
La feroz cruzada anti LGBTIQ+ de Putin, y su oposición a la invasión de Ucrania, obligó a Serguéi Davydov (Togliatti, 1992) a exiliarse en Berlín, donde vive desde 2022. Poeta y dramaturgo de prestigio, “Springfield” (“Спрингфил”, 2023; consonni, 2025; traducción de Alexandra Rybalko Tokarenko) es su primera novela y el escenario imaginario donde viven (o sobreviven) Andréi y Matvéi, dos jóvenes gais que sueñan con saltar las barreras de un entorno industrial decadente, monótono y sin futuro. Humor, tragedia y desencanto en plena voracidad “putiniana”. Juan Cervera
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El escritor argentino redobla su apuesta. “El contrabando ejemplar” contiene muchos libros en sus páginas, en una especie de juego metaliterario que viaja por diferentes épocas y países para intentar responder a la eterna pregunta del porqué de la desgraciada historia de Argentina. Entre los avatares colectivos y las zozobras personales, interroga sobre la construcción de la identidad y pone la lupa en cómo los vendavales de la historia van modelando nuestras vidas, la mayoría de las veces desconociendo el origen de las sombras que nos precedieron. Juan Cervera
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“Ama de casa”, el primer libro publicado por Maria Roig, no es en realidad un debut literario, sino una flor que se abre paso entre el asfalto de las calles que los hombres y el urbanismo han intentado domar a base de boquetes con tuneladoras y ruidos insoportables. Una novela con la banda sonora de las obras que en el año 2005 habían de traer el metro al barrio barcelonés de El Carmel y en la que el polvo del extrarradio y de las crisis, no solo la económica, se nos meterá a los lectores en los pulmones dificultándonos también la respiración. Marta Bassols
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“Mi mundo ha dado un vuelco inesperado; se ha visto arrasado, reconstruido y transformado, y no puedo hacer nada al respecto”, escribe Hanif Kureishi en la última página de “A pedazos” (“Shattered”, 2024; Anagrama, 2025; traducción de Mauricio Bach), crónica de un hundimiento y su posterior intento de regresar braceando a la superficie. Un frankenstein narrativo que ilumina las miserias y los gozos de un escritor que, insólitamente despojado y sincero, llega a la página 250 convertido en otra persona y, sobre todo, en un escritor diferente. David Morán
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Entre la ficción y su reverso –gran parte del volumen tiene como base la historia familiar del autor–, “El sueño del jaguar” (“Le rêve du jaguar”, 2024; Libros del Asteroide, 2025; traducción de Regina López Muñoz) es una historia extraordinaria que empieza cuando una mendiga muda de Maracaibo encuentra a un recién nacido abandonado a las puertas de una iglesia. Es Antonio, un personaje bigger than life cuya vida empieza en la más absoluta pobreza y que terminará convirtiéndose en uno de los cirujanos más importantes de su país. Juan Cervera
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El barcelonés Enrique Vila-Matas vuelve a indagar en los límites entre realidad y ficción con “Canon de cámara oscura”, una meditación fragmentaria sobre la identidad literaria y el acto de escribir. Regresa el personaje de Vidal Escabia, ya presente en su segunda novela, “La asesina ilustrada” (1977), y lo hace convertido ahora en algo parecido a un replicante novelesco, sin origen ni destino, sin memoria ni aparente evolución, un avatar que solo habita el presente que le ha sido concedido. No busca revelar: es una novela que habita la penumbra. Sergi de Diego Mas
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“Los nombres de mi padre” es un equilibrado artefacto de ¿no ficción? que se zambulle en los orígenes familiares y en los nudos no resueltos que marcan nuestras vidas. Una indagación personal y colectiva que es, además, una radiografía de la historia reciente de México con la arquitectura (y los arquitectos) como espejo del control estatal sobre los grupos disidentes y las clases más desfavorecidas, con desviaciones que entrecruzan exiliados nazis y proyectos habitacionales convertidos en ruinas/prisiones. Juan Cervera
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¿Qué hace un escritor si de golpe se ve lastrado en la cama de un hospital? Pues investigarse a sí mismo. Al menos eso es lo que hace Garth Greenwell en “Lluvia pequeña” (“Small Rain”, 2024; Random House, 2025; traducción de Antonia Martín), una sublimación poética de lo que sería la autoficción al uso. Una novela arriesgada, muy personal y que exige mucho del lector, para hablar de un tema que muchos prefieren ignorar, la enfermedad y sus estragos. Aquí hay un hombre que sufre, pero sabe bucear en ese sufrimiento en busca de algo de luz. Carlos Sala
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Los relatos de “La sangre está cayendo al patio”, siamés del no menos fabuloso y denso “La isla de los conejos” (2019), hacen de la extrañeza virtud y acorralan el presente con un triple combo de tensión, incomodidad y pesar. Emociones sin rumbo en manos de tipos sin brújula. Personajes caídos, cuando no arrojados, en los márgenes que tampoco es que pongan demasiado empeño en recuperar la verticalidad. Lo casi fantástico como aperitivo de lo grotesco. Fábulas contemporáneas sobre la incomodidad de no encajar, de saberse siempre fuera de foco, que Navarro trasplanta en escenarios casi distópicos de la España siglo XXI, con casas a medio hacer, urbanizaciones vacías y calles masticadas y luego escupidas por la voracidad de un capitalismo desmadrado… El terreno de juego de una crisis que unos dan por superada y otros, muchos, por enquistada. David Morán
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Depresiones, decisiones equivocadas, estados avanzados de peligro, padres y madres ausentes o casi, droga que se compra y se vende, droga que se toma, trabajos basura para salir del paso sin salir de él y así intuir el futuro como una boina con los bordes ya raídos, casas hechizadas impregnadas de recuerdos, hijos del arraigo y del bucle eterno, sufridores de la falta de entusiasmo, inmóviles, un desfile de distintos tipos de lunáticos y de resacosos que no se involucran demasiado pero sí conocen varias maneras bruscas de beber en silencio… En “Casas de locos” (“Wild Houses”, 2024; Sajalín, 2025; traducción de Magdalena Palmer), Colin Barrett refleja ese paisaje humano con destreza, sin caer en sensiblería lastimosa. Muestra así ese respeto a la miseria ajena y vecina que se da, o se daba, en los sitios donde todos se conocen y vinculan. Miguel Martínez
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Las historias de Chris Offutt transcurren en lugares donde los ricachones son propietarios de criaderos de caballos, y las cercas que los encierran la mayor atracción local. Están repletas de caminos de tierra y carreteras polvorientas, camionetas pickup, revólveres que se pueden adquirir en cualquier feria de armas y autocines abandonados con pantallas alzándose como lápidas gigantes. Construidas en un registro coloquial y repletas de sus características precisas descripciones paisajísticas de ese entorno rural tan específico. “Volver a casa” (“Di seconda mano”, 2022; Sajalín, 2025; traducción de Javier Lucini) son once historias humanas, de dolor y de resistencia. De esperanza en alguna de ellas. La mayoría, protagonizadas por personas que no son capaces de entregarse por completo a la idea de que hay un futuro para ellas. La vida misma. Cesc Guimerà
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La de Isaac Rosa en “Las buenas noches” es una voz narrativa que es un fluido mental constante, desordenado, proclive al bucle y la repetición, excesivo y torrencial. Las dos preocupaciones concretas del protagonista (ser un autónomo sin un duro y dinamitar su matrimonio con una infidelidad) resuenan en las dos grandes preocupaciones de cualquiera que habite el siglo XXI (dinero y amor... o algo así). También te digo que no he dormido tan mal en mi vida como en las noches en las que, al meterme en la cama, leía esta novela. Porque Rosa captura de forma tan magistral el desasosegante chorreo mental de un insomne que este se te acaba quedando ahí, en la cabeza, como una pisada a fondo del acelerador que resulta francamente difícil de frenar. Así que aquí va mi advertencia final: tú sabrás cuándo y cómo lees “Las buenas noches”. Pero léelo. Raül de Tena
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El triunfo de Ferrari es concebir la novela tanto como una metáfora del tránsito a la madurez como una necesidad de un salto a la locura. El mundo después del recreo es un hervidero de aspiraciones que requieren de una seriedad renovada. Sin perder la esencia jocosa que le da firma desde su comienzo, “Se acabó el recreo” (“La ricreazione è finita”, 2023; Libros del Asteroide, 2025; traducción de Carlos Gumpert) avanza a lo largo de sus cuatrocientas páginas con habilidad para traducir un encontronazo inevitable con el desastre de la sazón. Si la sátira y la ironía de calidad son las presas más escurridizas de un autor, Ferrari ha logrado con el tono de su novela el reclamo justo para atraerlas. Y el recreo, mira tú, vuelve a nuestras vidas como ese paraíso de liberación que nos aleja de las fastidiosas responsabilidades de la vida adulta. Galo Abrain
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En total, la genial poeta y performer teatral Angélica Liddell reúne en “Cuentos atados a la pata de un lobo” 35 relatos en los que vemos un poco de todo, pero siempre con asco y repulsión contra sus semejantes. Nos presenta a escritores furiosos contra los autores biempensantes que gustan a todo el mundo y a los que dan premios solo por no escocer con lo que dicen; a madres que matan a sus bebés lactantes; a hijos trastornados que no solo fantasean con matar a sus progenitores, sino que lo anhelan incluso en las fauces y lo cumplen llenos de autoafirmación; a pirómanos que ven regocijados cómo arde su propia familia. Liddell no escribe para provocar, sino para matar la complacencia, para acabar con el cuerpo construido a base de bienestar, productividad e hipocresía. Sus cuentos, por tanto, no son una provocación, sino más bien una venganza. Carlos Sala
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“¿Es posible abandonar a los padres?”, se pregunta el narrador protagonista de “El aniversario” (“L’anniversario, 2025; traducción de Carlos Gumpert). “¿Podemos sustraernos a ellos, quitando sencillamente nuestro cuerpo de en medio con un gesto rotundo y definitivo? ¿Y condenarlos a vivir el resto de sus días, por así decirlo, con un miembro fantasma?”, le hace decir el italiano en uno de los muchos momentos de aliento contenido y desgarro a cámara lenta que atesora esta novela con la que el autor se llevó el Premio Strega de 2025. Una novela que es una operación a corazón abierto en la que Bajani va retirando órganos para ver hasta dónde puede aguantar el cuerpo antes de desconectarse del todo. El paciente, en este caso, es la familia, institución nacida para arropar y proteger que muchas veces, demasiadas, se convierte en todo lo contrario. David Morán
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Limónov, como París, no se acaba nunca. “Diario de un perdedor” (“дневник неудачника”, 1982; Fulgencio Pimentel, 2025; traducción de Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea) se gestó en 1977 durante el exilio del escritor ruso fallecido en 2020 a los 77 años. Subtitulado “Cuaderno secreto”, algunos fragmentos se publicaron en 1978 en revistas parisinas de la emigración soviética, según escribe Mikhelson en su texto de presentación. Dedicado “a todos los perdedores”, el libro es un “diario” atípico (no se incluyen fechas) y se compone de breves fragmentos donde el lirismo kamikaze del narrador se desborda en decenas de anécdotas que fluyen como navajazos contra todo (y contra todos) y reflexiones intimistas sobre su función como escritor exiliado en una Nueva York fantasmagórica y hostil mientras se desahoga con grandes dosis de alcohol y sexo. Juan Cervera
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Son solo seis cuentos, sí, pero uno sale de “El buen mal” como si le hubiera pasado por encima una hormigonera de inquietud y desazón. Mal rollo pegado a la piel y ganas de más. Con ustedes, Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978), exploradora de abismos y cartógrafa de malestares. Una voz capaz de conseguir desde el más puro y extraño realismo lo que Mariana Enriquez logra reventándole las costuras a la literatura de género. Esa es, de hecho, una de las premisas de “El buen mal”: escribir sobre la muerte sin cruzarse, sin rozarse siquiera, con fantasmas, resucitados y otros espectros góticos. Y aunque los personajes se conduzcan casi como muertos en vida, gente herida por el trauma y zarandeada por la soledad, todo es aquí dolorosamente real, fascinantemente inquietante. Lo raro, escribe citando a Silvina Ocampo, “siempre es más cierto”. David Morán
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Tratándose de Vuong, es inevitable que haya momentos en los que la magia se trenza con la cotidianidad. Momentos que parecen vivir fuera de la realidad, como un cerdo siguiendo a un barco que surca los prados o una estampida de salamandras acuciadas por su afán reproductor. Pero también momentos anclados en la realidad, como una persecución a lomos de la silla motorizada de Grazina o la (más o menos) divertida aventura a la búsqueda del diamante que el padre de Sony tenía clavado en la mano. Hay muchos libros posibles dentro: una exploración de las problemáticas migrantes y LGTBIQ+ lejos de las grandes ciudades, una tensión entre familias de sangre y familias elegidas, una lucha contra la adicción, una zambullida en las aguas de la demencia, una asunción de que el Gran Sueño Americano está reservado para los más privilegiados… Raül de Tena
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Después de la prestidigitación retórica de “Las tempestálidas” (2020), Gueorgui Gospodínov retoma en “El jardinero y la muerte” (“Gradinaryat i smurtta”, 2024; Impedimenta, 2025; traducción de María Vútova) los temas que han marcado toda su bibliografía: el paso del tiempo, la memoria o la pérdida, y lo lleva un paso más allá. La primera frase ya ejemplifica como ninguna otra en la historia de la literatura lo que vendrá a continuación: “Mi padre era jardinero. Ahora es jardín”. La primera frase en pasado. La segunda en presente. Dos sencillas frases para demostrar cómo la vida no es la que se vive, solo la que se recuerda. La que se vive es natural, pero irreal. La que se recuerda es ficticia, pero real. La metáfora, por evidente, no es menos potente y confirma a Gospodínov como uno de los talentos más puros de la literatura europea. Carlos Sala
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La frontera entre la ficción y la autoficción se difuminan en esta “¡Mártir!” (“Martyr!”, 2024; Blackie Books, 2025; traducción de Carles Andreu) protagonizada por un chaval que está llegando al final de su veintena con más pena que gloria. Después de dejar el alcohol y las drogas que casi se lo llevan por delante, Cyrus tiene serios problemas para encontrar motivos por los que seguir viviendo. Su madre murió en un avión iraní abatido por error por el ejército estadounidense en 1988. Y su padre, que migró a Estados Unidos para darle un futuro mejor a su hijo, falleció justo después de que este entrara en la Universidad, como si solo se permitiera morir tras haber cumplido con su objetivo. En un delicioso retruécano, Akbar se chotea del egocentrismo existencialista millennial: querer morirse, pero querer más todavía que la muerte tenga sentido. Raül de Tena
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Con “Orbital” (2023; Anagrama, 2025; traducción de Albert Fuentes), Samantha Harvey se alzó con el Booker Prize de 2024 gracias a una deslumbrante meditación sobre el tiempo, la percepción y la frágil belleza de la Tierra. Ambientada en los confinados espacios de la Estación Espacial Internacional, la novela sigue a seis astronautas que, a lo largo de 24 horas, orbitan el planeta, contemplando su inmensidad mientras reflexionan sobre su propia transitoriedad. Harvey, cuya obra ha explorado con maestría la naturaleza esquiva de la memoria y la existencia, alterna lo cósmico y lo íntimo con una naturalidad asombrosa. Al final, “Orbital” no es un libro sobre el espacio, del mismo modo que “Moby Dick” no es un libro sobre ballenas. Es una exploración del vínculo frágil pero irrompible entre nosotros y el único hogar que hemos conocido. Álvaro García Montoliu
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Novelón de aliento victoriano y reparto tumultuoso, algo así como un diálogo a gritos entre “La hoguera de las vanidades” (Tom Wolfe, 1987) y “Nuestro amigo común” (Charles Dickens, 1865), “Caledonian Road” (2024; Libros del Asteroide, 2025; traducción de Rubén Martín Giráldez) captura magistralmente el estado de la nación y se mueve con soltura entre los bajos fondos y las altas esferas, entre las urbanizaciones de posguerra y los lujosos salones de la aristocracia de rancio abolengo, siguiendo el curso de la Caledonian Road del título. La calle, una arteria que conecta el centro de Londres con los barrios del norte y que atraviesa King’s Cross, Islington y Candem entre casas de precio disparatado y deprimentes bloques de viviendas sociales, es la metáfora perfecta para explicar una ciudad de profundos contrastes y marcadas desigualdades. David Morán
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Esto, para entendernos, es como si Jonathan Coe firmase un libro mano a mano con Donal Ryan. O como si Ken Loach le hiciese cosquillas a “Los Buddenbrook”. Mejor aún: “La picadura de abeja” (“The Bee Sting”, 2023; Anagrama, 2025; traducción de Javier Calvo), con sus cuatro actos y otras tantas voces repartiéndose el pastel narrativo, es como si el Jonathan Franzen de “Las correcciones” hubiese aprendido a divertirse. Una familia de clase media con el motor gripado; gente aparentemente normal, si es que alguien lo es, a la que la vida se empeña en aguijonear con saña mientras el público ríe y aplaude. Auge, caída y, en fin, palazo y al hoyo. Pueblo pequeño, infierno grande y adolescentes capaces de hacer cualquier cosa con tal de poner tierra de por medio y teletransportarse a Dublín. “Fatalismo sardónico”, en palabras del propio Murray. David Morán
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La literatura universal empezó con los viajes de Homero, y la novela moderna nació también así, con “El Quijote”. Miranda July descarta el viaje, da una patada en la entrepierna a la tradición patriarcal y elabora la versión femenina del “viaje de carretera” de transformación, que es interno, que es sensual, que es la apreciación del cuerpo por lo que es, no por lo que puede ser, por su dominio y control absoluto. Y encima lo hace con el tradicional sentido del humor de July, que envuelve el discurso en una prodigiosa ligereza y le quita gravedad, pesadez o trascendencia. Después de los relatos cortos de “Nadie es más de aquí que tú” (2007), brillantes a veces, deslavazados otras, July demuestra en “A cuatro patas” (“All Fours”, 2024; Random House, 2025; traducción de Luis Murillo Fort) que ya está en pleno control de sus facultades narrativas. Carlos Sala
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Si uno lanza una pequeña piedra a un lago, verá cómo choca con la superficie del agua y se crean pequeñas ondas mientras desaparece en el fondo. Esta es la realidad observable. Es lógico adjudicar causas y efectos. La piedra, que ha causado el estremecimiento del agua, se hundirá, y nosotros ya no podremos ver su recorrido, ni anticipar sus efectos finales. Su destino parece obvio, pero su viaje permanecerá invisible y sus posibles repercusiones, secretas. Esta parte escondida de la vida es donde Richard Flanagan deslumbra. Porque en “La pregunta 7” (“Question 7”, 2023; Libros del Asteroide, 2025; traducción de Catalina Martínez Muñoz) ha tirado una gigantesca roca a la realidad afectiva del ser humano contemporáneo y sus efectos tardarán en marcharse de la imaginación del lector.
Novela híbrida entre el relato memorialístico, la historia, el ensayo filosófico, la autoficción y la narrativa de aliento poético, esta pregunta número siete nos presenta dos hechos incuestionables y persigue explicar cómo podrían estar unidos entre sí. Por un lado, tenemos a la difícil vida del padre del autor, que durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en un campo de prisioneros japonés coincidiendo con el lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Por otro, la compleja relación extramatrimonial entre H. G. Wells y la escritora Rebecca West, que derivó en la novela anticipatoria de Wells “El mundo liberado” (1914), donde describía por primera vez una bomba atómica, y que acabaría por servir de inspiración al físico húngaro Leo Szilard, uno de los padres teóricos de la destructiva arma. El contraste solo enriquece el relato y le da profundidad y alcance. Lloras con la parte familiar y te estremeces con la idea de la bomba atómica, y que todo puede haber sido creado gracias a un beso. Así la microhistoria y la macrohistoria se unen y crean una cacofonía espectral que hiela la sangre. No solo vemos la piedra cuando cae al lago, sino que seguimos viéndola mientras se hunde y parece hundir al mundo con ella.
Flanagan nos dice que basemos nuestras vidas en el quién, nunca en lo demás, y a partir de este hecho seremos supervivientes y venceremos a la irremediable crueldad de las causas y efectos del mundo natural. Porque la gran literatura nunca habla de efectos, ni hablar; habla de afectos, y Flanagan es hoy uno de los más grandes. Carlos Sala
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Por David Morán

El azar, volátil y caprichoso, tiene una curiosa manera de jugar sus cartas. Ya saben: si Rebecca West no hubiese besado a H. G. Wells, la bomba atómica quizá seguiría siendo pura fantasía y es más que probable que Richard Flanagan (Longford, Australia, 1961) no hubiese nacido. Este es, resumiendo mucho, uno de los soportes narrativos de “La pregunta 7”, pero es que la propia génesis del libro tiene su particular carambola, ya que si a Flanagan no le hubiesen diagnosticado por error demencia precoz, “La pregunta 7” tampoco existiría. Los médicos le dieron doce meses de lucidez antes de perder la cabeza, así que el tasmano, el mejor narrador australiano de su generación, decidió convertir todo lo que le rondaba por la cabeza en una única novela. Sí, todo. Tampoco es que pudiera permitirse pensar a largo plazo.
Con “El camino estrecho al norte profundo” (2013), Premio Booker de 2014, Flanagan ya se inspiró en la tragedia de su padre como uno de los 13.000 militares australianos forzados por los japoneses a construir durante la Segunda Guerra Mundial el “ferrocarril de la muerte”, pero aquí va un poco más allá y entrelaza las vivencias de su progenitor, la historia de amor atómico de Wells y West, el genocidio de los aborígenes de Tasmania, su propia experiencia al borde de la muerte –germen, a su vez, de su primera novela, “Muerte de un guía” (1994)– y la infancia como rompecabezas en el que todas las piezas encajan.
Su memoria, le dijeron al poco de terminar “La pregunta 7”, estaba perfectamente; todo había sido una equivocación de un radiólogo a quien el australiano quizá tenga que agradecer la que es (y será) su obra magna; una cima narrativa que corona una carrera extraordinariamente personal que siempre ha hecho de la memoria, la elegancia y el atrevimiento sus razones de ser. Como muestra, las historias de convictos y colonizadores de “El libro de los peces de William Gould” (2001) o el ecodrama familiar de tintes distópicos “El mar vivo de los sueños despiertos” (2020). ∎
2002 W. G. Sebald Austerlitz / 2003 Richard Yates Vía revolucionaria / 2004 Roberto Bolaño 2666 / 2005 Haruki Murakami Tokio blues. Norwegian Wood / 2006 Robertson Davies El quinto en discordia / 2007 Cormac McCarthy La carretera / 2008 Richard Ford Acción de Gracias / 2009 Amy Hempel Cuentos completos / 2010 Wells Tower Todo arrasado, todo quemado / 2011 Jonathan Franzen Libertad / 2012 Peter Cameron Algún día este dolor te será útil / 2013 Jeffrey Eugenides La trama nupcial / 2014 A. M. Homes Ojalá nos perdonen / 2015 Tom Spanbauer Yo te quise más / 2016 Marlon James Breve historia de siete asesinatos / 2017 Paul Auster 4 3 2 1 / 2018 George Saunders Lincoln en el Bardo / 2019 Donal Ryan Corazón giratorio / 2020 Alejandro Zambra Poeta chileno / 2021 Douglas Stuart Historia de Shuggie Bain / 2022 Emily Ruskovich Idaho / 2023 Hernán Díaz Fortuna / 2024 Catherine Lacey Biografía de X ∎