoyorquino de la segunda mitad de los 70 con un fino olfato comercial que sintonizó con el gran público.

Abundar en las excelencias de “Blondie” (1976), “Plastic Letters” (1978) o “Parallel Lines” (1979) puede ser, a estas alturas, de lo más redundante. Por muy remasterizados que estén. Los tres figuran, junto a “Eat To The Beat” (1979), “Autoamerican” (1980), “The Hunter” (1982), el siete pulgadas “Moonlight Drive” / “Mr. Sighteer” y los discos de rarezas “Plaza Sound”, “Parallel Beats”, “Coca Cola” y “Home Tapes”, en la versión más amplia de este boxset, la de los diez vinilos de su edición Super Deluxe. Hay otra edición de ocho CDs con los seis primeros álbumes más los 52 bonus tracks, que también se venden en una edición como triple CD y otra en cuatro vinilos, que permite asistir al crecimiento de Blondie prácticamente desde sus primeros balbuceos, cuando apenas sabían ni tocar. Carlos Pérez de Ziriza

Seis discos seis. Así, al modo taurino que tanto defiende Andrés Calamaro, podríamos resumir esta inabarcable reedición de “Honestidad brutal” (1999), el disco que recoge su época más tóxica, de una productividad casi suicida. Habría mucho que decir sobre “Honestidad brutal Extra Brut”, reedición generosa y excesiva. Si el original es uno de los mejores discos de rock en español de todos los tiempos, el material que quedó fuera y que ahora por fin podemos escuchar es, en su gran mayoría, igualmente impresionante.

Si para Calamaro esta grabación fue como el Vietnam de “Apocalipsis Now”, esto es su “Redux” particular. Entre los descartes rescatados hay verdaderas joyas, pero también tomas en directo de su gira por España como telonero de Bob Dylan en 1999, blues con lo que hay que tener, las mezclas de Joe Blaney –productor del disco original– que no vieron la luz, colaboraciones hasta ahora inéditas… Hasta los parlamentos iniciales, cuando los hay, son puro arte. Qué canciones, cuánto talento. Qué barbaridad. JuanP Holguera

Por mucho que se haya excavado en el archivo documental de los Beatles, esta última reedición de “Revolver” (1966), ya remasterizado en 2009, se distingue por su valor documental. El actual ha sido un minucioso proceso de disección sonora. Grabado en directo en el estudio en una sola pista, Giles Martin, hijo de George Martin, productor original, ha trabajado con el equipo de estudio de Peter Jackson para desmembrar y recomponer las catorce canciones del disco.

El formato Super Deluxe llega a acumular hasta 63 canciones. Especialmente relevantes son los cortes descartados, las múltiples pruebas sacadas de las sesiones de grabación y los fragmentos de temas en sus momentos de composición. Ahora descubrimos una “Tomorrow Never Knows” –el collage sonoro, sobre el que Lennon recita textos del “Bardo Thodol” (El Libro Tibetano de los Muertos)– todavía más monótona e hipnótica, varias tomas diferentes de “Yellow Submarine”, “Got To Get You Into My Life” y “Taxman”, las pruebas de cuerda para “Eleanor Rigby” o una versión sitar only de “Love To You”. Todo ello acompañado en ocasiones de las conversaciones en el estudio, lo que en pantalla hemos visto en “The Beatles: Get Back” (Peter Jackson).

“Revolver” 2022 también rescata y remasteriza el EP “Paperback Writer”/“Rain”, previo al álbum, e incluye un libro con un centenar de páginas con notas de Paul McCartney, Klaus Voorman (autor de la portada, al que conocían de su paso por Hamburgo), el rapero Questlove y el historiador Kevin Howlett.

Principalmente firmadas por Lennon/McCartney –a excepción de “Taxman”, “Love To You” y “I Want To Tell You”, a cargo de George Harrison–, las canciones de “Revolver” contienen letras inspiradas por Timothy Leary, Ralph Metzner y Richard Alpert y un conjunto lírico-musical producido principalmente bajo efluvios lisérgicos. Nuevos tiempos, contracultura, nuevas drogas, sustituida la marihuana por el LSD, al que el grupo llegó vía Dylan (“She Said She Said” es, directamente, Jane Fonda interrumpiendo un viaje de ácido de Lennon). Cesc Guimerà